La gran empresa familiar catalana salta en pedazos: ahora Bonpreu
La ruptura entre los hermanos Font se une a una larga lista de cismas familiares que se han producido en el seno de las empresas de capital catalán
Tiempos convulsos en los núcleos empresariales de las familias catalanas. A los líos en las cavas de Codorníu y Freixenet o las desavenencias familiares en Pastas Gallo, Ficosa y Celsa, se une ahora Bonpreu, otra empresa de capital catalán que enfrenta a dos hermanos.
La mayor empresa de distribución de la región y dueña de los supermercados Bonpreu saltó en pedazos después de que Josep Font (66 años), uno de los hermanos de la dirección, pidiera la compra de su participación al otro, Joan (64 años), máximo representante de la firma.
La petición, según adelantó La Vanguardia, se efectuó antes del pasado verano. El motivo no es la gestión ni tampoco la estrategia empresarial, sino el dinero. “Hay discrepancias entre los dos por la política de remuneración y por lo relativo al reparto de los dividendos”, explicaron fuentes oficiales.
Josep Font presentó una demanda contra su hermano
El mayor presentó una demanda contra el pequeño de los hermanos por presuntas irregularidades en la fijación de los emolumentos. Los dos estaban inmersos en un contencioso en el tribunal arbitral que finalmente reconoció el derecho de separación de los socios.
Ahora, las firmas internacionales KPMG y Grant Thornton calcularán el valor del grupo de cara a la negociación inminente entre las partes.
Las batallas del cava
Las tensiones familiares recuerdan a otras más recientes, como las que vive el mundo del cava. Desde hace más de año y medio, Freixenet, la empresa líder del sector, está inmersa en un pulso entre las tres familias que conforman el capital.
Los Hevia (29%), los Bonet (29%) y los Ferrer (42%) tienen en sus manos una empresa estancada y una oferta de compra del grupo vinícola alemán Henkell (Dr. Oetker) que enfrenta a las tres partes.
Los Hevia y los Bonet llegaron a comienzos de otoño a un acuerdo para vender su participación y dar la mayoría a los alemanes. El único interrogante es la postura de José Luis Bonet, presidente de la compañía, que podría mantener su participación.
Por su parte, los Ferrer Noguer —liderados por el presidente de honor, José Ferrer, de 91 años, y su hijo Pedro Ferrer— mantienen otra postura. La familia con mayor participación quiere intentar por tercera vez la compra de las acciones de las otras dos partes.
Si las cosas estuvieron movidas en Freixenet, los Raventós tampoco se quedaron quietos en Codorníu. El éxodo de empresas en Cataluña se llevó por delante a parte de la cúpula, después de que Jordi Raventós dimitiera para escenificar su disconformidad por el traslado de su sede de Sant Sadurní d’Anoia a La Rioja.
La situación económica de Codorníu y Freixenet ha motivado las disputas familiares
Aunque sea una bodega algo más modesta, los problemas familiares también sacudieron a la Masia Vallformosa. A principios de año, Queta Domènech, presidenta de la empresa, echó a sus dos hermanos, Oriol y Xavi, del consejo de la compañía.
La decisión se tomó con la intención de profesionalizar la alta dirección, por lo que poco después Queta Domènech incorporó a Vicenç Vidal como consejero delegado y a Josep Graells al frente de la asesoría legal.
Pastas Gallo, fin a 70 años de gestión familiar
Pastas Gallo busca comprador para el 40% de la compañía desde febrero del pasado año para cerrar una operación que supondría la ruptura a más de siete décadas de gestión íntegramente familiar.
¿La razón? Pilar y Silvia, dos de los cinco hermanos Espona Massana, pusieron a la venta un paquete accionarial de 120 millones de euros (40% de la participación) porque estaban en desacuerdo con la gestión y querían aprovecharse de la recuperación económica de la compañía.
Dos de los cinco hermanos Espona Massana quieren vender su participación
El accionariado se reparte a partes iguales (20%) entre Pedro Antonio, el presidente, y el resto de hermanos, Fernando, Carlos Ignacio y las dos vendedoras.
De momento, no ha trascendido el nombre de ningún comprador. Las dificultades de la operación se deben a que el resto de hermanos no quieren vender, por lo que el nuevo comprador desembolsaría una suma importante de dinero que sería insuficiente para tener el control de la compañía.
Fiscosa o la guerra que zanjó Panasonic
La batalla entre los Pujol y los Tarragó por Ficosa se remonta a 2009, cuando Josep Maria Tarragó Fabó, cofundador de la multinacional junto a su cuñado Josep Maria Pujol Artigas, falleció a los 85 años.
Entonces, Pujol Artigas, se convirtió en presidente y patriarca, a la vez que empezó a dar más protagonismo a su hijo Xavier —actualmente consejero delegado— y a dejar de lado a su sobrino Josep Maria Tarragó, al que en 2011 arrebató la vicepresidencia y despidió.
Acto seguido, éste pidió una indemnización porque todo se debía a «un golpe de timón accionarial orquestado y ejecutado por mi tío y mi primo”, según explicó en una carta enviada a los socios en la que añadió que todo se produjo “con formas vergonzosas y humillantes”.
La guerra en Ficosa se reflejó con la expulsión «humillante» de uno de los directivos
Tres años después, en 2014, los Tarragó salieron del capital. Lo hicieron tras la entrada de Panasonic, que desembolsó 45 millones a las dos familias: fuentes no oficiales cuentas que fueron 20 millones para los Tarragó y 25 millones para los Pujol. Asimismo, el consejo de administración se quedaba con siete representantes de Panasonic y cuatro de la familia Pujol.
Finalmente, el pasado mayo, el gigante del sector de componentes de la automoción pasó a ser filial de la multinacional nipona, después de que Panasonic anunciara la finalización del proceso de compra del 20% adicional, con lo que ya controlaba el 69% del capital. El 31% restante siguió en manos de la familia Pujol a través de Ficosa Inversión.
Los Rubiralta, un divorcio por una cantidad desconocida
Los hermanos Francesc, de 78 años, y Josep Maria Rubiralta Vilanova, de 75, partieron en 2006 su holding controlado al 50% por cada uno y que facturaba 3.422 millones de euros.
Ambos son padres de cuatro hijos. Francesc está casado con Isabel Rubió, de la familia de los laboratorios del mismo nombre, y tiene dos chicos y dos chicas; Josep Maria, por su parte, tiene dos hijos fruto de su matrimonio con Teresa Giralt, de tradicional saga textil.
Francesc tuvo que compensar económicamente a Josep Maria al repartir el holding
Francesc lideraba el negocio del acero (Celsa) y Josep Maria el del material hospitalario (Werfen Life). No obstante, la intención de Francesc de comprar el siderúrgico finlandés Fundia contó con la oposición del menor de los hermanos, que forzó a disolver el conglomerado y repartir la empresa.
Francesc se quedó el 100% de Celsa y compensó económicamente a su hermano, debido a que la siderúrgica tenía más envergadura que Werfen. La cantidad de la operación nunca trascendió.