Comapa intimida a los jamoneros de la Alpujarra por la vía judicial
Tras recibir múltiples denuncias por el nombre y el origen de sus cárnicos curados, Comapa pretende anular la marca de garantía de Jamón de la Alpujarra
Comapa tiene un plan para escapar de los problemas legales por vender jamones de la Alpujarra sin contar con el sello de garantía con el que la Junta de Andalucía blinda los cárnicos curados en la zona. La cuestionada empresa, que está al borde de la quiebra, ha demandado a los jamoneros de la comarca granadina con el fin de anular su marca diferenciada para así vender sus jamones por la libre y sin contratiempos.
La primera demanda se presentó el mes de noviembre de 2018 ante la Oficina Española de Patentes y Marcas. La segunda se interpuso el mismo mes ante el juzgado de lo mercantil número 11 de Madrid. En ambos casos, la defensa de Comapa puja por anular tanto la marca colectiva como la marca de garantía de Jamón de la Alpujarra, de las que la Asociación de Productores de Jamón de Trevélez es titular.
Desde la asociación de jamoneros afirman, en declaraciones a Economía Digital, que las demandas de Comapa fueron presentadas después de las múltiples denuncias contra la empresa porque muchos de los jamones que fabrica invitan a la confusión con nombres que hacen alusión tanto a la Alpujarra (vocablo protegido por la marca de garantía) como a Trevélez (nombre tutelado por Indicación Geográfica Protegida, o IGP).
El vocablo de la Alpujarra es una suerte de debilidad de la que Comapa se quiere aprovechar, según valoran desde la Asociación, en el tanto la IGP de Jamón de Trevélez está tutelada por la Unión Europea, por lo que exigir su anulación se antoja más engorroso. En cambio, al ser una marca colectiva y de garantía, Jamón de la Alpujarra tiene protección únicamente en el ámbito autonómico.
Promoción de Jamón Sierra Alpujarra, de Comapa, en Carrefour, en 2018
Los jamoneros de la Alpujarra sufren una «presión total» de Comapa
La presidenta del consejo regulador de Jamón de Trevélez y secretaria de la Asociación de Productores de Jamón de Trevélez (que gestiona la marca de garantía de Jamón de la Alpujarra), Pilar Álvarez, indicó que sufren «una presión total» por parte de Comapa, que tiene «una facturación muy grande» (más de 450 millones de euros en 2017, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil) frente a la suya.
«Nosotros, dentro de nuestras posibilidades», avisó Álvarez, «no vamos a parar de defendernos». Comapa, por su parte, alardea de tener más de 70 marcas de jamón y cárnicos procesados, de las que al menos tres utilizan el vocablo protegido Alpujarra: Sierra Alpujarra (a la venta en Carrefour y denunciada por Facua en agosto), Aires de la Alpujarra y Altos de la Alpujarra.
Y a estas marcas se remite en las referidas denuncias contra los productores cárnicos de la Alpujarra granadina. En la demanda ante el juzgado madrileño de lo mercantil, la compañía se presenta como «un referente en el sector» de los jamones, «siendo proveedor de compañías tan relevantes como Carrefour, entre otras», y afirma tener «implantación nacional incuestionablemente».
Desde la Asociación de Productores de Jamón de Trevélez transmiten que esperan sentencia en un plazo de un mes a un mes y medio, según explicó Álvarez este martes, que añadió que los jamoneros están convencidos de que Comapa «quiere tener el camino abierto para seguir ellos utilizando la marca Alpujarra y que no esté protegida».
Mientras esperan la sentencia del juzgado de Madrid, los productores de jamón de Trevélez celebran un antecedente: el pasado 19 de julio, la Oficina Española de Patentes y Marcas desestimó el recurso de Comapa para anular la marca de garantía de la Alpujarra. Es decir, los jamoneros ya han ganado frente a una de las intimidaciones judiciales de Comapa.
La Asociación de Productores de Jamón de Trevélez defiende que la marca de garantía de Jamón de la Alpujarra sigue en vigor hasta que la demanda no se resuelva, y entiende que si Comapa no se adscribe a las pautas para producir y comercializar cárnicos curados con esa denominación debe desistir hasta que los tribunales no le den la razón.
Así se ve el Jamón Sierra Alpujarra de Comapa, denunciado por los jamoneros de la comarca granadina
Irregularidades en los jamones de Comapa
La marca Jamones Sierra Alpujarra de Comapa fue denunciada por Facua-Consumidores en Acción el pasado mes de julio, por hacer pasar cerdos polacos por jamones de Granada. Una serie de publicaciones de este medio ha revelado que los jamones de esa marca, en efecto, son criados y sacrificados en Polonia, de la misma forma que los de Trevedul, otra marca de Comapa que alude a la IGP de Trevélez.
Las etiquetas de estos productos no mencionan jamás el origen del animal del que se desprenden las piezas que se convirten en el jamón que se vende en supermercados como Carrefour, Ahorramás, Consum y Makro. Tampoco figura en el etiquetado alguna explicación sobre los secadores en los que se curan los jamones, por lo que los consumidores pueden creer que salen de la Alpujarra o de Trevélez cuando no.
De hecho, según las informaciones que ha publicado este medio, en las etiquetas de estos jamones hay más mentiras que verdades. Ni siquiera la altura a la que dice Comapa que cura el jamón Trevedul se apega a la verdad: mientras el etiquetado y la web de la marca habla de un proceso de curación a más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, lo cierto es que su tendedero está a unos 800 metros de altura.
Comapa ha sido denunciada en múltiples ocasiones por este comportamiento, pero sigue incurriendo en las mismas estrategias para colocar jamones low cost en los grandes supermercados españoles. Las autoridades parecen permitírselo: un escrito de la Comunidad de Madrid al que tuvo acceso este medio confirma que los dirigentes sanitarios están al tanto del problema, pero poco más.
La suerte de Comapa tras el fraude del jamón podrido
Mientras todas estas informaciones salen a flote y mientras Comapa intimida a los jamoneros de la Alpujarra por el flanco legal, la empresa se encuentra en preconcurso de acreedores desde mayo pasado, pues tiene grandes deudas con las entidades financieras y los distintos proveedores, tras haber sido imputada en el juicio del jamón podrido que dio inicio tras una investigación en 2018, y que sigue en desarrollo.
La conducta de Comapa ha asustado a propios y extraños. Incluso el gigante cárnico catalán Vall Companys, que en 2014 se hizo con cerca de un 30% de sus acciones, intentó huir de la compañía a la luz de los escándalos, pero no lo consiguió porque la banca prevía alto riesgo. Consecuencia de ello, Vall Companys prestó 141 millones de euros a Comapa para sanear sus cuentas, y a cambio se hizo con el control.
A partir de abril de 2019, Vall Companys se ha hecho cargo de las decisiones de mayor calado en Comapa, tras destituir a sus antiguos directivos y poner como consejero delegado a uno de sus hombres de confianza. No obstante, la compañía catalana evita brindar declaraciones sobre las informaciones que trascienden de su socio y se limita a decir que su voluntad es «corregir las anteriores prácticas comerciales».