Mas trata de aplacar a Duran Lleida que ya da por rota CiU

El President se entrevistará en las próximas horas con la cúpula de Unió para reconducir la situación tras la bronca en el grupo parlamentario en el Congreso

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Luz roja. Esta vez sí. Los dirigentes más veteranos de CiU consideran que la federación difícilmente mantendrá su unidad después de las elecciones municipales. Y eso es mucho, porque han vivido en repetidas ocasiones broncas internas de enormes proporciones. El hecho es que el President Artur Mas ha citado a la cúpula de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida, Joana Ortega y Ramon Espadaler, para reconducir la situación. Será en las próximas horas, cuando la agenda oficial del President lo permita, y buscando la máxima discreción.

Mas sabe que no es el mejor momento para mostrar un distanciamiento con Unió, en vísperas de las elecciones municipales. Pero también es consciente de que en algún momento se deberá tomar una decisión. Hasta aquí han llegado los dos socios de federación, con proyectos distintos y, con dirigentes diferentes que ya no se entienden personalmente.

Tramitar una ley, al margen del voto final

El hecho concreto esta vez es la votación de la ley antiterrorista contra el yihadismo. Se trataba, sólo, de tramitar la toma en consideración de la ley, para que, una vez en el trámite parlamentario, cada fuerza política adoptara una posición.

El grupo de CiU, históricamente, ha votado siempre a favor de esas tomas en consideración. «Lo que pase posteriormente es totalmente respetable, pero siempre se ha querido que una ley se pudiera tramitar, y eso es lo que se acordó con Convergència», señalan fuentes de Unió.

Duran, desautorizado

El acuerdo lo había alcanzado Josep Sánchez Llibre con el portavoz adjunto, Pere Macias. Pero llegó una orden de Barcelona, por parte de Josep Rull, el coordinador general de Convergència, y el coordinador general adjunto, Lluís Maria Corominas, en la que se pedía a los diputados de Convergència una abstención. La decisión dejó a Macias desairado y para Duran Lleida supuso una total desautorización.

La reunión con Mas «será dura», se apunta, porque se pondrán sobre la mesa todas las cuestiones espinosas de los últimos dos años. Lo que se dirime ahora no es una diferencia sobre el proyecto soberanista. Es algo más importante.

La posición de Rull, no reconocida por Unió

Unió no puede pasar por alto que el grupo de CiU en el Congreso, que dirige Duran Lleida sea puenteado por Josep Rull, a quien tampoco se le reconoce su autoridad, entre otras cosas porque Artur Mas tampoco se la ha concedido. Rull no es el secretario general, es el «coordinador general», y está a la espera de un congreso de Convergència que no tiene fecha, para que se ratifique su papel de futuro en el partido.

En eso no hay diferencias. Joana Ortega, la vicepresidenta del Govern, querellada por haber participado en la organización del 9N, junto al President Mas y la consellera d’Ensenyament, Irene Rigau, –votó sí-sí en esa consulta, como el más independentista de los convergentes según ella misma admitió– arropa por completo a Duran. Y también Ramon Espadaler, el secretario general de Unió, apoya al máximo dirigente del partido.

Mas tratará de seguir adelante, de no romper nada antes de hora. Pero Duran considera rota la federación.

El debate interno de Unió, pendiente

El problema podría ser de orden interno. Pero, precisamente esa votación en el Congreso podría ser determinante. Duran controla el comité de gobierno de Unió, pero no el consejo nacional del partido, si de lo que se trata es de apostar o no por un proyecto netamente independentista. La mayoría de cuadros de Unió, y de militantes apuestan por la independencia. Y Duran se podría encontrar en una posición muy incómoda.

Pero otra cosa es que Convergència haya dejado en evidencia a Duran. Por ello, con o sin Duran, Unió podría seguir un camino propio después de las elecciones municipales de mayo y buscar una opción en solitario o en coalición con otras fuerzas políticas en las elecciones autonómicas del 27 de septiembre.

«Esta vez se han roto demasiadas cosas», insisten los democristianos, que ya han dejado claro, en boca de Sánchez Llibre que difícilmente habrá más reuniones del grupo de CiU en Madrid.

 

 

 

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