Dardo a Carles Puigdemont: su partido puede romperse
El partido independentista Junts per Catalunya puede terminar dividiéndose entre los independentistas más radicales y los postconvergentes
La marca Junts per Catalunya, inventada por el expresidente para las elecciones posteriores al 1 de octubre, es propiedad del partido heredero de Convergència. La relación es complicada y desde el PDeCAT no encuentran cómo establecer perfil propio, más alejado del conflicto directo contra el Estado. El atractivo en las elecciones de Carles Puigdemont funciona y los neconvergentes no logran contrarrestarlo.
Ahora, el exconseller Santi Vila, condenado por el Tribunal Supremo a un año y ocho meses de inhabilitación por desobediencia, ve «muy probable» que, al acabar el ciclo electoral, haya una «escisión» entre las «dos almas» representadas dentro del espacio de JxCat, porque su convivencia previsiblemente «será insostenible».
Las dos caras de la moneda
Los conflictos internos de Junts per Catalunya se han vuelto crónicos y han aflorado antes de elecciones. Por un lado, Carles Puigdemont, líder del partido y fugado a Bruselas, mantiene su discurso más rupturista en que defiende que quiere agrupar a personas “comprometidas a hacer efectivo el mandato del 1 de octubre y alcanzar la independencia del país, personas con ideologías diversas, que representan el territorio”.
El mandatario quiere utilizar su partido recién fundado de La Crida para presionar a la otra ala del partido, la más neoconvergente encabezada por David Bonvehí, el coordinador general del PDeCAT. Bonvehí y su equipo se ha resistido en numerosas ocasiones a los planes de Puigdemont pero siempre se repite la misma tónica y terminan subyugados a los deseos del entorno del ex presidente de la Generalitat.
La Crida, un partido que no termina de gustar a los postconvergentes, lo impulsó el propio Puigdemont, junto a sus principales colaboradores, como el historiador Agustí Colomines, los diputados Aurora Madaula y Josep Costa, y se apostó por la presidencia de Jordi Sànchez, desde la prisión.
Para David Bonvehí, Junts per Catalunya tiene que ser transversal para que personas de centro-izquierda y de centro-derecha pueden sentirse cómodas, extendiendo los brazos a la amplitud ideológica desde posiciones liberales o socio-liberales.
La opinión de Santi Vila: no hay futuro
Vila ha sido claro en sus últimas declaraciones: “Se perciben dos sensibilidades muy marcadas dentro de JxCat: una neoconvergente, que tiene clarísimos los límites en los que hay que inscribir una protesta, y otro reducto de dirigentes neófitos en este espacio político, que han llegado hace muy poco y forman parte de una tradición extraña al espacio convergente”.
Es posible que la mala convivencia entre los recién llegados de este nuevo partido de Puigdemont junto con los postconvergentes no haya cuajado y eso les pueda llevar a una escisión, a pesar de que llevan tiempo intentando mantenerse unidos.
Vila insiste «veremos si esto es compatible durante mucho tiempo. Yo tengo la impresión de que no. Auguro que, después del ciclo electoral en Madrid y en Barcelona, será inevitable la implosión porque se intuyen dos ideas de la sociedad catalana radicalmente distintas».