Puigdemont tiene un plan (y dos y también tres)
Carles Puigdemont ha cambiado de planes durante los últimos tres meses y medio sin lograr que cristalice ninguno de ellos. Se avecinan nuevos giros de guión
El diabólico escenario establecido por las elecciones del 21 de diciembre, la ofensiva judicial y los (des)equilibrios del bloque independentista conforman un cocktail que ha convertido la investidura de un presidente de la Generalitat en un culebrón con más giros de guión que la más adictiva de esas series que se consumen compulsiva y maratonianamente.
El primero de esos giros, de hecho, se dio ya en el minuto cero, con los mismos resultados electorales. Contra pronóstico, la lista configurada en torno a Carles Puigdemont derrotaba a ERC y se situaba a la cabeza del soberanismo, colocando al ex president en la pole position de la investidura, toda vez que Cs, ganador de las elecciones, renunciaba desde el principio a intentar la investidura de Inés Arrimadas por falta de apoyos.
Los tira y afloja entre Junts per Catalunya (JpC) y una Esquerra forzada a rediseñar su estrategia, e incluso en el seno de la coalición neoconvergente entre el grupo de afines a Puigdemont y el Pdecat, han salpimentado el proceso desde entonces.
El árbitro Torrent
A mediados de enero, ERC y JpC pactan que el presidente del Parlament sea el republicano Roger Torrent. Después, con el beneplácido de la CUP, acuerdan que el candidato a la investidura sea en primera instancia Puigdemont.
El número 1 de JpC aspira a obtener un voto delegado (una opción a la que acaba renunciando) o a ser ungido desde Bruselas por vía telemática, opción que los letrados del Parlament rechazan.
Pese al acuerdo, los republicanos y el Pdecat, cada vez más distanciado del núcleo duro de Puigdemont, cuentan con que el ex president no llegará a presidente y maniobran para buscar alternativas.
Primer intento
El 25 de enero, horas después de que Soraya Sáenz de Santamaría anuncie el inicio de los pasos para impugnar ante el Tribunal Constitucional que se pueda investir al ex president, Torrent convoca el pleno de investidura para el martes 30 de enero a las 15.00.
El viernes 26, el gobierno de Mariano Rajoy acuerda recurrir ante el TC la investidura, pese al criterio del Consejo de Estado, que entiende que aún no se ha producido ninguna ilegalidad. Al día siguiente, el Constitucional tira por el camino de en medio: autoriza la investidura, pero solo si es presencial.
Puigdemont pide amparo a Torrent y mantiene hasta el último momento la incertidumbre sobre si se presentará por sorpresa o no en su fiesta. El mismo día 30, el presidente del Parlament, arropado por ERC, aplaza in extremis el pleno, para irritación de JpC. El argumento esgrimido por Torrent es dar margen al TC para estudiar las alegaciones presentadas por los de Puigdemont.
«El plan Moncloa triunfa»
Al día siguiente, Telecinco difunde varios mensajes de texto enviados por Puigdemont al ex conseller Toni Comín en los que da rienda suelta a su frustración y da por hecho que “el plan de Moncloa triunfa”. “Esto se ha acabado. Supongo que tienes claro que los nuestros nos han sacrificado”, le dice. La flojera en el independentismo es vertiginosa y Puigdemont sale al paso diciendo que solo fue un momento de duda: “Ni me arrugo ni me echaré atrás”.
La suspensión recrudece la pugna por la presidencia en el seno del independentismo a la sombra, progresivamente agigantada, de unas nuevas elecciones, mientras la CUP avisa con recurrir a la calle. ERC le pide que haga un Mas y de un paso al lado, ofreciéndole una presidencia simbólica, mientras el entorno del ex president insiste: o él o las urnas.
JpC y ERC han tratado de poner sordina a sus tensiones internas, aunque son indismulables
Los ex consellers Lluís Puig, Clara Ponsatí y Meritxell Serret, también en Bélgica, renuncian a sus actas de diputados.
