Rebelión en Glovo: por qué los repartidores boicotean la app
Valladolid, Zaragoza, Madrid o Barcelona son algunas ciudades en las que los repartidores han dicho basta a las condiciones laborales de la plataforma
La startup Glovo vive un mes de contrastes. El miércoles ganó su primer asalto judicial, cuando una juez de Madrid consideró que su modelo de negocio no se apoya en los falsos autónomos. Pero la resolución no eliminó el malestar que existe entre la flota de repartidores. Cinco ciudades de España ya han acogido durante septiembre protestas de los riders, que han intentado boicotear a la propia plataforma dejando de trabajar durante las horas de alta demanda.
Tras una revuelta sin éxito ni repercusión en Valladolid, llegó el parón en Zaragoza, donde el resultado fue totalmente distinto: colapsaron la aplicación de mensajería y, dos días después, se les comunicó una mejora en sus condiciones laborales, como la remuneración por kilómetro recorrido o los bonos nocturnos.
La semana siguiente lo intentaron en Madrid, donde la aplicación dejó de funcionar durante 30 minutos y donde la plataforma envió a dos emisarios a escuchar las reivindicaciones que los glovers visibilizaron en la plaza Glorieta de Bilbao.
Mañana domingo será el turno de Málaga y ayer viernes le tocó a Barcelona, donde más de un centenar de repartidores encabezaron una marcha que arrancó en la plaza Laetamendi a las 19.30h de la tarde. No consiguieron colapsar la aplicación, pero sí obligaron a la empresa a desactivar la zona céntrica de la ciudad como punto de reparto.
A la izquierda, foto de la manifestación de los ‘glovers‘ de Barcelona; a la derecha, foto de la aplicación, donde se ve cómo la zona céntrica está deshabilitada. Fotos cedidas
Tiene una explicación. La startup fundada por Oscar Pierre no sólo dobló el precio de pago por pedido — como ya hizo en la capital — , sino que además ofreció un pago extra de 50 euros (foto inferior derecha) durante el tiempo que duraba la protesta. “No pagaban esto desde hace un año», explica uno de los asistentes a la manifestación.
Foto cedida por los ‘riders‘ de Glovo. A la izquierda, la imagen de altas horas de demanda, en las que se paga el doble; a la derecha, la oferta de 50 euros extra por cada hora de trabajo desde las 19.00h hasta las 23.00h.
No obstante, los riders díscolos de Glovo se están coordinando a escala nacional para seguir presionando con más fuerza. Sus reivindicaciones están claras: si bien la idea de pasar a ser trabajadores por cuenta ajena no es prioritaria — muchos de ellos quieren seguir como autónomos — , consideran que las condiciones actuales se han devaluado en los últimos meses.
“Tengo ansiedad, están jugando con mis ingresos”
Los glovers coinciden en que, además, se han introducido cambios que les perjudican. “Tengo ansiedad, están jugando con mis ingresos. Lo primero que hago todos los días nada más despertarme es mirar la aplicación”, empieza Fernando (nombre ficticio). ¿El motivo? Los cambios en el sistema de puntuación, en el que la valoración del usuario, introducida hace un par de meses, pondera en exceso el resultado final.
Creen que esto es totalmente injusto. “Con solo que un cliente me dé mala puntuación, por ejemplo, porque el partner (restaurante) me entrega el pedido incorrectamente o tarde, a mí me puntúan de manera negativa». Esto, añade Fernando, «provoca que en los próximos días pase a trabajar la mitad de horas”.
Otro de los puntos de conflicto es la falta de protección. “Yo sé que he llevado hasta droga”, explica Juan (también nombre ficticio), que cuenta el miedo que pasa cuando sabe que la lleva encima. «Es lo que sucede cuando das la posibilidad de llevar cualquier tipo de paquete sin poder comprobarlo. ¿Qué pensarías si te toca enviar un pedido de bolsas de ropa sucia a las dos de la madrugada? ¡Es escandaloso!”.
Las oficinas, blindadas con seguridad privada
La tensión entre los glovers y la gente de la oficina ha escalado en cuestión de meses. Diferentes fuentes confirman a este medio que en las oficinas de Barcelona, en la sede, se han visto obligados a contratar seguridad privada por miedo a que alguno de los repartidores agreda a uno de los jefes de operaciones. Glovo, por su parte, desmiente este extremo y asegura que no han sentido «ninguna tensión en las oficinas» y que «la relación con la gran mayoría de los repartidores es excelente».
Las últimas informaciones apuntan a que en las próximas semanas se podría introducir una nueva tarifa en Barcelona en la que la empresa se compromete con los clientes a que sea gratuito cualquier pedido que tarde más de 29 minutos en entregarse. «Eso es mucha presión, va directamente contra nosotros», cuentan. «No entendemos como en las reuniones que tenemos nos dicen que no hay dinero y que hay que recortar los bonos… y luego salen con esto».
Glovo facturó el pasado año 17 millones de euros, pero dio 9 millones de pérdidas. La startup, basada en un negocio que se alimenta de márgenes muy estrechos, ha crecido a través de rondas de financiación —seis en tres años—, hasta alcanzar una valoración cercana a los 250 millones de euros.
La última, de 115 millones de euros, estuvo marcada por la entrada en el capital de Delivery Hero, que lideró la operación; Amrest, dueño de La Tagliattela, que se quedó con el 10% de la compañía, el fondo francés Idinvest, y Rakuten, que ya estaba presente en el capital.