La justicia belga deja a ERC sin argumentos para el voto delegado de Comín
Cs y PP esgrimen la negativa belga a entregar a los exconsellers para volver a pedir la retirada del voto de Comín, porque ya tiene libertad de movimientos
La decisión de la justicia belga de rechazar la entrega de los exconsellers Toni Comín, Meritxell Serret y Lluís Puig, además de un nuevo mazazo para el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, ha sido una sacudida que puede volver a modificar aspectos sustanciales del pulso que el independentismo le ha echado al gobierno y a la judicatura. Entre ellos, el futuro inmediato del papel reservado a Comín en la estrategia independentista en el Parlament.
Comín es el único exconseller de ERC que no ha descartado aceptar el ofrecimiento del presidente electo Quim Torra, que aboga por incorporar -aunque sea de forma simbólica- a los antiguos integrantes del gobierno de Carles Puigdemont en su ejecutivo. El ex titular de Salud ha operado como un verso libre respecto de la estrategia seguida por el resto de procesados de Esquerra desde que optó por fugarse a Bruselas y seguir la línea de acción de Puigdemont. Como él, Comín se negó a renunciar a su escaño en el Parlament.
El voto delegado, en cuestión
Ahora, el no belga a Llarena facilita esa restitución cuanto menos nominal de Comín en el gobierno, pero puede suponer a la vez una complicación en la cámara catalana, que avaló que pudiera delegar el voto, como hacen los diputados en prisión y también como se le concedió al expresident.
Esos dos votos delegados fueron clave para garantizar la investidura de Torra, pero están recurridos al Constitucional tanto por Cs como por el PP. Y a las pocas horas del no a Llarena, tanto el partido naranja como los populares han vuelto a pedir la retirada del de Comín, esta vez, con un argumento nuevo: al caer la euroorden, lo han hecho también las medidas cautelares que impedían al exconseller salir de Bélgica. Y ese, el de la imposibilidad para dejar el país y, por tanto, asistir a los plenos del Parlament, fue precisamente el argumento esgrimido por la mayoría independentista para autorizar su delegación de voto.
Problemas aritméticos
Si Comín no pudiera votar, y siguiera negándose, como hasta ahora, a entregar su acta de diputado, el gobierno de JpC y ERC quedaría en una situación aún más precaria que la actual. Ahora está en minoría, con 66 votos, de manera que para tirar adelante cualquier iniciativa necesita de la abstención de la CUP, que se la concedió para investir a Torra pero que ya ha dejado claro que ejercerá de oposición y que no se la garantiza en ninguna otra votación.
Pero sin el voto de Comín, la situación se complicaría aún un poco más: los postconvergentes y los de Oriol Junqueras sumarían 65, y, para tirar adelante sus iniciativas, podría no bastarles ni con la abstención de los cupaires, porque el resto de grupos también suman 65, y con un empate no es suficiente para aprobar nada.
El revés al Supremo ha vuelto a inyectar optimismo entre el independentismo porque da alas al relato legitimista al que se aferra.
Por lo demás, a las puertas de la extraña, por minimalista, toma de posesión en familia de Torra, prevista para este jueves por la mañana, el revés al Supremo ha vuelto a inyectar optimismo entre el independentismo, porque, como ya hizo el rechazo alemán a la entrega de Puigdemont, da alas al relato legitimista al que se aferra.
Durante los siete meses de aplicación del 155 y bloqueo institucional, la alimentación y difusión a escala internacional de esa versión de los hechos han constituido el eje vertebrador de la acción política de JpC y ERC. Y a partir de ahora, maniatado por el mantenimiento del control económico por parte del gobierno central e incluso por su falta de capacidad de maniobra en el Parlament, el presidente electo y su futuro gobierno lo tendrán difícil para dar pasos efectivos hacia la independencia, así que es previsible que su principal línea de acción siga siendo la propagandística. Y, en esa tesitura, no podía haber una noticia mejor para animarle a Torra la víspera de su toma de posesión.
Hurgando en la herida
El defecto de forma de la euroorden a ojos de la fiscalía y el tribunal belgas radica en la ausencia de una orden de detención nacional previa a la euroorden. En el Supremo, que acusa a la justicia belga de falta de colaboración, entienden, por el contrario, que el auto de procesamiento que el alto tribunal dictó el 21 de marzo, y en el que se sustenta la petición de entrega, ya equivale a esa orden de detención, porque ahí se fijaba la prisión preventiva para los tres exconsellers.
La decisión es inapelable, pero, al remitirse a una cuestión formal y no entrar en el fondo de la cuestión, no impide que Llarena emita una nueva euroorden que corrija los defectos que le achacan.
Los abogados de los exconsellers, hurgando en la herida del Supremo, difundieron una foto en Twitter celebrando la decisión con sus defendidos y con la etiquela etiqueta #BobDogi , en referencia al camionero rumano cuyo caso esgrimieron como precedente los abogados para alegar el defecto de forma. Y Puig advirtió que ese mismo argumento podría ser tenido en cuenta en los casos de Puigdemont en Alemania, la secretaria general de ERC Marta Rovira en Suiza y la exconsellera Clara Ponsatí en el Reino Unido.