Colau se entrega a los soberanistas para salvar su liderazgo
La alcaldesa de Barcelona acredita su soberanismo frente a los críticos de Catalunya en Comú alineándose con Pdecat, ERC y la CUP en el pleno de octubre
A Ada Colau, tras unos meses inhóspitos, las cosas le van relativamente bien en el Ayuntamiento de Barcelona. En septiembre consiguió aprobar su plan para reservar el 30% de las promociones de obra nueva para viviendas sociales; la semana pasada anunció un acuerdo por el que los promotores de la Sagrada Familia inyectarán 36 millones en las arcas municipales a cambio de una licencia de obras que llega con 133 años de retraso, y en el pleno de este viernes consiguió reactivar la multiconsulta y aprobar la licitación más importante del consistorio, la de limpieza.
Pero, negociación presupuestaria aparte, a la alcaldesa le ha surgido esta semana otro dolor de cabeza: la guerra abierta en Catalunya en Comú, con la portavoz parlamentaria, Elisenda Alamany, y el diputado del grupo y líder de EUiA Joan Josep Nuet acusando a la dirección, con Colau al frente, de haber renunciado al soberanismo, que, entendido como defensa del derecho de autodeterminación, es uno de los valores fundacionales del espacio de los comunes. Claro que los propios partidos independentistas le dieron a la alcaldesa este viernes la ocasión de desmentir con hechos la tesis de sus críticos, y la aprovechó a fondo.
Cierre de filas contra los críticos
Alamany y Nuet presentaron el martes su corriente crítica, bautizada como Sobiranistes.cat, y ante semejante desafío, primero fueron los tenientes de alcalde Gerardo Pisarello y Jaume Asens -los que más se han significado como soberanistas en el gobierno municipal de Barcelona en Comú- los que negaron el jueves los planteamientos de la plataforma. De entre el equipo de gobierno de Colau, la única que ha tenido un gesto de simpatía con los críticos ha sido la concejal de Movilidad, Mercedes Vidal, a la que se pudo ver en la presentación de la plataforma
Pero, por si con el portazo de Pisarello y, sobre todo, el de Asens a Alamany y Nuet aún quedaba alguien a quien el mensaje no le había quedado claro, el pleno de octubre bastaría para zanjar la cuestión. Hasta cuatro iniciativas impulsadas por los independentistas y enmarcadas en su relato del pulso que le mantienen al Gobierno y la judicatura salieron adelante con el aval del gobierno municipal.
Tres de ellas, sendas declaraciones institucionales, propuestas por cada una de las tres formaciones independentistas representadas en el consistorio, y enmarcadas en el llamado «eje antirepresivo» del relato desplegado por el gobierno de Quim Torra, la única línea de actuación que ahora mismo pone de acuerdo al conjunto del independentismo, y también la que suscita más apoyo entre los comunes.
Reprobación al Rey y reproche a Borrell
La más llamativa de esas declaraciones es una reprobación al Rey planteada por la CUP y que viene a sumarse a la que el 11 de octubre aprobó el Parlament, y que el Gobierno ya ha dicho que llevará al Tribunal Constitucional, pese a no contar con el aval del Consejo de Estado. El texto, que reproduce fragmentos íntegros de aquella resolución parlamentaria, también plantea la abolición de la monarquía.
La segunda de esas declaraciones, propuesta por ERC, señala al ministro de Exteriores, Josep Borrell, como «responsable de los abusos respecto del cuerpo consular de la ciudad», y condena los intentos de su ministerio de «coartar la libertad de expresión y manifestación» del mismo, en relación con el cese del cónsul honorario de Grecia en Barcelona, Fernando Turro, tras haber participado en la última Diada con una camiseta con la bandera estelada.
La tercera declaración reclama «la libertad inmediata» de Forn y del resto de líderes independentistas en prisión
La tercera declaración, presentada por el Pdecat, reclama «la libertad inmediata» del exconseller Joaquim Forn, que también fue concejal en el Ayuntamiento, y del resto de líderes independentistas en prisión preventiva; exige «el fin de la judicialización del conflicto político», y propone «dialogar i negociar con el gobierno español para encontrar una salida a la situación actual y para celebrar un referéndum de autodeterminación».
Una calle o plaza dedicada al 1-O
Declaraciones aparte, el pleno también aprobó, de nuevo de la mano del ejecutivo de Colau, rebautizar alguna calle o plaza de la ciudad con el nombre de «1 de octubre», en conmemoración del referéndum ilegal celebrado el año pasado.
La propuesta la volvía a presentar ERC, que ya la puso sobre la mesa por primera vez en diciembre del año pasado. Entonces, el gobierno municipal alegó que debería pasar más tiempo, tomando como referencia los cinco años que tienen que transcurrir desde la muerte de una persona para que su nombre se incorpore al nomenclátor municipal, y Pisarello replicó a los reproches de filas de los republicanos, Alfred Bosch, acusándolo de actuar por electoralismo.
Fals. Han de passar 5 anys dels fets per canviar el nom d’un carrer. Voler apropiar-te de l’1-O en termes electoralistes és bastant lamentable @alfredbosch https://t.co/kZTKZTRVme
— Gerardo Pisarello (@G_Pisarello) 5 de diciembre de 2017
Este viernes, con las elecciones municipales mucho más cerca -a solo siete meses- y su soberanismo cuestionado desde sus propias filas, Colau justificaba su cambio de postura argumentando que entonces los hechos todavía eran muy recientes, pero que ahora ya está claro que el 1-O se ha «consolidado como una fecha histórica».
El marcado decantamiento de la supuesta equidistancia de Colau y su gobierno hacia el bando independentistas en el pleno se completó con una abstención de Barcelona en Comú que impidió que prosperara una proposición del PP que rechazaba la declaración unilateral de independencia del Parlament, y de la que este sábado se cumple un año. Si eso no es dejar sin aire a Alamany y Nuet, se le parece mucho.