Sánchez maniobra para presionar a Casado a través del IBEX
La Moncloa diseña un calendario para arrastrar al PP a pactos y demostrar a Inés Arrimadas su voluntad de llegar a acuerdos
Pedro Sánchez ya tiene la hoja de ruta para intentar poner contra las cuerdas a Pablo Casado o, en su defecto, demostrar a Inés Arrimadas que su voluntad de llegar a pactos choca con la negativa del líder de la oposición. Además de la ronda de contactos con los principales grupos parlamentarios que ha programado para la próxima semana, el presidente socialista intentará presionar por otros frentes al Partido Popular, en una jugada doble con la que pretende también reconocer formalmente a Ciudadanos como socio preferente para el nuevo ciclo político que comienza la próxima semana.
Sánchez ofrecerá el próximo lunes 31 de agosto una conferencia en Casa de América (Madrid) en la que trasladará a los empresarios del IBEX, los sindicatos y otros representantes de la «sociedad civil» su llamamiento a la unidad política y social para «hacer las grandes transformaciones que necesita España». Ni el contenido ni la iniciativa son inéditas, pues este ha sido el mensaje del jefe del Ejecutivo desde que —durante el estado de alarma— apeló a la oposición para cerrar unos nuevos Pactos de la Moncloa, y ya hace dos años ofreció un acto similar en el mismo lugar tras los primeros 100 días de su primer Gobierno.
Si Sánchez es un hombre de rituales, cabe esperar algún «gran anuncio» en el acto del próximo lunes, pues la última vez que hizo algo semejante en la Casa de América, en septiembre de 2018, desveló sus planes para una reforma rápida de la Constitución que permitiese suprimir los aforamientos. Esto no ha sucedido, y de hecho figura en el pacto de coalición de PSOE y Unidas Podemos suscrito a fines de 2019. En aquella primera conferencia como presidente, Sánchez se propuso seguir «avanzando» tras haber atravesado el momento más convulso de su primer Gobierno. Ahora, el escenario es aún más excepcional.
«El presidente apelará a la unidad de todos en la lucha contra la pandemia, la unidad de país para hacer las grandes transformaciones que necesita España, así como a la unidad institucional para el robustecimiento de las instituciones del Estado», explica La Moncloa sobre el acto del próximo lunes, que se titula ‘España puede. Recuperación, transformación, resiliencia‘. Un mensaje muy en la línea de seguir presionando a Casado para cerrar algunos acuerdos, al menos los relativos a la renovación de órganos constitucionales, a pesar de la constante negativa con la que el PP ha respondido a estas apelaciones.
Así comenzará una semana diseñada para acorralar a Casado. Tras el acto del lunes, Sánchez se reunirá con el consejo de ministros el martes por la mañana y se prevé que el Gobierno haga más anuncios sobre la vuelta a clases y que empiece ya formalmente a mover ficha para negociar los Presupuestos Generales del Estado. El miércoles se verá con Casado y Arrimadas, a quienes propondrá pactar las cuentas, aunque con nulas esperanzas de un «sí» de los populares. Y, tras un encuentro el jueves con Gabriel Rufián (ERC), el viernes dirigirá la conferencia de presidentes autonómicos sobre el inicio del curso escolar.
En la conferencia de presidentes autonómicos desde luego participarán los líderes regionales del PP, a los que Sánchez intentará sumar a acuerdos con cierta unanimidad para gestionar la pandemia, como ya escenificó el Gobierno este jueves en la conferencia intersectorial entre Sanidad y los consejeros autonómicos del ramo, que se sumaron a un acuerdo —con la excepción de País Vasco, que tiene las competencias de Educación— para la vuelta a clases.
