Nuestra dependencia digital de Amazon, Facebook, Google o Microsoft

Una periodista probĂł a vivir varias semanas sin acceso a los servicios de las grandes tecnolĂłgicas, lo que complicĂł enormemente su vida digital

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Algo tan fácil como abrir Uber por la mañana para dirigirte al trabajo, comprar en internet, o simplemente comunicarte con tu familia desde el móvil es una tarea titánica cuando has decidido bloquear y prescindir de las grandes tecnológicas estadounidenses.

La periodista Kashmir Hill de Gizmodo ha pasado tres semanas probando uno de los peores ‘castigos digitales’: expulsar a Amazon, Facebook, Google, Microsoft y Apple de su vida digital.

El experimento de Hill es sencillo. Usando una red privada virtual o VPN diseñada para la ocasión bloqueó todas las direcciones IP públicas que utilizan estas empresas para prestar sus servicios en internet.

Amazon, Microsoft y Google son especialmente importantes. No tanto por sus productos por los cuales son más conocidos —la tienda de Amazon, el sistema operativo Windows y el paquete Office en el caso de Microsoft, el buscador y Gmail si hablamos de Google— sino más todavía porque estas tres empresas concentran la mayor parte de los productos y servicios de internet ya que dominan el mercado de los servicios y del almacenamiento en la nube.

Miles de productos y servicios dependen de unos pocas empresas

Miles de sitios web, servicios y aplicaciones de terceras compañías de todo tipo utilizan las infraestructuras de computación en la nube de estas tres empresas principalmente porque resulta más eficaz y económico que disponer de una infraestructura o de servidores propios.

Esto significa que si Amazon cerrase mañana AWS (Amazon Web Services, su empresa que presta a otros servicios en la nube), muchas y hasta la buena parte de las aplicaciones más utilizadas dejarían de funcionar.

De hecho, cuando Hill bloqueó AWS provocó que aplicaciones como Uber dejasen de funcionar. Otras aplicaciones como Signal o Slack tampoco funcionan correctamente dado que también dependen de servidores de AWS. Ni que hablar de intentar hacer compras por internet o acceder a Prime Video, que también resulta imposible.

Con Google el problema es muy parecido. Muchos servicios de la propia Google suelen ser los preferidos por millones de usuarios. Chrome, Gmail, Google Maps o Google Docs son ya casi estándares. Existen reemplazos, por supuesto. El navegador Firefox, DuckDuckGo como buscador, Protonmail para correo electrónico o Dropbox y Dropbox Paper para Google Drive.

Adiós, Android

Pero sin duda el mayor dolor de cabeza fue el sistema operativo Android, el más extendido en todo el mundo. Una vez que un móvil con Android se conecta a internet no deja de intercambios información con los servidores de Google. La solución pasa por hacer con un iPhone, pero Apple es otra de las gigantes que Hill trataba de evitar. La periodista acabó con un viejo Nokia 3310.

La más fácil de evitar es Facebook. Los recientes problemas de privacidad, noticias falsas y el descontento general con la empresa le pasa factura en países más desarrollados, donde la red social ya no crece tanto como antes. Basta borrar la cuenta de Facebook y usar bloqueadores de rastreadores, para casi dejar de existir para Facebook.

El problema llega con la mensajería. WhatsApp es una de las mejores armas de Facebook, ya que es imprescindible en el día a día de millones de personas. Es posible usar otras aplicaciones como Telegram o Signal, pero para eso hay que convencer a muchas personas para que se las descarguen y, más importante, para que las usen.

Aun así, romper por completo con Facebook tiene sus beneficios para la salud.

La ventaja de… conformarse con un Nokia 3310

Uno de los beneficios inesperados de bloquear a estas empresas, especialmente Amazon, Facebook y Google, es que se reduce notablemente lo que estas empresas saben del usuarios y, por lo tanto, tienen menos información para vender publicidad.

 

La vida sin estos cinco gigantes hoy en día es casi imposible, y sencillamente es más cómodo dejar a un lado las convicciones y someterse a ellas aunque solo sea por comodidad. Internet, la que una vez fue una red descentralizada, hoy está en manos de unas pocas compañías que han sabido posicionarse como sus soportes casi imprescindibles.

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