JpC y ERC recrudecen su guerra fría en la recta final de la investidura
ERC avisa que hará "lo que sea" para evitar elecciones y replica a los ataques por su renuncia a la unilateralidad reivindicando su pedigrí independentista
A medida que se acerca el 22 de mayo, fecha límite para la investidura, y que Carles Puigdemont sigue tensando la cuerda, ahora con el nuevo amago de intentar ser teleinvestido, la guerra fría entre Junts per Catalunya (JpC) y ERC se recrudece. El nuevo requiebro del expresident, además, coincide con la lluvia de reproches que vía redes sociales le han caído a Esquerra por la nueva ponencia política que quiere aprobar en verano, y en la que formaliza su renuncia, al menos a corto y medio plazo, a la vía unilateral a la independencia.
Los republicanos tienen motivos para estar con la mosca tras la oreja. Pese a que el mismo portavoz adjunto de JpC, Eduard Pujol, ya dijo hace días que los suyos no se planteaban llegar al escenario de la desobediencia, la insistencia de Puigdemont en ser el candidato, sustentada en la premisa de que la reforma de la ley de presidencia todavía no ha sido recurrida por el gobierno de Mariano Rajoy ante el Tribunal Constitucional (TC), vuelve a poner la pelota en el tejado de ERC, porque vuelve a empujar al presidente del Parlament, el republicano Roger Torrent, a las puertas de desobedecer al TC.
La revancha de octubre
Si se decantara por la segunda opción, JpC siempre podría alimentar el discurso, la mar de útil para los puigdemontistas si finalmente se agota el plazo y se convocan elecciones, de que son los de Junqueras los que han sido tibios, los que esta vez han frenado antes, en una especie de revancha de Puigdemont por los hechos de final de octubre, cuando la reacción de ERC a su decantación por la convocatoria electoral fue uno de los motivos que le arrastraron a cambiar de opinión y dar luz verde al pleno de la declaración unilateral de independencia que precipitó la aplicación del 155.
En ERC no faltan voces que entienden que son objeto de un pressing por parte del expresidente y su núcleo duro para responsabilizarles si finalmente se agota el plazo sin investidura y por tanto vamos de cabeza a unas nuevas elecciones que se celebrarían el 15 de julio. “Son cautivos de su propio discurso de campaña”, el que prometía el regreso de Puigdemont a Catalunya, “y han de buscar un culpable de que no pueda ser presidente”, interpretan fuentes del partido.
Los republicanos solicitaron el sábado una reunión con los de Puigdemont, y este lunes al mediodía todavía esperaban respuesta
Por ahora, los republicanos tienen herramientas para zafarse del abrazo del oso. Para empezar, porque la reforma de la ley de presidencia todavía no ha entrado en vigor, al no haber sido publicada en el Diario Oficial de la Generalitat (DOGC), un trámite que ahora está en manos del gobierno central, que tiene 15 días para hacerlo y que además, ahora que ya dispone del preceptivo dictamen del Consejo de Estado, prevé recurrirla al TC de forma inminente, lo que comportaría su suspensión cautelar automática.
Solo en el hipotético e improbable caso de que la norma se publicara en el DOGC antes de su suspensión, JpC podría alegar que hay margen para convocar el pleno de investidura, colocando a Torrent en la tesitura de hacerlo pese a las medidas cautelares dictadas en enero por el propio Constitucional, que prohíben la investidura a distancia de Puigdemont. De todos modos, la nueva portavoz nacional de ERC, Marta Vilalta, explicó este lunes que el sábado, los republicanos solicitaron una reunión con los de Puigdemont. En ese sentido, el mantra de Esquerra es claro: cualquier paso a partir de ahora se decidirá “conjuntamente” con JpC.
Pressing de doble sentido
El pressing, eso sí, es de doble sentido. Así, Esquerra hace como si oyera llovera cuando JpC insiste en Puigdemont y reitera, como lleva semanas haciendo, en la necesidad y la urgencia de una “investidura efectiva” para poder formar un gobierno y así “cumplir el mandato” de las elecciones del 21-D, condición necesaria “aunque no suficiente” para “recuperar las instituciones”, admite Vilalta, que remarcó que ERC trabajará “incansablemente para evitar las elecciones” porque “no son buenas para el país”.
Pero, ¿hasta dónde llegarían para evitarlas? “Se hará lo que sea necesario”, dicen fuentes de la formación, sin aclarar si eso implica que, en última instancia, ERC presentaría un candidato propio. Este lunes a la portavoz le preguntaron hasta cuatro veces por esa posibilidad, y hasta cuatro veces ha escurrido el bulto. “Ahora no estamos en ese escenario”, se limitó a repetir.
Coraje y autocrítica
Los republicanos también tienen necesidad de reivindicarse tras los ataques recibidos desde sectores soberanistas a su nueva ponencia política, en la que admiten que la vía unilateral culminada en la fallida declaración de independencia del 27 de octubre no ha dado frutos, y que al independentismo, pese a su crecimiento, aún le falta peso demográfico y fuerza para conseguir sus objetivos.
El argumentario a partir de ahora comportará insistir en el pedigrí independentista del partido como garantía de que ERC no está renunciando a nada, salvo a un cortoplacismo que se ha demostrado muy poco realista. Eso y dar valor a la “valentía” y el “coraje”, dice la portavoz, que supone ser los primeros en hacer “esta reflexión y este análisis que ahora mismo no está haciendo nadie más” entre el soberanismo.