El rol de la inteligencia artificial en las elecciones
Los partidos usan la inteligencia artificial para enviar mensajes a potenciales electores, pero los votantes no tienen tecnología que les ayude a decidir
La inteligencia artificial ya es parte sustancial de sectores como el retail, la banca y el turismo, en el tanto los empresarios quieren sacar todo el jugo a los datos que conocen de los consumidores y ponerlos al servicio del crecimiento de su negocio. Cuando navegamos internet, nos recomiendan productos que saben que probablemente nos interesan, y cuando buscamos un vuelo nos recuerdan otras ofertas que vimos recientemente.
La inteligencia artificial también tiene un rol en la democracia, dado que los partidos políticos utilizan exactamente la misma técnica que compañías como Amazon para dirigir sus mensajes a sus potenciales electores. Más allá de la polémica intromisión rusa en las elecciones estadounidenses (que reflejan que este asunto necesita regulación), esta tecnología es una excelente forma de transmitir ideas que antes estaban limitadas a los carteles.
Los partidos políticos españoles han apostado fuertemente por la comunicación digital en los comicios más recientes, por lo que puede concluirse que también invirtieron una parte de su dinero en la publicidad dirigida. Pero la relación con la tecnología debe ser horizontal y bilateral, y pese a que la inteligencia artificial forma parte de nuestra cotidianeidad, no hay herramientas creadas en función de los votantes, solo de los partidos.
The Conversation se hace eco de esta situación, y pregunta: «Si los políticos están usando la inteligencia artificial para persuadirnos sobre cómo votar, ¿por qué no dar un giro a este asunto y creamos las herramientas de inteligencia artificial que nos ayuden a decidir a quién votar?».
Inteligencia artificial para los votantes
Los anuncios políticos se dirigen a las personas que los sistemas de inteligencia artificial tienen rastreados y cuyos perfiles se asemejan a aquellos que los partidos quieren acercar. Las formaciones, entonces, saben indirectamente en qué comenta un usuario, qué sitios visita, los productos que busca y los artículos que le gustan.
Pero, ¿qué pasaría si los electores tuvieran una herramienta a la que permitir el acceso a sus huellas digitales? «Esto puede ser tu historial de navegación, tus hábitos de compras, tus datos de localización, e incluso tu actividad redes sociales», explica The Conversation. «Cualquier cosa que te muestre cómo has vivido, pero en tus términos».
Es decir, si las marcas y los políticos pueden saber eso de los votantes, ¿por qué los votantes no pueden tener esos datos también? Si esa información se usa para los intereses de los electores (y no solo para vender productos o sumar votos), los sistemas que procesan información pueden darles datos muy interesantes que pesarían en las urnas.
Después de todo, existen dos grupos de votantes: los que tradicionalmente votan la misma opción, y los que oscilan entre distintos partidos y propuestas, preguntan por la opinión de las personas a su alrededor y nunca están tan seguros de a quien votar. Una inteligencia artificial pensada para los votantes beneficiaría tremendamente al segundo grupo de votantes.
Con el alud informativo que caracteriza nuestros tiempos, y con lo ajetreada que es la vida moderna, los llamados «votantes oscilantes» bien podrían sacar provecho de todos esos datos que se registran en un sistema de inteligencia artificial y que, por la misma naturaleza humana, olvidan rápidamente.