El pacto con Pedro Sánchez castiga la afiliación a Podemos
Podemos sumó casi tantos afiliados en sus primeras 48 horas de inscripción, en 2014, como los que ha sumado desde que apoyó la moción de censura a Rajoy
La cifra de afiliados fue hace seis años uno de los grandes hitos primerizos de Podemos. Pocos meses después de izarse como una fuerza política alternativa al calor del movimiento 15-M y la crisis económica, el partido de Pablo Iglesias superó en octubre de 2016 al PSOE en tamaño de militancia y se convirtió en el segundo partido con más afiliados, solo aventajado por el PP, con más de 800.000 miembros.
Este crecimiento en Podemos fue constante durante sus primeros tres años, pero ha mermado en los últimos tres —en los que ha tenido mayor influencia en el Gobierno, primero cerrando un pacto con Pedro Sánchez para apoyar la moción de censura a Mariano Rajoy y después acordando gobernar en coalición con los socialistas—. De hecho, Podemos sumó casi tantos militantes en sus primeras 48 horas de inscripciones, en 2014, como en los últimos dos años.
Según los datos oficiales del partido morado, actualmente cuenta con 527.000 afiliados. A finales de abril de 2018, la cifra era de 491.606, según datos recogidos por el Archivo de Internet (un portal que se dedica a recordar que la web no olvida nada). Es decir, de la moción de censura a ahora Podemos solo ha sumado 35.508 militantes, un incremento del 7% en dos años y representativo de poco más del 6% de la base de afiliados que ha creado desde 2014.
Como ilustración de lo acelerada que fue la fundación del partido y lo descafeinada que ha sido su dinámica interna desde que dejó de ser una novedad en la política española, conviene recordar que en julio de 2014, cuando la formación comenzó su estructuración, pescó 32.000 afiliados en 48 horas. En menos de un mes superó los 100.000 miembros, y para finales de 2014 ya había anunciado más de 200.000 inscritos.
3.000 inscritos desde la investidura
En los tres años y medio previos a la moción de censura por la que Sánchez entró al Gobierno, Podemos más que duplicó las cifras de 2014 y llegó casi al medio millón de inscritos. Ya para entonces había superado, y con creces, al PSOE, que asegura que tiene en torno a 200.000 militantes. Pero, a diferencia de lo que podría haberse augurado, la implicación de Podemos en La Moncloa no ha supuesto una ampliación de sus bases.
De los 35.508 inscritos que ha conseguido desde la moción de censura, más del 90% (unos 32.000) se afiliaron antes de que Sánchez e Iglesias firmaran el acuerdo de coalición, en las últimas horas de 2019. Esto quiere decir que, desde que Podemos oficialmente entró al Gobierno español, tan solo unas 3.000 personas se han afiliado al partido, que hasta ahora era de inscripción gratuita pero a partir de esta semana tiene un coste anual de 36 euros.
Conviene recordar que, junto a una pobre captación de nuevos miembros y a la posibilidad de que acabar con las inscripciones gratuitas agrave esta situación, los datos electorales de Podemos están en caída libre desde hace un tiempo. En las elecciones autonómicas de julio pasado en Galicia y País Vasco el partido salió herido y como el perdedor definitivo de la jornada, desapareciendo incluso del Parlamento gallego.
La sensación de que Podemos no ha logrado capitalizar su fuerte irrupción de 2014 con el paso de los años coge más fuerza mirando la evolución de sus escaños en el Congreso de los Diputados, que también ha estado en picada. Debutó en las Cortes con 65 diputados tras las generales de 2015 y saltó a 67 escaños unos meses después, pero en las elecciones del 28-A cayó a 42, y en las del 10-N consiguió sus 35 parlamentarios actuales.
Paralelamente, sus votaciones internas han perdido fuelle. En Vistalegre II, la asamblea ciudadana en la que Iglesias venció a Íñigo Errejón y se mantuvo como secretario general, votó casi el 90% del censo. Pero en Vistalegre III, celebrada el pasado mayo y prácticamente sin candidaturas alternativas a Iglesias, solo votó el 10% de la militancia. El pacto de coalición con el PSOE, a finales de 2019, fue aprobado por menos del 30% del total de inscritos.
Podemos, un partido ‘tradicional’
El Podemos que gobierna se distingue del Podemos del 15-M en muchos sentidos, y el nuevo cobro de 36 euros anuales a los militantes es la transformación más reciente. La formación nunca ha cobrado a sus afiliados, pero después de su victoria en la pasada elección interna Iglesias se ha hecho con aún más control y además ya ha puesto en marcha su proyecto de reorganización del partido con el fin de reforzar los núcleos territoriales a su medida.
Parte de este proyecto pasa por crear ahora la figura de militantes y minimizar la de afiliados. La formación cerrará el próximo 15 de octubre un censo de militantes, que tendrán que abonar un mínimo de 3 euros al mes para ser considerados como tales y poder participar en las votaciones. Iglesias también ha derogado el tope de cobrar tres veces el salario mínimo para sus cargos electos, que desde luego podrán cobrar más ahora.
Son cambios existenciales al tratarse de Podemos, que en la sección de transparencia de su web todavía despliega mensajes como «no tenemos afiliados, sino inscritos», «cualquier ciudadano puede inscribirse en la web y votar en los procesos electorales internos», «la militancia no va ligada a la colaboración económica, como en otros partidos políticos» o «todas las personas a sueldo del partido ganan entre dos y tres salarios mínimos interprofesionales».