Puigdemont dirime su ser o no ser en un arranque de año convulso
Puigdemont, JpC y el Pdecat afrontan la rentrée tras las navidades con el reto de resolver el enredo de la Crida y cerrar su candidatura a las municipales
Pasadas las fiestas navideñas, Carles Puigdemont se juega en este arranque de año político su ser o no ser. Antes de que acabe enero, deberían resolverse dos de los enredos en los que tanto él y su entorno como el Pdecat y el conjunto de Junts per Catalunya (JpC) están atascados desde el verano.
Por un lado, la conformación de una candidatura unitaria de todo ese espectro del universo postconvergente de cara a las elecciones municipales en Barcelona. Y, por otro, la fundación de la Crida Nacional per la República, que también se ha ido dilatando ante la falta de acuerdo sobre la naturaleza que tiene que tener la organización y sobre su encaje con el Pdecat. En estas primeras semanas del año deberían cerrarse ambos frentes abiertos. Al menos, según el último calendario manejado por los implicados, que poco más se puede estirar, dada la cercanía de la cita electoral del 26 de mayo.
La lista única, encarrilada
La lista única, que desde hace meses negocian el Pdecat, Junts per Catalunya y el entorno de Puigdemont que trabaja en el proceso fundacional de la Crida, se ha desencallado con el consenso en torno al exconseller Quim Forn, preso en Lledoners, como alcaldable, como avanzó ED.
Falta el ok definitivo de Forn, que entre las partes implicadas se da por hecho, pero que se hará público una vez se consensuen los siguientes puestos de la lista, en la que está por ver el papel que se reserva a la candidata ganadora de las primarias del Pdecat, Neus Munté; quién es el primero de la lista de JpC (Forn también es del Pdecat) y si finalmente Ferran Mascarell, que inicialmente jugaba el papel de candidato puigdemontista y que hace un mes rompió las negociaciones y anunció que se presentaría por libre, se acaba integrando o sigue por su cuenta.
Las cuentas del Pdecat y el puigdemontismo pasan por cerrar y presentar la candidatura este enero. Quedan menos de cinco meses para la cita electoral del 26 de mayo y cada semana que pasa sin que el conjunto del espectro postconvergente proponga un alcaldable, supone dar más ventaja al candidato de ERC, el exconseller Ernest Maragall, que el lunes pasado ya tomó la iniciativa con su propuesta de cordón sanitario contra Vox.
La Crida, en el limbo
Más incógnitas genera la Crida, cuyo proceso fundacional no ha hecho hasta ahora más que dilatarse. El nuevo espacio político anunciado por Puigdemont en junio con la intención de agrupar bajo su liderazgo al grueso del independentismo no ha dejado desde entonces de topar con problemas.
Al portazo de entrada de la CUP, que ya se daba por hecho, y el de ERC, que se ha zafado de todos los intentos de volver a reeditar cualquier tipo de coalición del tipo de la de Junts pel Sí de la legislatura pasada, se han añadido las pegas del Pdecat a la hora de pactar su integración en la Crida, que sigue sin aclararse si operará como un partido político a todos los efectos o no, ni tampoco, si se diera el segundo caso, cual sería la fórmula por la que optaría.
En teoría, las incógnitas se tienen que despejar en el congreso fundacional previsto ahora el 26 de enero
En teoría, esas incógnitas se tienen que despejar en el congreso fundacional previsto ahora el 26 de enero. Esa es la fecha tras el último retraso, porque el plan hasta hace pocos días era que se llevara a cabo el día 19. De hecho, la activación de la Crida, encabezada además de Puigdemont, por el president Quim Torra y el expresidente de la Assemblea Nacional Catalana Jordi Sànchez, ahora en prisión preventiva y jefe de filas del grupo parlamentario de JpC, estaba prevista inicialmente para finales de septiembre o principios de octubre, pero al final, en esas fechas lo único que se hizo fue anunciar un proceso fundacional con dos etapas.
La primera era una convención en Manresa que se acabó celebrando el 27 de octubre, y en la que presentaron los principios inspiradores del movimiento. Y la segunda, un congreso en Barcelona que culminaría el proceso fundacional y que de entrada estaba previsto el 6 de diciembre y que es el que ahor está convocado el día 26.
El Consejo para la República tampoco arranca
El caso es que la Crida, además de buscar un encaje con calzador en un espacio, el independentista, que el último año ha implosionado, no ha suscitado el entusiasmo esperado por sus impulsores. Si durante el verano consiguió 50.000 adhesiones vía internet, en la convención de octubre se anunció que solo 9.500 de esos primeros simpatizantes que le habían mostrado apoyo se habían convertido en socios fundadores, una figura que implica hacer una aportación mínima de 10 euros. Y, desde entonces, la Crida ya no ha actualizado esos datos.
La cifra está muy por debajo de los 53.000 inscritos —también previo pago de un mínimo de 10 euros— en el otro gran artefacto diseñado para ser controlado por Pugidemont, y que tampoco va al ritmo ni suscita el entusiasmo previstos por sus impuslores: el Consejo Nacional para la República, un organismo parainstitucional presentado este otoño pero que el expresident anunció en primera instancia que no activaría hasta llegar al millón de adhesiones. El bajo ritmo de inscripciones le haría matizar después la propuesta: el consell arrancará cuando alcance ese millón o en un plazo máximo de un año.
Un trimestre clave
Puigdemont y lo que ERC llama “el independentimo de centroderecha” abordan este enero esas cuestiones clave para su futuro inmediato con un mar de fondo marcado por el juicio del 1-O, para el que aún no hay fecha, pero que se espera que arranque en este primer trimestre de 2019; por las empantanadas negociaciones presupuestarias tanto en el Congreso como en el Parlament y el Ayuntamiento de Barcelona, y por la precampaña de las municipales, las europeas y quién sabe qué elecciones más.
El primer factor es propicio para la retórica inflamada e indignada a la que se ha abonado el independentismo. Pero el segundo impone una mirada realista, a ras de tierra, a la situación política, y el tercero urge esa nueva reconfiguración del espacio postconvergente que sigue pendiente a riesgo de perder pie definitivamente en favor de Esquerra en el nuevo ciclo electoral que se nos viene encima.