La invasión del cerdo polaco disfrazado de jamón español
El mayor distribuidor de ibéricos de España apuesta por jamones polacos 'low cost' que se hacen pasar por sellos de calidad diferenciada
El mayor distribuidor de ibéricos de España volvió al punto de mira el pasado mes de agosto, cuando fue denunciado por dar a entender que algunos de sus jamones son equiparables a otros muy cotizados que son producidos en la Alpujarra Granadina. Lo que se desconocía entonces era que esa empresa, Comapa, imputada por otros fraudes, ahora lidera una invasión de cerdos polacos que se disfrazan de jamones españoles.
Al inicio de agosto aún no se había desvelado entonces que los denunciados Jamones Sierra Alpujarra se fabrican con carne importada de Polonia, al igual que el jamón Trevedul –también producido por Comapa–, que a su vez ha recibido no pocas denuncias por parte de los jamoneros del pueblo de Trevélez por la semejanza de su nombre con el pernil que ellos producen bajo su propia Indicación Geográfica Protegida (IGP).
Así las cosas, estamos ante dos jamones que se vinculan con una misma empresa –controlada por el gigante del sector Vall Companys– y que incurren en los mismos engaños: se presentan como productos cárnicos con procesos de producción en determinadas zonas, cuyos nombres aluden a vocablos protegidos por ley, y en cuyo etiquetado es imposible encontrar referencia alguna al origen polaco de su materia prima.
Por si fuera poco, una copiosa cuota de la información incluida en la etiqueta del jamón Trevedul es falsa, puesto que asegura que es curado a más de 1.400 metros de altura pero la matrícula del último tendedero que lo manipuló se corresponde con un establecimiento localizado en un pueblo de una elevación de unos 800 metros, que no se encuentra en la Sierra Nevada (pese a lo que indica la etiqueta) y está a 75km de Trevélez.
Y, por si faltara algo más, Comapa –que maneja en torno a 80 marcas de jamón pero que es una empresa prácticamente desconocida para el gran público– ha sido imputada en la investigación del fraude del jamón podrido que se izó en 2018 y que este medio reveló en exclusiva. De hecho, estas marcas –Trevedul y Jamones Sierra Alpujarra– fueron mencionadas no pocas veces en esas investigaciones.
Jamones de Trevedul, una marca de Comapa, a la venta en Ahorramás. Los cerdos para producirlos se importan de Polonia, pero su etiqueta evita mencionarlo
Los trucos para disfrazar el jamón polaco
Los jamones Sierra Alpujarra y Trevedul muestran, de la forma más disimulada posible, matrículas del mismo matadero polaco, lo que significa que en ese país fueron sacrificados los animales que terminaron convirtiéndose en productos low cost de supermercados como Ahorramás, Carrefour, Eroski, Consum y Makro. Esto no es necesariamente ilegal; lo indebido es no indicarlo en la etiqueta del jamón.
Aunado a ello, ambas marcas de Comapa hacen referencia a la IGP de Trevélez y al vocablo Alpujarra, protegido por la Junta de Andalucía. Ello incumple con la normativa europea, que obliga a indicar «el país de origen o el lugar de procedencia de un alimento siempre que la falta de tal indicación pueda inducir a engaño a los consumidores en cuanto al verdadero país de origen o lugar de procedencia de dicho producto».
Lo ideal sería que Comapa incluya esta información en su etiquetado, de forma que los consumidores se den por informados y a partir de allí tomen la decisión pertinente. Pero, además de no mencionar Polonia por ninguna parte (y en casos más bien hacer alusión directa a Granada y a la Sierra Nevada), estos jamones se venden a precios de locura, tan bajos como 40 euros una pieza entera, lo que sin duda distrae.
Todo es un juego retórico y gráfico. Tomemos por ejemplo la web de Trevedul, que muestra primero su logo y el lema «lo natural de la Alpujarra«, pese a que el jamón es producido en Otura, que no pertenece a la Alpujarra Granadina. Después, la web habla de un secadero de Comapa en Trevélez, que si bien existe claramente no es utilizado para toda la marca, dado que el registro del secadero se corresponde con Otura.
«Disfrutar de una loncha de jamón Trevedul, elaborado en Trevélez, es redescubrir el sabor auténtico del jamón natural», dice la misma web, pese a lo ya explicado. Y así con todo: su etiqueta dice que se ha elaborado tras una curación «mínima» de 12 meses, pero el auténtico jamón de Trevélez debe tener una curación mínima de 17 meses, y en muchos casos llega hasta los dos años.
El secadero de Trevedul en Trevélez, donde no se curan todos los jamones de la marca de Comapa
Comapa, investigada por el jamón podrido
Comapa es una de las principales empresas imputadas en la investigación de la trama del jamón podrido, razón por la que su participada Vall Companys buscó una manera de salir del negocio en 2018, año en el que pinchó el fraude y se convirtió en noticia nacional. La banca temía que la operación comportara riesgos y el gigante cárnico catalán tuvo que quedarse dentro de la empresa.
En aras de dar oxígeno a las mal venidas cuentas de Comapa, Vall Companys prestó 141 millones de euros para saldar deudas y sacar adelante la empresa, y a raíz de ello buscó la forma de hacerse con el control del órgano administrativo para poner un poco de orden. Vall Companys nombró a uno de sus hombres de confianza consejero delegado de Comapa en abril, y en mayo entró en preconcurso de acreedores.
No está claro qué sucederá con Comapa cuando se aclare el preconcurso, pero Vall Companys explicó a este medio que «la voluntad de la nueva dirección es la de corregir las anteriores prácticas comerciales e implementar nuevos estándares mercantiles de acuerdo con la realidad del sector». No obstante, productos con anomalías como las de Trevedul siguen a la venta bajo su observación.
Los jamoneros de Trevélez ya habían denunciado a Comapa en el pasado por la confusión a la que se presta el nombre Trevedul, y las autoridades han fallado a favor de los productores acogidos a la IGP. No obstante, el jamón sigue a la venta.