Con las negociaciones embarrancadas, JpC propone en solitario y sin el aval de ERC una reforma legislativa exprés para poder investir a Puigdemont de forma telemática, que la Mesa del Parlament acaba tumbando. Oriol Junqueras, encerrado en Estremera y distanciado del ex president, pone sobre la mesa en una entrevista en Telecinco la opción de investir a su número dos, Marta Rovira.
Pero, curiosamente, será la decisión de Torrent de recurrir —sin el aval de JpC— a Estrasburgo la investidura de Puigdemont la espoleta que hace estallar la tensión entre ambas formaciones, que empiezan a atacarse sin ambages en público, e incluso entre el Pdecat y el entorno del ex president.
Del plan A al plan B
El desbloqueo llega con Jordi Sànchez. El nombre del ex presidente de la ANC, en prisión preventiva en Soto del Real, empieza a sonar, y es del agrado tanto de ERC como del Pdecat e incluso los sectores más puigdemontistas de JpC, que se conformarían con un gobierno simbólico en Bruselas.
Tras un mes sin actividad parlamentaria, el jueves 1 de marzo, la mayoría independentista consagra un pleno a reconocer la legitimidad de Puigdemont para gobernar, pero sin dar ningún paso efectivo para que lo haga. El mismo día, el ex president anuncia que se aparta y propone a Sànchez como presidenciable.
El plan B supone transitar un nuevo callejón sin salida, porque la CUP se niega a darle su apoyo. Sin los cuatro votos de los cupaires, que anuncian una abstención a la investidura del ex líder de la ANC, la única manera de conseguir la mayoría necesaria para superar la votación es que Puigdemont y Comín, que no pueden delegar su voto, renuncien a sus actas de diputados.
Segundo intento
Pese a ello, Torrent propone a Sànchez como candidato, convoca el pleno de investidura para el 12 de marzo y con ello activa la cuenta atrás de dos meses para ungir un presidente o convocar elecciones.
El pressing a la CUP no surte efecto y el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena deniega a Sànchez el permiso para acudir al pleno, así que Torrent lo aplaza con el argumento de dar margen para recurrir la decisión.
El día 20, Sànchez comunica a Llanera su intención de renunciar a su acta de diputado y a la política activa, descartándose como presidenciable.
Tercer intento
Fulminado el plan B, el neoconvergente Jordi Turull se erige en plan C, pero. El jueves 22 de marzo, Turull se somete a un pleno de investidura fallido a sabiendas de que no tiene los apoyos necesarios. La escenificación sacrificial la completará al día siguiente su ingreso en prisión, tras volver a declarar ante el Supremo.
El encarcelamiento le impide acudir a la segunda vuelta, en la que tampoco habría tenido los votos necesarios, porque la negativa de la CUP a investir a Sànchez es extensible al caso de Turull. Torrent sustituye ese pleno de investidura por un tenso debate parlamentario sobre la situación, en el que Cs se niega a participar.
Cuarto intento
Con los planes A, B y C fracasados, el independentismo pugna ahora por el D, y gana peso la tesis de una eventual alianza con Catalunya en Comú.
La detención de Puigdemont vuelve a modificar el terreno de juego. La Mesa del Parlament autoriza, pese a la advertencia de los letrados de la cámara, el voto delegado del ex president, y Sànchez vuelve a postularse como candidato, aferrándose al documento con el que el Tribunal de Derechos Humanos de la ONU dió acuse de recibo a su petición de amparo. El texto incluye un llamamiento a “respetar los derechos políticos” de Sànchez.
Tras un amago de reactivar la opción Puigdemont, coincidiendo con la euforia desatada en el bloque soberanista por la decisión de un juez alemán de rechazar su extradición por rebelión, es finalmente la vía Sànchez la que se formaliza, con el inicio este jueves de la ronda de contactos de Torrent con los grupos para convocar un nuevo pleno de investidura. Pese a que, por ahora, al nuevo aspirante sigue faltándole un voto: el de Comín. Permanezcan atentos al próximo episodio.