Lacoste culpa a los Basi del despido de un centenar de personas
La multinacional gala disparó los precios de sus prendas para la concesionaria española pero acusa a la familia de una gestión poco productiva, anticuada y rígida
Cuando el grupo Lacoste recompró su negocio en España, ya hubo muchos que auguraron cambios. La multinacional gala recobró en enero la distribución de las prendas del cocodrilo, cedida a la familia Basi desde hace más de 50 años, y los cambios no se han hecho esperar: el grupo de moda presentó la pasada semana un expediente de regulación de empleo (ERE) para un centenar de personas. La culpa, aseguran, es en buena parte de la anterior gestión.
Economía Digital ha tenido acceso a un informe encargado por la empresa al perito Javier Fábregas para justificar el tijeretazo. El dossier, de 45 páginas, señala la rigidez y la baja productividad con las que funcionaba la empresa bajo la estructura familiar y alega causas “económicas, organizativas, productivas y tecnológicas” para explicar el despido. Sin embargo, pasa de puntillas por la contribución del gigante textil a los continuados números rojos de la sociedad española.
Las cuentas de la antigua Basi, hoy Lacoste Ibérica, revelan unas pérdidas acumuladas de 9,7 millones de euros en los últimos tres años que, lejos de disminuir, alcanzaron los 6,1 millones en 2017. Además, el auditor añade que los fondos propios caen año tras año y de los 45,8 millones de euros de 2015 cayeron hasta los 33,5 millones de 2017.
«De no revertirse la ineficiencia operativa, el proyecto empresarial era inviable y la compañía estaría abocada al cierre en poco tiempo», señala el documento.
Resultados de Basi en España entre 2013 y 2017
Más allá de la falta de rentabilidad, Fábregas también critica la poca inversión en las tiendas «tanto en tecnología como en recursos provocaba importantes ineficiencias». Y sigue: «La organización de distribución obsoleta e ineficiente por costosa y por metodología hizo entrar a la compañía en un espiral de pérdidas». «Para evitar el fiasco, se requiere una reestructuración profunda y urgente», sentencia.
Con tal abanico de cifras, señala que a corto plazo hubiera sido mejor que la multinacional constituyera su propia filial en España o cediera la licencia de distribución a otras empresas «más modernas, más ágiles, con menos compromisos laborales y más digitales». No obstante, el valor de la marca Basi y su posicionamiento en el mercado ejercieron como contrapeso decisivo a la hora de tomar la decisión.
La sede central de Lacoste en Francia asumirá muchas de las tareas que la filial española hacía hasta ahora
Lacoste quiere reducir costes y cambiar el modelo de negocio. En su esquema, sobran 100 personas. «La sede central en Francia asumirá algunas funciones que ya están estandarizadas para todas las empresas del grupo, por lo que resultan fácilmente absorbibles y por otro lado se requieren perfiles más especializados», justifica en informe.
De este modo, reestructurará los servicios centrales, donde le sobran 38 personas, acabará con el outlet para los empleados y cerrará el almacén de Barberá del Vallès, con 58 trabajadores. «El centro alcanza productividades por persona y hora muy por debajo de los estándares», dispara el informe.
A pesar de las críticas, fuentes cercanas a la empresa consultadas por Economía Digital niegan tajantemente el mal funcionamiento de la plataforma logística y la falta de perfiles cualificados en el cuartel general. «Es simplemente la excusa que utilizan para poder cerrar parte de la operativa española», lamentan.
Manel Echevarría (d), consejero delegado de Lacoste Ibérica, junto con la cantante Marta Sánchez.
Lacoste exprimió a Basi hasta el límite
Pero la matriz de Lacoste tiene buena parte de responsabilidad de la decadencia de Basi. En 2013 la multinacional gala recuperó la fabricación de las prendas de ropa para el mercado español, que también tenía cedida a la firma familiar, con tal de unificar todas las colecciones a nivel mundial. El movimiento ya obligó a la textil catalana a despedir a 83 trabajadores.
Con el control de la producción, la compañía del cocodrilo incrementó el precio de las prendas, por lo que cada año le salían más caras a la empresa entonces presidida por Núria Basi. Sólo hay que mirar el gasto en aprovisionamiento: entre 2015 y 2017 se disparó el 54% desde los 25,5 millones hasta los 39,3 millones de euros. En cambio, las ventas sólo subieron el 15,1%.
«A pesar de tener tarifas más beneficiosas que otros distribuidores de la marca, las pérdidas fueron notables», recuerda el texto. «Los márgenes cayeron como consecuencia de los nuevos precios de compra de productos», admite. Y añade: «Supuso un incremento de los costes directos».
Además, no se puede decir que Lacoste trasladara el precio de las materias primas a Basi. En el mismo periodo, el gasto en aprovisionamiento de la multinacional sólo ascendió el 9,6%.