Sánchez asciende a Arrimadas
No es casualidad que, justo después de su reunión con Casado el próximo miércoles 2 de septiembre en el Palacio de la Moncloa, Sánchez haya programado un encuentro con Arrimadas, el mismo día. Esquerra Republicana, que tiene más escaños que Ciudadanos y fue su socio de investidura, queda ahora en un segundo plano, programando el Ejecutivo el encuentro con Rufián el jueves. A diferencia de otras reuniones importantes con ERC, el Gobierno no ha anunciado con bombo y platillo esta nueva cita, mientras los independentistas insisten en que el Gobierno debe cambiar «de actitud» para negociar los Presupuestos.
Es un gesto más contra ERC y en pro de intensificar la aproximación a Cs. Tan poco probable es que el PP apoye los Presupuestos como que lo hagan los socios independentistas del Gobierno, así que uno de los grandes objetivos de la puesta en escena que Sánchez se ha diseñado para la próxima semana es mostrarse como el de la mano tendida, lo que pasa por que Casado se retrate desde la intransigencia de la que le ha acusado el Gobierno durante meses. Esta semana, tras sus vacaciones de verano, el presidente ha insistido en la necesidad de estabilidad institucional y de despolitizar la lucha contra la pandemia.
La quimera de la despolitización la ha abanderado Sánchez al descargar la responsabilidad de la gestión de la pandemia en las comunidades autónomas, ofreciéndoles declarar sus propios estados de alarma. A nivel parlamentario, el Ejecutivo enmarca este ideal en la negociación de los Presupuestos, alegando que quisiera contar con el apoyo de la práctica totalidad del Congreso. E, institucionalmente, ha puesto en su agenda para las reuniones con Casado y Arrimadas la renovación de órganos como el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional y Radio Televisión Española (RTVE).
La negativa que ya ha avanzado el PP con respecto a todos estos asuntos allana el camino para que Sánchez y Arrimadas justifiquen su insólita complicidad. Justo a principios de agosto, Arrimadas reprochó que, según contaban algunos medios, PSOE y PP estuviesen a punto de llegar a un acuerdo para renovar el Poder Judicial. «Los españoles ven que los viejos partidos no llegan a acuerdos de Estado para reformas sobre empleo, sanidad, administración pública o cambios en la ley electoral para no beneficiar a los nacionalistas, pero sí se entienden perfectamente para repartirse a los jueces. Y en plena pandemia», criticó.
También facilita las cosas tanto a Sánchez como a Arrimadas la delicada situación reputacional de Podemos, que se resiste a que la coalición llegue a un pacto presupuestario con Cs pero que, con varios frentes judiciales abiertos, ha entrado en total desventaja, aunque Sánchez ha salido en defensa de Pablo Iglesias y se ha ratificado en sus planes de acabar la legislatura con los morados. Ciudadanos y PP han pedido el cese del vicepresidente segundo y los suyos, pero al ver la reacción de Sánchez la formación naranja opta ahora por ofrecer un pacto de Presupuestos «lo más alejado posible del populismo de Podemos».
Reincorporándose esta semana tras su baja maternal, Arrimadas se ha mostrado favorable a unos Presupuestos de «emergencia nacional» dado el «momento crítico» que atraviesa la economía española, pidiendo al Ministerio de Hacienda un proyecto «serio» y «riguroso», y avisando que «no podemos permitir» que Iglesias, ERC o EH Bildu «repartan» los fondos que la Comisión Europea ha avalado para España. Por su parte, el portavoz naranja Edmundo Bal los ha definido como «unos Presupuestos de salvación nacional» que tienen como único propósito «que la economía española no colapse».
En las declaraciones de Bal puede estar una de las claves: el portavoz adjunto de Cs ha animado esta semana a Sánchez a buscar el mayor consenso posible a través de unos Presupuestos «moderados», «pragmáticos» y que aporten «soluciones», a la vez que ha demandado a las demás formaciones estar a la altura del momento. Así las cosas, Sánchez intentará demostrar a Arrimadas que al menos lo intenta, y que el no conseguirlo es culpa de Casado. Asimismo, al ver que el PP seguirá instalado en el «no», Cs defenderá que se prestará a apoyar los Presupuestos para evitar que dependan de ERC, Bildu y Podemos.