El Banco de España ajustará sus estimaciones económicas tras el BCE
El BCE revisa este jueves sus previsiones para la zona euro. Un escenario que será clave para las negociaciones del plan de estímulo por 750.000 millones
El Banco de España afinará en los próximos días sus previsiones para la economía española. Las estimaciones del organismo sobre España se han incorporado a las previsiones que difundirá este jueves el Banco Central Europeo (BCE). Una vez que se publiquen, el Banco de España ya podrá dar a conocer la actualización de su escenario para este año.
Tanto Christine Lagarde, como Luis de Guindos, apuntaron a finales de mayo que la contracción de la eurozona se quedaría en una banda del 8-12%, aunque se ha publicado que la presidenta estaría anticipando un escenario incluso más apocalíptico, con una caída que rozara el 15%.
Por su parte, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, adelantó en la Comisión para la Reconstrucción en el Congreso que las estimaciones menos malas se habían quedado obsoletas. El 20 de abril, el BdE había presentado varios escenarios macroeconómicos ligado a la duración del confinamiento y a la reactivación total, o no, de sectores como la hostelería durante 2020; dando una horquilla de caída del PIB de entre el 6,8 y el 13,6%. De Cos explicó en el Congreso que se habían presentado varios escenarios como demostración de lo que complicado que era realizar una estimación ajustada.
Un mes y medio después, y con dos tercios del tercer trimestre cerrados -se espera que sea en el que se produzca una caída más dura del PIB, que podría llevar al 20%-, el Banco de España podría definirse un poco más; ahora que ya se conoce cuando terminará el estado de alarma.
La decisión del Ejecutivo de abrir las fronteras al turismo desde el 1 de julio, ha alimentado la expectativa de que España podría esquivar este año el escenario más negro a nivel económico -siempre no se produzca un rebrote del coronavirus-.
El presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, ha sido uno de los que ha roto una lanza a favor del optimismo al defender que la economía española caerá solo un 8% en 2020. Las últimas estimaciones -que no recogían que el mercado laboral superó las expectativas en mayo-, apuntaban hacia una contracción cercana al 12%.
El problema de pecar de optimista
Las bolsas y la evolución del coste de financiación han tomado aire en los últimos días gracias a la contención de la pandemia, la apertura de la temporada turística en países como España, Italia o Grecia, y a la expectativa de que la zona euro adopte rápido -y no como en la crisis anterior- medidas contundentes de apoyo económico.
De hecho, la relajación de la prima de riesgo de la deuda española ha sido especialmente contundente desde que Macron y Merkel pactaran un fondo de 500.000 millones para reconstruir la economía. La Comisión Europea ha ido un poco más allá al elevar esa cifra hasta los 750.000 millones, aunque incluyendo 250.000 millones en créditos.
El BCE también es culpable del mejor ánimo de los inversores. Son varios los analistas que esperan que este jueves aprobue una nueva ronda de estímulos, que pasará por prolongar la vida y ampliar el programa de compras de deuda pública específico por la Covid-19.
Desde que lo pusiera en marcha, el BCE ha adquirido deuda española por más de 20.000 millones, pero el fondo se agotaría en otoño si mantiene su ritmo de compras actual. Por ello, se espera que se amplíe en 500.000 millones.
El otro punto clave será el tono de Christine Lagarde respecto al PIB europeo. Hasta el momento, la presidenta del BCE siempre ha pintado escenarios muy negativos para la economía, dando argumentos a las instituciones europeas para apoyar medidas de estímulo extras -como el fondo de reconstrucción-, con el que relanzar la economía y apoyar a los países más dañados por la crisis, como España.
El programa de estímulo está todavía en el aire y se comenzará a negociar en el Consejo Europeo el próximo 19 de junio con el objetivo de tratar de firmarlo antes de las vacaciones de verano. Moderar el discurso económico negativo, podría reforzar los argumentos de los países del Norte de Europa, que son contrarios al programa (Austria, Dinamarca, Suecia y Holanda).
Ya se da por descontado que la Comisión Europea ha lanzado un órdago a grande para arrancar las negociaciones. En este contexto -y tal vez solo en este-, el pesimismo se presenta como un aliado para España.