El plan B a Puigdemont se pone en marcha pese a sus resistencias

Comienza el baile de nombres para sustituir a Puigdemont. El ex presidente se revuelve y anuncia que quiere gobernar desde Bruselas, mientras ERC contemporiza

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Dirigentes soberanistas del Pdecat y de ERC han comenzado a tomar las medidas a Carles Puigdemont para fabricar su ataúd porque creen que, en breve, será un cadáver político. Puigdemont, en cambio, considera que disfruta de una formidable mala salud de hierro y ha hecho público que su deseo es gobernar desde Bruselas, en contra de su promesa electoral de regresar a Barcelona. En consecuencia, ha facilitado el argumentario de quienes defienden que debe apartarse para permitir que la Generalitat sea operativa.

Los estrategas del independentismo meditan ahora cómo afrontar la situación. Saben que no es sencillo enterrar a Puigdemont, a quien deben honrar de alguna forma simbólica. Pero también son conscientes de que la presidencia de la Generalitat debe estar en manos de un dirigente con residencia en Barcelona. El baile de nombres ha comenzado, aunque todas las partes advierten que el intento de investidura de Puigdemont va a seguir en primer plano al menos hasta finales de mes, ya que la sesión de investidura debe celebrarse el 31 de enero a más tardar.

El plan B podría pasar por Elsa Artadi o Albert Batet

Elsa Artadi, directora de la campaña de Puigdemont y una de sus más estrechas colaboradoras, es uno de los nombres que se barajan como futura presidenta de la Generalitat. Pero Artadi tiene varios inconvenientes para convertirse en Molt Honorable. El primero es que rompió el carnet del Pdecat poco antes de las elecciones y la dirección del partido no lo olvida. Y el segundo es que tiene 41 años y, por tanto, mucho futuro político por delante, una circunstancia que no gusta a ERC, que no quiere contribuir a apuntalar a una dirigente con recorrido.

Eduard Pujol, ex director de Rac1, también figura en las quinielas. El problema de Pujol, otro de los fichajes personales de Puigdemont, es su inexperiencia política, ya que este periodista ha dedicado su carrera profesional a trabajar en Catalunya Ràdio y en el FC Barcelona antes de convertirse en director de Rac 1. «A Pujol se le fichó para comunicar», recuerdan voces de Junts per Catalunya.

Turull no le haría ascos a la presidencia de la Generalitat

Los ex consejeros Jordi Turull y Josep Rull también tienen opciones, sobre todo por su amplia experiencia política. «Pero ambos tienen problemas con la justicia», asumen en Junts per Catalunya para minimizar sus posibilidades como presidenciables. Turull, no obstante, ya ha mostrado en privado su disponibilidad, a diferencia de Rull, que nunca ha dado un paso al frente para liderar el mundo soberanista. Ambos, en cualquier caso, están llamados a regresar a la Generalitat como titulares de algún departamento.

En el plan B a Puigdemont también se ha llegado a hablar de Jordi Sànchez, que permanece encarcelado, y de Albert Batet, alcalde de Valls y muy próximo al ex presidente de la Generalitat. El problema es que la solución debe consensuarse entre muchas partes y una de ellas debe ser Puigdemont, lo cual provoca ciertos escalofríos, ya que nadie ha olvidado la decisión que tomó cuando dimitió como alcalde de Girona para convertirse en presidente.

Puigdemont dejó la alcaldía en manos de Albert Ballesta, que iba el número 19 en la lista electoral y obligó a renunciar todos los candidatos que le precedían, incluidos los nueve concejales de CiU para consumar el relevo en la alcaldía. El estreno de Balleta no pudo ser más esperpéntico, puesto que se olvidó de jurar el cargo y la sesión para su elección tuvo que repetirse. Ballesta, a continuación, se metió de lleno en un agrio combate con sus socios de ERC y acabó por dimitir.

El debate del sustituto de Puigdemont está sobre la mesa, pero todavía quedan varios golpes de efecto por ver, ya que la Mesa del Parlament, presidida por Roger Torrent, debe pronunciarse sobre el voto delegado que han pedido los cinco electos que permanecen huidos en Bruselas para participar en la sesión de investidura.

El Gobierno ya ha advertido que no piensa permitir que participen y que llevará al Tribunal Constitucional (TC) una hipotético aval de la Mesa. ERC se mantiene muy prudente y en ningún momento ha insinuado que violará las decisiones del TC. El entorno de Puigdemont sospecha que Esquerra tan sólo está midiendo los tiempos, contemporizando para que sea el TC quien acabe de rematar el ataúd del líder huido.

 

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