Puigdemont y Junqueras se pelean por seducir a Sánchez
En vista de que Junqueras rebajó el precio de la investidura, Puigdemont suaviza sus exigencias y compite para convertirse en socio preferente de Sánchez
El independentismo no ha esperado mucho tras el inicio oficial de la campaña electoral del 28-A y ya hace la pelota a Pedro Sánchez con una técnica de seducción para «evitar la tentación del PSOE» de pactar con Ciudadanos después de las elecciones. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras compiten ahora para cautivar al presidente del Gobierno.
Desde el entorno de Puigdemont el galanteo comienza con una carta de los presos de Junts per Catalunya (JpC) firmada por los candidatos a las generales Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull, y el alcaldable por Barcelona, Joaquim Forn, quienes ahora se muestran dispuestos a hacer posible un «Gobierno estable» a cambio de unos mínimos.
Un compromiso de Sánchez con el diálogo y que simplemente «no niegue el referéndum de autodeterminación» como una «opción» de solución bastarán a JpC para convertirse en socio preferente de un Gobierno del PSOE. Piden «una interlocución fuerte para resolver la crisis», pero advierten de que no serán «portadores de un cheque en blanco».
La carta añade que, «si de nosotros depende, no miraremos hacia otro lado a la hora de hacer posible un Gobierno estable». Los presos de JpC dicen que su objetivo es «acabar con el bloqueo de la política española» y asegura que no habrán «barreras infranqueables si hay buena voluntad de dialogar» porque no son «inflexibles ni radicales».
[Escuche la tertulia ‘La plaza’ sobre el inicio de la campaña electoral]
Puigdemont reacciona al rechazo de las «líneas rojas» de Junqueras
La misiva de los candidatos de JpC acusados en el juicio al procés es la reacción de Puigdemont a los deseos manifestados por Junqueras esta semana. Cual partida de póker, el ex president fugado echa ojo al bote de Esquerra y aumenta la apuesta, seguramente preocupado porque el CIS dice que ERC superará con creces a JpC en las generales.
El pasado jueves, último día de precampaña, Junqueras pidió que no se pongan «líneas rojas» a Sánchez para evitar «un gobierno de extrema derecha». El líder de los republicanos, en una carta escrita también desde prisión a su partido, ofrece a los socialistas un pacto después del 28-A con tal de frenar un potencial acuerdo entre PP, Ciudadanos y Vox.
Junqueras aseguró que no hay «nadie más independentista que él y su partido», pero también dijo que es un error bloquear un gobierno del PSOE. Antes de la difusión de su escrito, precisamente, la estrategia de Puigdemont era la contraria: el líder de JpC apostaba por canjear la investidura de Sánchez por la figura del relator y el debate sobre la autodeterminación.
El mensaje se transforma sustancialmente a la luz de la carta de los presos de JpC, que evita mencionar al relator para asistir el diálogo entre partidos soberanistas y partidos españoles, y pasa de exigir un debate sobre la autodeterminación a tan solo pedir que tan solo no sea negada como una opción. El tono es definitivamente más suave ahora.
Lo que comparten Puigdemont y Junqueras es un temor a que haya una fatal fuga de apoyos hacia el PSC, que podría sacar réditos del voto útil soberanista por el miedo de una parte del electorado a una triple alianza de la derecha con la que la aplicación intensa y prolongada del 155 sería, ya no una amenaza, sino una realidad inevitable.