BBVA ante la caza del Sabadell y Bankia: ¿presas demasiado grandes?
Sin una integración pactada, la compra de cualquiera de ellos vía oferta de adquisición, requeriría una ampliación de capital por cerca del 20% del capital
Los recientes mensajes que ha ido lanzado BBVA sobre su interés en retomar el pulso comprador en España en un escenario de tipos de interés negativos no significan que cuente con el músculo como para afrontar cualquier operación que se le ocurra.
Y es que el banco presidido por Carlos Torres es demasiado pequeño en términos de valor en bolsa (alrededor de 32.000 millones) para poder afrontar la compra de Bankia o de Banc Sabadell, que desde hace años es motivo de especulación continuada, sin arriesgarse a una ampliación de capital inasumible.
Por ellos, cualquiera de los procesos tendría que construirse sobre un acercamiento amistoso, probablemente con un pacto previo, para buscar que la mayoría del pago se pactara en acciones y no efectivo, porque parece muy complicado que la entidad pudiera asumir pagar una oferta de adquisición (opa) captando recursos del mercado, a pesar de que la capitalización de Bankia y Banc Sabadell sufre importantes descensos este año, del 32 y del 12%, respectivamente. Además, la historia nos muestra que en España, las fusiones bancarias hostiles no se estilan. O se ha buscado una integración pactada y amistosa, o se han producido por el rescate de un tercero.
A los precios actuales en bolsa, lanzar una oferta sobre Bankia o Banc Sabadell obligaría al banco español a pedir cerca de 6.000 millones al mercado (se ha tenido en cuenta una prima mínima sobre la cotización actual del 20%, que incluso puede ser considerada baja), que exigiría una ampliación de capital demasiado exigente para un contexto bursátil donde las cotizaciones bancarias están deprimidas.
Una ampliacion mayor a la del Santander por Popular
Aunque el capital que tendría que pedir al mercado es inferior al que levantó el Banco Santander para adquirir el Banco Popular (7.000 millones), para BBVA equivaldría a ampliar capital por cerca del 20% de su capital actual. La dilución fue mucho menos significativa en el caso de la entidad presidida por Ana Botín, que amplió en un 10% sus títulos en circulación.
Otra cosa es que el banco busque un acercamiento amigable, que abarate la operación. Bankia sería un buen objetivo para lanzar un guiño al Ejecutivo -que puede ser favorable en un contexto complejo para el banco, ante su próxima declaración por el Caso Cenyt –, pero es una operación compleja.
Con la actual participación del Estado (más del 60%), este pasaría a ser accionistas de BBVA en una hipotética fusión pagada en acciones. Si la oferta fuera en efectivo, al precio actual, incluyendo una prima, el FROB podría recibir hasta 4.000 millones de euros, pero se vendería muy por debajo del precio al que Luis de Guindos impulsó la última privatización en diciembre de 2017 (4,06 euros).
Si fuera una operación amistosa (con todas las posibles repercusiones de que el segundo mayor banco español estuviera participado por el Estado) las especulaciones apuntan que serviría para expulsar a Carlos Torres de la presidencia a cambio de José Ignacio Goirigolzarri, que fue invitado a marcharse por Francisco González.
Sin embargo, Torres, para El Confidencial, estaría más dispuesto a hacer una limpieza del consejo de administración, aprovechando el final de los mandatos y para asumir una limpieza discreta tras el escándalo de las presuntas escuchas ilegales encargadas al banco al Comisario Villarejo, que a dejar el liderazgo del banco ahora que lo ha conseguido tras la omnipresencia de su mentor.
Con el Banco Sabadell, la integración perdería tintes políticos, pero tendría que ser amistosa porque parece difícil que ahora que el Banco Sabadell comienza a pasar página sobre su particular crisis por TSB, y las dudas entorno a su solvencia, no parece el menor momento para aceptar una oferta a los precios actuales; que, además, sería muy díficil de pagar para el BBVA.
El camino, por tanto, también sería la negociación amistosa, aunque la diferencia de tamaño hace muy difícil que se plantée entre iguales (el valor del BBVA en bolsa es hoy más de seis veces superior al del Banco Sabadell), y sería muy dilutiva para los accionistas del Sabadell. La única ventaja es que el banco ya no cuenta con un núcleo duro en el capital; por lo que la operación se podría plantear desde una perspectiva más financiera. Podría convertirse, asimismo, es una excusa para que Josep Oliu dejara la primera línea en la banca española.
Liberbank y Unicaja, más asequibles
El director financiero de BBVA, Jaime Sáenz de Tejada, de acuerdo con Expansion, durante su intervención en la conferencia anual de CEO’s de Bank of America- Merrill Lynch no descartó ninguna alternativa, siempre «que generara valor», entre ellas la de Unicaja o Liberbank, que nunca habían salido en las quinielas.
En términos económicos, cualquiera de estos dos bancos (incluso los dos, que ya saben cómo integrarse) serían operaciones más digeribles para el banco. Por ejemplo, la adquisición de todo el capital de Unicaja, incluso con una prima de mercado del 30%, obligaría a BBVA a ampliar capital en menos del 5%; en tanto que la toma de control de Liberbank, reduciría la dilución por debajo del 4%.
Otra cosa es que las fundaciones accionistas de ambas estuvieran de acuerdo con la operación. La venta de acciones les dejaría fuera del sector financiero, pero si cambiaran sus títulos por los de BBVA, su influencia sería muy poco significativa.
La otra alternativa es buscar un aliado en la Galicia natal de Francisco González y mirar hacia Abanca. Juan Carlos Escotet -que ahora tendría a tiro a Liberbank, que ha perdido los 900 millones de valor en bolsa, pero que de forma insistente parece que no quiere volver a hablar de la posible adquisición-, pasaría a convertirse en accionista de BBVA y tendría un participación en el banco español líquida, que no hoy no disfruta.