Los herederos de Muñoz Ramonet devuelven el ‘goya’ y ‘el greco’

Los herederos del magnate Julio Muñoz Ramonet entregan a Barecelona dos cuadros valorados en 7,5 millones de euros después de recibir un varapalo judicial

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El Ayuntamiento de Barcelona ha recuperado un cuadro de Francisco de Goya y otro de El Greco. Forman parte del legado artístico que el magnate Julio Muñoz Ramonet donó a la ciudad pero que, tras su muerte en Suiza en 1991, sus herederos se negaron a entregar. Los tenientes de alcalde Jaume Collboni y Jaume Assens anunciaron este jueves que las obras ya están en Barcelona.

Se trata de la Aparición de la Virgen del Pilar, de Francisco de Goya, y de La Anunciación, de El Greco. Están valorados en más de 7,5 millones de euros. En estos momentos se encuentran depositados en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Cataluña (MNAC). Hasta ahora estaban en posesión de Manuel Castelo Muñoz, nieto de Julio Muñoz Ramonet.

Diversas sentencias judiciales, incluida una del Tribunal Supremo de 2012, obligaban a devolver las obras, pero Castelo sigue manteniendo que nunca han formado parte del legado de su abuelo. Asegura que Julio Muñoz Ramonet las entregó a su padre, cuando los dos estaban en vida, a cambio de 225 millones de pesetas. Sin embargo, no lo ha podido demostrar ante los tribunales. El Consistorio pidió la intervención policial para que devolviera las obras.

Varapalo judicial

Los herederos de Muñoz Ramonet han recibido un doble palo judicial. En el largo litigio que les enfrenta al Ayuntamiento de Barcelona por la propiedad del legado artístico del finado, dos jueces distintos se han pronunciado a favor de los intereses de la ciudad y, por lo tanto, en contra de las reclamaciones de la familia. Guillem Soler, del juzgado de primera instancia número uno de Barcelona, ha desestimado todas las alegaciones interpuestas por Castelo.

Además, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha dado la razón al Ayuntamiento en una demanda interpuesta por las cuatro hijas de Muñoz Ramonet. Estas mantenían que una institución pública, como es el ayuntamiento, no podía crear una fundación privada para gestionar el legado artístico y el palacete de la calle Muntaner donde residió Muñoz Ramonet.

No obstante, la familia no da la batalla judicial por finalizada. Ni mucho menos. Las hijas y quien fuera su albacea testamentario, el notario suizo Romano Kunz, reclaman que se revise en los juzgados las últimas voluntades del difunto. A su entender, se malinterpretó su testamento, escrito en alemán. Mantiene que se tradujo erróneamente el concepto de «patrocinio» por el de «patronato» y que, en realidad, la voluntad de Muñoz Ramonet era que el legado barcelonés lo gestionaran sus hijas con la colaboración del Ayuntamiento.

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