Junts per Catalunya: la inacabable guerra de Puigdemont
El lĂder huido impone de nuevo su ley despuĂ©s de que sectores de su formaciĂłn cuestionaran a sus hombres en las listas electorales del 10 de noviembre
La tormentosa vida interna de Junts per Catalunya no se puede comparar con la de ninguna otra formación. En ninguna otra habitan tantos sectores enfrentados ni estrategias tan dispares.
Todo cabe en Junts per Catalunya con una sola condición: estar dispuesto a aceptar los caprichos de Carles Puigdemont, un líder con alergia a la vida orgánica de partido al que le gusta rodearse de fieles, tengan o no tengan carné político, y que detesta los trabajosos equilibrios internos.
Cualquier intento por contradecir sus planes ha sido neutralizado con toda contundencia, tal y como ha ocurrido recientemente con quienes pedían una renovación en las listas de Junts per Catalunya de cara al 10-N. «Puigdemont no soporta los partidos, ni la estructura. Y esto de un partido va básicamente de aguantar a la gente», describen en la sala de máquinas del Pdecat.
Las tensiones nunca desaparecen en Junts per Catalunya, un extraño artefacto que ni es partido ni es coalición. Es, simplemente, una marca electoral sin un proyecto ideológico claro más allá de la independencia (cuya consecuencia tampoco queda clara).
La confección de las listas electorales de cara a la cita de las generales del 10 de noviembre ha vuelto a aflorar las tensiones internas de una formación sometida a la intuición, los compromisos, las facturas pendientes y las apuestas del expresidente de la Generalitat, huido a Waterloo (Bélgica).
No importa lo excéntricos que resulten sus deseos porque casi siempre se acaban imponiendo con alguna excepción. No importa que haya voces que discutan el papel de Jaume Alonso-Cuevillas (abogado de Puigdemont) como parlamentario, ni el de Míriam Nogueras como diputada y dirigente del Pdecat, ni el de Laura Borràs como estandarte de Junts per Catalunya en el Congreso. Todos ellos cuentan con la bendición del huido.
Los fieles a Puigdemont
El entorno de Puigdemont cree que ha llegado la hora de sacrificar a los políticos presos de las listas de Junts per Catalunya, pero pretende hacerlo sin ensuciarse las manos. Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull encabezaron las listas de las generales del 28 de abril por las provincias de Barcelona, Lleida y Tarragona respectivamente.
Los presos quieren repetir en las listas, según admiten algunas fuentes, aunque el entorno de Puigdemont considera que son figuras amortizadas. «Ahora mismo, la idea que hay es repetir las mismas listas del 28 de abril, que ya se hicieron a gusto de Puigdemont. Pero la verdad es que hay varios candidatos que no gustan y que convendría sustituir», dicen.
En todo caso, la voluntad de los encarcelados será respetada con casi toda seguridad porque, al fin y al cabo, sólo hay que esperar a la sentencia del Tribunal Supremo para apartar a Sànchez, Turull y Rull de las candidaturas, ya que se da por hecha su inhabilitación para cargo público.
El calendario que viene es más o menos previsible: las listas electorales se publicarán el 9 de octubre en el BOE, pero deberán modificarse si el juez inhabilita a los políticos presos. La sentencia, si no hay sorpresa, se conocerá entre el 10 y el 14 de octubre. Así que las posibilidades de que los encarcelados se conviertan en diputados electos son muy pocas.
El funcionamiento de Junts per Catalunya
La decisión de las listas, como tantas otras, se tomará al estilo de Junts per Catalunya, es decir, sin pasar por los procedimientos habituales de un partido. El mecanismo comienza a escocer.
«En los partidos hay unos mínimos órganos de control. En un movimiento no. Cuando tú no sabes quién manda… Cuando Turull se va a hacer el debate de investidura sabiendo que si iba lo meterían en la cárcel hubo varios que le decíamos no se presentara porque la CUP votaría que no. Cuando tú no sabes quién ha convencido a Turull, algo ha pasado. Y lo que pasa es que no hay unos órganos claros que toman decisiones», dicen fuentes soberanistas para describir el funcionamiento en Junts per Catalunya.
Con todo, el artefacto de Puigdemont sigue funcionando a su antojo, mientras dirigentes postconvergentes y no tan postconvergentes siguen apelando a la reordenación del Pdecat, de la Crida y de JxCat. Los amagos de escisión se suceden, los conatos de rebelión se amontonan, pero el campo magnético de Waterloo siempre acaba por determinar la dirección y la magnitud de cada paso. Y así sigue siendo.