¿Pasaportes para los robots? Malta inicia el debate
El Ejecutivo maltés delibera sobre cómo instituir un tipo de prueba para otorgar la nacionalidad a los robots
Del abanico de debates en torno a la inteligencia artificial, la automatización y la invasión de los robots, Malta opta por uno en la categoría de improbables. Después de que Arabia Saudí concediera la primera ciudadanía a un robot, el Gobierno maltés coge el testigo y abre el debate sobre cómo instituir un tipo de prueba de nacionalidad para robots naturalizados y la posibilidad de que los asistentes personales tengan pasaporte.
Malta.ai es el grupo de trabajo del Ministerio de Servicios Financieros, Economía Digital e Innovación encargado de diseñar una estrategia nacional para la inteligencia artificial con el objetivo de colocar a Malta en el top 10 de los países comprometidos con esta tecnología. Y uno de sus primeros proyectos va sobre la ciudadanía de los robots, vaticinando que llegará un momento en que esa decisión será urgente.
El argumento no es tan disparatado como parece: las leyes están diseñadas para las personas y las organizaciones, que hasta ahora han sido las únicas capaces de asumir responsabilidades. Pero a medida que las máquinas pasan de herramientas útiles a configuraciones sofisticadas con una inteligencia similar a la humana, los legisladores deberán buscar la forma de meter estos humanoides en el sistema legal.
La alternativa: tratar los robots como corporaciones
Malta.ai diseña la estrategia de ciudadanía de los robots de la mano de SingularityNET, un proyecto de inteligencia artificial que impulsó a Sophia, la humanoide desarrollada por la empresa china Hanson Robotics, a la que Arabia Saudí concedió ciudadanía en 2017. (Conviene remarcar que la noticia de la robot saudí fue considerada por muchos expertos como una estrategia de marketing para atraer inversión tecnológica).
El consejero delegado de SingularityNET, Ben Goertzel, recuerda que, «si eres un ciudadano nacionalizado de EEUU, debes someterse a una simple prueba sobre la constitución y el gobierno». «Y en eso he estado pensando: en qué pruebas se pueden administrar a una inteligencia artificial o a un robot controlado por esta tecnología para que sea razonable considerar la posibilidad de darle ciudadanía», añadió.
En su opinión, para evolucionar las designaciones legales que separan la vida y la artificialidad, habrá que crear inteligencias artificiales que entiendan las leyes de los países, respondan correctamente las preguntas sobre esas leyes, y respeten esas reglas en situaciones de la vida real. Lo mismo aplica a los coches autónomos, sobre los que también hay debate respecto a quién será el último responsable de sus errores.
Adaptar la inteligencia artificial al mundo real
La mesa redonda se resume bajo la pregunta de cómo adaptar la tecnología inteligente –nunca vista en la historia de la humanidad– al mundo en el que vivimos. Y no va solo sobre ciudadanías y pasaportes, sino también sobre impuestos (Bill Gates está entre quienes proponen un tipo a los robots) y los estándares éticos para el desarrollo de las máquinas (algo que ya pide el Parlamento Europeo).
Otros difieren de Goertzel respecto a los pasaportes, como es el caso del autor del libro Robot Rights, David Gunkel, que aún no ve razón para dar ciudadanía a los robots y en cambio propone usar una figura jurídica similar a la persona corporativa, al explicar que las corporaciones también son un ente artificial que existe en el marco legal sin necesidad de concederles una nacionalidad.
El debate apenas comienza, pero también lleva a otras dudas. «En un mundo donde los derechos humanos están lejos de ser un problema resuelto, parece un poco burdo comenzar a discutir los privilegios de las máquinas que aún no se han inventado», dijo el medio especializado Inverse.