Torra pide sacrificios y Puigdemont relega al Pdecat a la fila diez
Puigdemont, vía telemática y con la complicidad de Torra y Sànchez, da el pistoletazo de salida a su nueva confluencia soberanista para diluir al Pdecat
“Un movimiento que cristalice en un instrumento político organizado” para agrupar a todos aquellos cuyo objetivo sea “proclamar la República Catalana mediante métodos exclusivamente políticos y democráticos”, un nuevo espacio político cuya forma y contenido se concretará el próximo otoño en una «convención nacional constituyente». Eso es lo que el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont bautizó, vía telemática este lunes en el Ateneu Barcelonès.
Y eso es lo que reza el manifiesto que leyeron la diputada de Junts per Catalunya (JpC) Gemma Geis y el delegado del Govern en Madrid, Ferran Mascarell. Lo tuvieron que hacer dos veces, en sendas sesiones, porque la sala de actos Oriol Bohigas del Ateneu se quedó pequeña para los centenares de personas que acudieron al bautizo de la criatura, que responde por Crida Nacional per la República.
Un primer plano de Puigdemont on line presidió el acto, que evidenció, que, mientras se celebra el deshielo con la Moncloa, no hay más plan que seguir erre que erre
Entre ellas no estuvieron físicamente ninguno de los tres padrinos del neonato: Puigdemont; su sucesor al frente de la Generalitat, Quim Torra, y el expresidente de la ANC (y presidente del grupo parlamentario de JpC) Jordi Sànchez. Por pura imposibilidad: Puigdemont sigue en Alemania y Sànchez, que cumplía nueve meses en prisión preventiva, en la cárcel de Lledoners.
Torra sí estaba previsto que asistiera, pero el temporal en Cataluña, este, literal, obligó a cancelar el vuelo que le debía devolver a Barcelona tras la visita efectuada este fin de semana a su predecesor.
Poco importó. Un primer plano de Puigdemont on line presidió el acto, que evidenció, que, mientras celebra el deshielo con la Moncloa, el Govern no tiene más plan que seguir erre que erre. El expresident no pudo ser más claro: la «capacidad de resistencia», la «perseverancia», ha sido clave, dijo, tanto en la batalla judicial como para poder seguir «hablando de república en términos de esperanza». Y por eso, hay que seguir usando «las mismas herramientas» para «recorrer el camino que falta para conseguir la república».
Torra y los sacrificios
Y Torra, en su caso vía grabación de audio, lo suscribió. La crida, dijo, «va de dar el paso adelante que necesitamos», para el que advirtió que no hay que escamotear «sacrificios», porque la independencia «es una causa justa».
El primer sacrificio, conste, parece que se le pide al Pdecat, que a su vez también quería impulsar un espacio soberanista transversal que superara sus siglas, pero que aspiraba a liderarlo, y que ahora se encuentra con el bautizo a solo cuatro días de la asamblea general que tiene que redefinir los objetivos estratégicos del partido y también su dirección.
Fuego amigo
La opa de Puigdemont, que acumula desencuentros con la coordinadora general de la formación neoconvergente, Marta Pascal, es palmaria, por más que todos pongan buena cara. Por más que el expresident insista en que su maniobra no se hace «contra nadie». «Todo el mundo es bienvenido, es necesario y tieen una aportación que hacer a la victoria». También el Pdecat, claro, pero solo como uno más.
Ahí estaban para certificarlo Pascal y la portavoz de la formación, Maria Senserrich, aplaudiendo desde la fila diez, la última si excluímos las colonizadas por los periodistas. Es un buen lugar para encajar con cierta distancia los golpes, que ya se sabe que cuando se propinan bajo la premisa del fuego amigo duelen más.
Tanto los de Puigdemont como el crochet lanzado por la presentadora del acto, la periodista Pilar Calvo, que abogó por que la crida «recupere el espíritu de JpC, que es el del 1-O», y lo dijo como si JpC, registrado como marca electoral por el Pdecat, que ya ha anunciado que se presentará con ella a las municipales, se hubiera esfumado.
O como el directo a la mandíbula de Sànchez, que advirtió que la crida «no es un llamamiento a refundar ningún partido» sino a «hombres y mujeres que quieran un país libre». Y a personas «de izquierdas», que es como se siente él.
Mascarell es uno de los autores de la ponencia política que el Pdecat debatirá en una asamblea desde ya marcada por la opa de Puigdemont.
O como el hecho de que fuera Mascarell, que hace unas semanas ya se postuló como alcaldable de una eventual confluencia independentista en el mismo Ateneu, quien leyera el manifiesto. Mascarell, precisamente, que es uno de los autores de la ponencia política que el Pdecat debatirá en una asamblea desde ya marcada por la opa de Puigdemont.
Ahí está para certificarlo el líder de los críticos del partido heredero de CDC, Joan Ramon Casals, alcalde de Molins de Rei, que ya ha anunciado que este fin de semana no presentará candidatura alternativa a la de la dirección actual siempre y cuando esta responda a la crida puigdemontista.
ERC pasa
El Pdecat ha decidido encajar los golpes, aunque sea desde la fila diez, pero ERC no. Los de Oriol Junqueras se limitaron a enviar a su vicesecretario de acción política, Eduard López, pero este mismo lunes dejaron claro que no se sienten interpelados por el llamamiento a la unidad independentista de Puigdemont, en la que por ahora solo ven un intento de “recomponer el espacio de centro-derecha” catalanista.
El portavoz de los republicanos en el Congreso, Joan Tardà, marcó distancias hasta con la inclusión del adjetivo “nacional” en el nombre de la criatura. “ERC es un partido político republicano y de izquierdas, e independentista hasta la proclamación de las distintas repúblicas en los países catalanes. No es un partido nacional”, zanjó en su cuenta de Twitter.
.@Esquerra_ERC és un partit polític republicà i d’esquerres. I independentista fins la proclamació d les distintes repúbliques en els PPCC, xò no és un partit nacionalista. Q cadascú triï el q + li convingui convençuts no obstant q tenim molt a compartir amb altres republicans.
— Joan Tardà i Coma (@JoanTarda) 15 de julio de 2018
En Esquerra han aprendido, a golpes, que, si no quieres recibir, lo mejor es no subir al ring.