Macron y Valls hurgan en la herida de Rivera
Rivera, en la encrucijada de qué hacer con Sánchez, recibe otro revés del Eliseo tras intentar desactivar la pulla que le lanzó Macron la semana pasada
Albert Rivera afronta un dilema irresoluble: mantener su postura de dar la espalda a Pedro Sánchez o facilitar su investidura para garantizar la gobernabilidad. Rivera se mantiene aferrado firmemente a la primera opción, pero el pressing para que se decante por la segunda no para de subir de graduación.
Este jueves, la tensión se hizo palmaria. No solo porque Rivera haya estrenado esta semana un nuevo enemigo en la persona de su exsocio Manuel Valls, que, de declaración en declaración, no deja de hurgar en la herida, sino porque el gobierno francés volvió a sacarle los colores.
Rivera, en una visita a Bruselas en la que buscó y encontró cobijo entre la familia liberal europea, trató de desmentir los toques de atención recibidos por parte del Eliseo, empezando por el presidente francés, Emmanuel Macron, por buscar el apoyo de Vox, aunque sea delegando cualquier negociación con los de Santiago Abascal en el PP.
Rivera, en declaraciones a los medios, explicó que la familia liberal europea le había transmitido su apoyo, que hizo extensivo al gobierno francés, con quien dijo haber hablado «directamente». «Apoyan nuestros pactos, incluso nos han felicitado», dijo el presidente de Cs, refiriéndose tanto a Andalucía como a los pactos cerrados en los últimos días. Pero poco después, el Eliseo precisaba que ni Macron ni nadie en su nombre había hecho tal cosa. “El presidente no ha pronunciado esas palabras ni en público ni en privado”, dijeron fuentes del ejecutivo citadas por EFE.
Rivera se atrinchera
El líder de Cs ha optado estos días por cerrar filas y atrincherarse ante las críticas. La maniobra de este jueves en Bruselas trataba de taponar la vía de agua abierta cuando la semana pasada Macron y su ejecutivo explicitaron su descontento con la negativa del partido naranja a fijar con Vox un veto como el que sí ha establecido con Pedro Sánchez. Pero el inmediato desmentido del Eliseo volvió a abrirla. La creciente sintonía entre Macron y Sánchez y la conexión francesa del primero con Valls no dejan de dar disgustos a Rivera, que asocia las críticas vertidas desde París a la influencia del ex primer ministro francés, algo que pesó en la decisión de romper definitivamente con este último, que ni lo confirma ni lo desmiente..
Rivera reaccionó a la decisión de Valls de facilitar la investidura de Ada Colau en Barcelona dándole la patada y, de paso, birlándole al ex primer ministro francés uno de los tres concejales independientes de que disponía, el exministro socialista Celestino Corbacho. Y después, frente a la locuacidad de Valls, ha optado por imponer un mutismo que empezó a aplicarse este jueves.
Consigna: ignorar a Valls
La consigna dictada por la dirección del partido es no reaccionar a las declaraciones del líder de Barcelona pel Canvi, ahora de gira por los medios para sacarle los colores a Cs a base de reprocharles una y otra vez su laxitud con Vox; su negativa a evitar que en Barcelona fuera investido un alcalde independentista, Ernest Maragall, y una beligerancia ante Sánchez que busca que este se entregue en los brazos del independentismo como única opción si quiere evitar unas nuevas elecciones.
“No vamos a dedicar esfuerzos en hacer oposición al señor Valls, que a él parece que sí que le interesa hacerle la oposición a Cs”, sintetizaba el secretario general del partido, José Manuel Villegas en una entrevista en Antena 3. “No haremos de comentaristas de los comentarios del señor Valls”, zanjaba en el Parlament la diputada Sonia Sierra. Rivera, por su parte, ni nombraba a su antiguo socio reciclado en bestia negra. Y, preguntado por él, se limitaba a mostrar su orgullo por no haber contribuido a hacer alcaldesa a Colau.
Rajoy y Sánchez hacen sus peticiones
La debilidad de la posición de Cs, en cuyo seno y entorno también proliferan las voces que piden a Rivera y que capitule y facilite la investidura, es notoria, y sus rivales, más allá de Valls, han olido sangre. Este jueves, hasta el expresidente Mariano Rajoy abogó por un acuerdo PSOE-Cs en aras de la gobernabilidad. Nada le pidió al PP, en cambio.
Sí lo hizo Pedro Sánchez, que, desplazado también a Bruselas, y con ERC sacando la cabeza para tentar a los socialistas recordándoles que su abstención sigue siendo una opción, trasladó la responsabilidad de su investidura a los de Rivera y los de Pablo Casado, a los que, por otra parte, no consta que les haya propuesto nada. “La responsabilidad de PP y Cs, como partidos que se dicen de Estado, es facilitar la investidura, no bloquear y garantizar una cierta estabilidad al Gobierno de España». La cuestión es si, visto el pressing a Rivera, Sánchez espera que la iniciativa sea de este último, y si pretende negociar o simplemente que le apoyen por eso que se da en llamar “sentido de Estado”. Es decir, a cambio de nada.