El PSC presiona a ERC para salvar a Pedro Sánchez
Los de Iceta no supeditan la negociación presupuestaria de Moncloa a la de la Generalitat, pero avisan: sin Presupuestos habrá menos inversión en Cataluña
El escritor americano Frank Herbert solía decir que «no hay secreto para el equilibrio; solo tienes que sentir las olas». Al margen de la borrasca Gloria que ha azotado España desde el pasado fin de semana, el oleaje político al que se enfrentan los socialistas catalanes evidencia cada vez más que la simetría de posturas probará ser el principal reto para los de Miquel Iceta en los próximos meses, habida cuenta de la comprometida posición en la que se encuentra el partido tras el pacto PSOE-ERC que facilitó el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Si de «sentir las olas» se trata, el PSC está ahora mismo en altamar intentando domar corrientes contrarias que saltan desde todas las direcciones y que, de alguna u otra forma, le competen. El acuerdo presupuestario alcanzado este lunes entre el Govern de Quim Torra y los comuns dirigidos por Ada Colau es prueba de ello. Rechazando una postura positiva al momento de votarlos en el Parlament, la formación liderada por Iceta ha planteado al inicio de esta semana un mecanismo de presión a Esquerra Republicana apuntando a la resistencia de Sánchez en Moncloa.
La portavoz del PSC en el Parlament, Eva Granados, ha reaccionado al anuncio del acuerdo de los Presupuestos de la Generalitat –por parte de Pere Aragonès (ERC) y Jéssica Albiach (Catalunya en Comú-Podem)– calificando las cuentas de Torra de «papel mojado» si no se aprueba el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE), para el que es imprescindible el apoyo de Esquerra. Ha advertido sutilmente a ERC de que tumbar otra vez las cuentas del Ejecutivo central evacuaría la esperanza financiera que impera en el Govern.
El equilibrio es un desafío descomunal para los socialistas catalanes ahora mismo. Granados ha afirmado que una abstención de su partido en la votación de los presupuestos catalanes no se cambiará por el aval de ERC a las cuentas estatales en el Congreso de los Diputados. «Pensamos en el interés general; lo que haremos es valorarlos como Presupuestos de la Generalitat para ver si es positivo para el conjunto de los catalanes», ha añadido, tras recordar que Torra dio la orden de que las cuentas tenían que servir para ejercer la autodeterminación.
La portavoz parlamentaria del PSC no ha querido mojarse a tempranas horas y ha esquivado las preguntas sobre si la formación podría abstenerse en la votación de los presupuestos de la Generalitat, subrayando –eso sí– que la decisión que se tome no tendrá en cuenta hipotéticas contrapartidas en otras administraciones. Un discurso que contradice su velada oferta de más inversión en Cataluña si se aprueban los PGE en el Congreso, recordando los 2.000 millones de fondos extra que prevía el proyecto del Gobierno –tumbado por los independentistas– en 2019.
El fantasma del tripartito se abre paso
La principal pata de las negociaciones presupuestarias del Gobierno de Sánchez es ERC, que a su vez es fundamental para sacar adelante las cuentas de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona. El Govern catalán de JxCat y ERC solo necesita del apoyo de los comuns –con quienes negoció sus presupuestos– para avalar el aumento del gasto y el hachazo fiscal que contempla su proyecto, mientras que el consistorio de Colau y Jaume Collboni (PSC) previsiblemente se asegurará su mayor presupuesto histórico con el «sí» de Esquerra y JxCat.
Colau y Torra comenzaron a negociar las cuentas municipales y autonómicas desde antes de las elecciones del pasado 10 de noviembre, pero el resultado electoral y el pacto PSOE-Unidas Podemos acabaron por despejar el panorama: todos se necesitan los unos a los otros para sobrevivir. Y el PSC, que no tiene ambición de romper España y quebrar la Constitución, ha tenido que cerrar filas con ERC y JxCat cuando menos en el Ayuntamiento de Barcelona, donde este lunes también han celebrado la llegada a buen puerto en las negociaciones del presupuesto.
Por más que Granados salga ante las cámaras a asegurar que los PGE no están supeditados al presupuesto de la Generalitat, lo cierto es que desde Ferraz quieren contentar a Esquerra siempre que sea posible. Y también es cierto que las alianzas presupuestarias en Barcelona y en la Generalitat benefician a Sánchez en su prospecto de finalmente tener unas cuentas ratificadas en el Congreso, su talón de Aquiles en la pasada legislatura. Pero el PSC también debe cuidar su talante, máxime si exige que Torra convoque elecciones autonómicas pronto.
En ese sentido, las declaraciones de los comuns –una confluencia de Podemos que, pese a apoyar los presupuestos de la Generalitat tras negociarlos con Torra, también demanda urnas– arrojan un poco de luz sobre la posible estrategia del PSC. Las cuentas del Govern serán «la primera piedra de un gobierno progresista», ha asegurado Jéssica Albiach este lunes, aupada por la «esperanza» tras la formación de la coalición del PSOE y Unidas Podemos, un escenario que les gustaría también repetir en Cataluña tras saberse «agotada» la alianza JxCat-ERC.
No por nada el fantasma de una reedición actualizada del tripartito acecha desde hace unas semanas. El PP catalán lo revivió este mismo lunes al valorar el acuerdo de los Presupuestos de la Generalitat, alertando de que son «la suma de lo peor: procés con tripartito», según el secretario general de la formación, Daniel Serrano. «Son los presupuestos del doble populismo, de la izquierda populista y el separatismo; una mezcla tóxica para la libertad y para la economía», ha sentenciado.
Si los próximos resultados electorales se lo permiten, el PSC previsiblemente seguirá entendiéndose con ERC con miras a poner pie en la Generalitat, previa condición de que los de Oriol Junqueras sigan facilitando las cosas en Madrid. Con Podemos ya mismo en la Moncloa y el antecedente reciente de la alianza del PSC y Colau en Barcelona, los comuns se convertirían también en un socio estratégico de Iceta, que a mediados de diciembre dio rienda suelta a la avidez cuando dijo: «Quiero ser el próximo presidente de Cataluña».