Efecto Llarena: la suspensión de Puigdemont manda el soberanismo a la UVI
El choque frontal entre JpC y ERC, socios en el gobierno de Torra, precipita la legislatura a un escenario incierto tanto en el Parlament como en la Generalitat
La suspensión de los diputados procesados por el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena estaba cantada hace meses. Mera cuestión de tiempo, lo único con lo que no se contaba era que abriera la puerta a una eventual sustitución provisional de los mismos, que no contempla ni la ley electoral ni en el reglamento del Parlament. Pero, incluso con esa suavización no prevista, y como ya ha pasado otras veces, la previsibilidad de la medida no ha sido óbice para que haya cogido a contrapié a los partidos independentistas y haya abierto una nueva y virulenta brecha entre Junts per Catalunya (JpC) y ERC.
La bronca entre los dos socios de gobierno, despachada esta vez a pecho descubierto, con micrófonos y cámaras grabando la lluvia de reproches mutuos, ha recrudecido de un plumazo y hasta límites inesperados el enfrentamiento entre el sector puigdemontista de JpC y el presidente del Parlament, Roger Torrent, que ya caracterizó los convulsos meses transcurridos entre la constitución de la cámara tras las elecciones del 21-D y la investidura de Quim Torra como nuevo presidente de la Generalitat.
El terremoto en el seno del soberanismo es comparable al provocado el 30 de enero pasado por la decisión de Torrent de aplazar el pleno de investidura de Puigdemont
Por magnitud, el terremoto en el seno del soberanismo es comparable al provocado el 30 de enero pasado por la decisión de Torrent de aplazar el pleno de investidura de Puigdemont para evitar desobedecer al Tribunal Constitucional (TC), y tras el cual el expresident le confesó a su exconseller Toni Comín que creía que todo había terminado, en unos wattsapp que acabaron ascendiendo los titulares. Pero ahora, JpC y ERC son socios de gobierno en la Generalitat. De hecho, con la toma de posesión del ejecutivo de Torra, las fricciones entre ambas formaciones habían bajado de graduación. Hasta el subidón de este miércoles.
Mañana convulsa
La mañana de este miércoles en el Parlament fue larga y convulsa. Mientras se alargaba la reunión de la mesa en la que había que dirimir qué hacer con Puigdemont, Oriol Junqueras y los otros cuatro diputados suspendidos por Llarena, JpC explicaba a los periodistas que acabaría habiendo acuerdo. «El tema ya se ha hablado desde antes de la reunión», decía el portavoz de la formación, Albert Batet, que evitaba, eso sí, precisar si los republicanos, además de escuchar la propuesta de JpC de hacer una excepción con Puigdemont, la habían avalado.
Tras la consumación del encontronazo en la mesa, Batet pasó a hablar de un acuerdo firme previo con los republicanos que después Torrent se habría saltado. Un acuerdo que los puigdemontistas esgrimieron primero en los corrillos con los periodistas que se forman en los pasillos del Parlament, sin cámaras ni grabadoras de por medio, y luego, en la sala de prensa, y que, según ERC, nunca existió.
La coalición puigdemontista no transigió, porque pretendía excluir del acuerdo a Puigdemont
La propuesta que Torrent elevó a la mesa, en línea con lo defendido por el letrado mayor del Parlament, Joan Ridao, consistía en plantear una sustitución temporal de los diputados suspendidos por parte de otros miembros de sus grupos parlamentarios, que a la práctica, suponía una fórmula prácticamente equivalente a la delegación de voto aplicada hasta ahora con todos ellos.
A petición de JpC, el acuerdo era aplicable solo para el último pleno antes de las vacaciones, el que empezó el martes y, tras la mesa, tenía que proseguir, y en septiembre, ya se tomaría una decisión firme tras la emisión de un nuevo dictamen, esta vez encargado a la Comisión del Estatuto del Diputado.
Pero la coalición puigdemontista no transigió, porque pretendía excluir del acuerdo a Puigdemont, con el argumento de que el expresident no está en prisión y además la justicia alemana solo lo entregará por malversación, no por rebelión, el delito para el que es aplicable la suspensión. Según Batet, esa exclusión era lo que estaba pactado de antemano con ERC. El caso es que los letrados de la cámara advirtieron de que no podía establecerse ese doble rasero, según fuentes asistentes a la reunión, y Torrent advirtió que la propuesta era la que era, y la misma para todos.
Votos distintos en JpC
No contribuye precisamente a clarificar el embrollo que los dos representantes de JpC votaran distinto. El vicepresidente primero de la mesa, Josep Costa, uno de los integrantes del núcleo duro que más firmemente apoya a Puigdemont, optó por el no, mientras que el diputado Eusebi Campdepadrós optó por la abstención.
Los motivos no están claros, aunque la explicación oficial que transmitió el partido es que con esa votación escindida se pretendía evidenciar que JpC suscribía la solución para los diputados presos pero no para Puigdemont, y también forzar la suspensión del pleno, aunque lo cierto es que nada habría variado si ambos hubieron votado en contra. La propia ERC, en su contraataque tras las andanadas de JpC, hurgaría después en esa discrepancia interna de la coalición neoconvergente.
Sabrià se centró en los votos disonantes de Costa y Campdepadrós. «Si alguien tiene que rsolver fisuras, no es ERC»
Eso fue después de que el diputado de JpC Eduard Pujol reprochara a Torrent haberse saltado el supuesto pacto para priorizar «un acuerdo con el PSC«, que avalaba la fórmula planteada por Torrent. «Pedimos a ERC que aclare si defiende la dignidad de los diputados o blanquea al PSC del 155», dijo Pujol. Después, en un comunicado, la formación hurgó en la herida y acusó a los de Junqueras de «querer suspender obsesivamente al diputado Puigdemont», una «paradoja».
«Lo que acaba de pasar es gravísimo, porque se ha salido a mentir, es intolerable», replicó el portavoz de los republicanos en el Parlament, Sergi Sabrià, que compareció acto seguido. «Hoy se han roto claramente confianzas», advirtió, y se centró en los votos disonantes de Costa y Campdepadrós. «Si alguien tiene que rsolver fisuras, no es ERC».
Ganar tiempo
Los republicanos enmarcan la postura de JpC en el cónclave de este fin de semana en el que el Pdecat, integrado en la coalición, tiene que decidir si se suma o no a la Crida Nacional per la República, el nuevo movimiento presentado esta misma semana por Puigdemont y Torra y que pretende fagocitar al partido heredero de la antigua Convergència.
Eso sí, los de Junqueras insisten, y en eso sí coinciden con los puigdemontistas, en que la bronca se circunscribe al Parlament, pero que no afectará al gobierno de la Generalitat. Claro que eso habrá que verlo. A ese respecto, Sabrià, que dijo que ahora tocará «coser otra vez» la relación entre los dos socios, tiró de ironía: «No puedo evaluar qué influencia tendrán en el futuro las discrepancias internas de JpC», dijo.
JpC insiste en que para ellos, a Puigdemont ni se le sustituye ni se le suspende. Es una línea «rojísima»
La suspensión del pleno permite por ahora ganar tiempo al bloque independentista, tal vez hasta septiembre, cuando arranque el nuevo periodo de sesiones del Parlament. Pero nada más, y el caso tiene mala solución: JpC insiste en que para ellos, a Puigdemont ni se le sustituye ni se le suspende. Es una línea «rojísima», en palabras de Batet. Y ERC se niega a establecer una diferenciación entre «diputados de primera y de segunda» y que además precipitaría a Torrent y la mesa a desobedecer la resolución de Llarena. Menos mal que estaba prevista.