ERC deja a Sánchez e Iglesias sin legislatura
El abandono de ERC, muleta principal del Gobierno de Sánchez e Iglesias, deja la legislatura herida de muerte. La estabilidad queda en manos de PP y Cs
El impacto del anunciado voto en contra de ERC a la prórroga del estado de alarma va más allá de las fases de desescalada, puesto que deja la legislatura prácticamente herida de muerte. Ahora, la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias queda en manos de PP y de Cs, imprescindibles para alargar el periodo de excepcionalidad política inaugurado el 14 de marzo.
De la misma forma que el apoyo de ERC fue fundamental para dar paso al Gobierno de coalición, su estocada ante la votación de este miércoles deja al Gobierno sin socios en un momento particularmente delicado de la crisis del coronavirus, justo cuando se busca la manera de reactivar el país sin dar pasos en falso. En ese justo momento, ERC ha decidido apearse del tren de coalición.
Sánchez, Pablo Iglesias y Oriol Junqueras tejieron una relación sumamente frágil durante los últimos cuatro meses, en la que la confianza siempre estuvo en entredicho y cuya base fue siempre la mesa de diálogo para negociar una salida al proceso soberanista.
Arrollado del mapa el procés por la abrupta irrupción de la pandemia, ERC se ha encontrado incómoda en el tablero español, arrimando el hombro con un gobierno al que acusan de vaciar de competencias a la Generalitat con el dichoso estado de alarma.
Es impensable ahora que ERC reúna ni los argumentos ni la fiabilidad necesaria para retomar la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalita. Si finalmente Sánchez consigue aprobar la prórroga del estado de alarma con una abstención del PP, el creciente enfado de los republicanos por la invasión competencial seguirá en aumento, sobre todo porque el Gobierno pretende encadenar todavía varias prórrogas de la alarma, al menos hasta el inicio del verano. Sin socios, sin presupuestos, sin más remedio que asumir una mesa de diálogo soberanista y condicionado por las elecciones autonómicas de País Vasco y Cataluña, todo los caminos parecen dirigirse al fin de la legislatura.
El aviso de Rufián
Gabriel Rufián avisó recientemente, consciente de que aún en plena pandemia tenía el futuro del Gobierno en sus manos. «¿Cúanto les importa la legislatura?», interpeló al Ejecutivo la anterior semana, en la sesión de control en el Congreso de los Diputados. «¿Son conscientes de la alternativa a no dialogar, a no informar, a no entenderse con nosotros? Es Torquemada Abascal y sus colegas, los que consideran que comer es socialcomunista. Esa es la alternativa a no dialogar con nosotros», insistió.
La trascendencia de la votación de este miércoles en la Cámara baja es comparable a la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado. Medirá la estabilidad del Gobierno. Sánchez tiene en contra a casi la totalidad del espacio de la derecha y a sus propios socios nacionalistas e independentistas. Incluso si consigue salvar la prórroga del estado de alarma con el apoyo —activo o pasivo— de PP, PNV y Ciudadanos será un remedio efímero por las grandes distancias que separan a los nacionalistas vascos y los naranjas, sin hablar ya siquiera de Podemos.
Después de consumar la amenaza de que acabe la legislatura, Rufián afirmó este lunes en un mensaje en Twitter que «nada cae si el estado de alarma cae». El portavoz de ERC defendió su «no» a la prórroga como propio de una formación que practica «horizontalidad y corresponsabilidad». Pero la situación es más compleja, puesto aun diciendo que «nada cae» el PSOE va a tomar nota de los socios que le acompañan. Y la confianza está en unas de sus horas más bajas en esta relación.
¿Abstención del PP?
La decisión de ERC podría decirse que facilita a Pablo Casado su argumento contra la prórroga. Podría alegar que por qué debería apoyar el estado de alarma el PP cuando ni siquiera lo apoyan los socios esenciales de la investidura. Pero el Gobierno, como ya ha empezado a hacer, no ha tenido pudor en culpar al PP de las desgracias que vengan a continuación si España suspende el estado de alarma. O estado de alarma o caos, vino a decir el Gobierno para presionar con todo al PP y lograr su abstención.
Una abstención de los de Casado, sin duda, daría aire a Sánchez durante dos semanas más, pero —al igual que hacerse de los apoyos de PNV y Cs (y mantenerlos en el tiempo) para llenar el vacío que deja ERC— no alcanzaría para acabar la legislatura. En todo caso, el PP ha lanzado una nueva lista de exigencias al Gobierno para no votar «no» a la prórroga, por lo que su mensaje ha sido implícitamente el aviso de una abstención, aunque en todo momento amenazando con sumarse a los votos negativos.
El estado de alarma, previsiblemente, acabará, ya sea el 10 de mayo o después. Y cuando la crisis sanitaria alcance una cierta estabilidad, a Sánchez le esperará no solo una dura rendición de cuentas ante una oposición que ya se ha hecho de un argumentario virtualmente a prueba de balas contra su gestión, sino que también debera afrontar la cuenta atrás de un cambio de legislatura al saberse ya que su frágil mayoría parlamentaria se rompe en pedazos.