La burguesía catalana se queda sin Louis Vuitton en el barrio
La firma francesa deja Sarrià e inaugura un local en Passeig de Gràcia orientado al turismo de lujo
La avenida Pau Casals, en el barrio barcelonés de Sarrià-Sant Gervasi, pierde su histórico brillo. La que fuera en los años 90 la calle del lujo, con escaparates de firmas como Christian Dior o Hermès, ha visto como las casas de la haute couture bajaban las persianas para trasladarse a Passeig de Gràcia. La última firma en traspasar su exclusivo local ha sido Louis Vuitton.
La multinacional francesa inaugurará el 19 de septiembre en el número 80 de Passeig de Gràcia un local de casi 1.500 metros cuadrados repartidos en dos plantas. Una década después de abrir la primera tienda en el bulevard barcelonés, la marca –perteneciente al grupo LVHM, el más importante del sector– se traslada dos números más abajo y amplia capacidad para despuntar en la milla de oro comercial de Barcelona.
Sin director general
El nuevo establecimiento se ubicará en un edificio tan histórico como la propia marca, en Casa Julià. Se trata de un inmueble residencial construido en 1874. Por mantener las puertas abiertas a los clientes, la firma pagará cerca de 200 euros el metro cuadrado, según cifras del mercado. La inauguración del local quedará empañada por la ausencia de un consejero delegado de la firma en España. La compañía del lujo asegura que hasta septiembre u octubre, Louis Vuitton seguirá huérfana de máximo ejecutivo, aunque no precisa más detalles.
Tras la inauguración, Barcelona se situará en el podio de las ciudades con las tiendas más grandes de la compañía, que cuenta con más de 40 en todo el mundo. Es en la capital francesa donde se encuentra el templo de Louis Vuitton, con un edificio de 15.000 metros cuadrados dedicado a la elegancia y el glamour en la calle más cara de Europa: Champs-Élysées.
Clientes BRIC
El éxodo de las firmas de lujo de la zona del Turó Parc, barrio residente de la burguesía barcelonesa, a la milla de oro de Barcelona, espacio turístico de eminencia, tiene una explicación: la apuesta por los visitantes BRIC (Brasil, Rusia, India y China) con mayor capacidad de consumo en detrimento de los clientes tradicionales de la ciudad catalana. De hecho, el 70% de los consumidores del lujo en Barcelona son extranjeros.
Lucir marcas como Chanel, Dolce & Gabanna, Carolina Herrera o Stella McCartney –que tardó años en encontrar un local en esta avenida– se complementa con la arquitectura modernista de Gaudí y los bares de tapas que tanto atraen a los turistas. Por su parte, la avenida Pau Casals ha dejado de ser el reducto del lujo de las familias pudientes catalanas.
Boom turístico
El presidente de las tiendas Santa Eulalia y de la asociación Amics de Passeig de Gràcia, Lluis Sans, personifica este cambio de tendencia de los últimos años. La firma catalana llegó al Turó Park en 1987 pero en 2011 concentró su actividad en su local del bulevard catalán. “Ya veíamos el declive de Pau Casals”, al igual que hicieron marcas como Versace o Dona Karan New York (DKNY).
Para este empresario, Pau Casals se ha reducido a un punto comercial pensado por y para los clientes con una capacidad de gasto alta pero más de barrio.
Una apreciación que comparte el secretario general de la Confederació Catalana de Comerç (CCC), Miquel Àngel Fraile. “Louis Vuitton llegó hace 10 años a Barcelona para un mercado local y en Pau Casals se localizaba este cliente”. Pero el boom turístico de los últimos cinco años trastocó los planes de la mayoría de marcas. Ahora, “concentran sus esfuerzos en el cliente turístico de alto standing”, explica.