Los bancos ganan (por fin) en los juzgados
Los bancos logran una inesperada victoria en el Supremo tras años de millonarias derrotas, como las de las preferentes y las cláusulas suelo
La etiqueta #GanaLaBanca fue tendencia mundial este martes en Twitter, tras conocerse la decisión del pleno del Tribunal Supremo corrigiendo el fallo de la sala dos y optando por que sean los clientes los que sigan pagando el impuesto de actos jurídicos documentados.
La victoria de los bancos fue clara, pero lo de “la banca siempre gana” no deja de ser un tópico de casino, a la luz de todas las derrotas cosechadas por el sector financiero desde que se iniciara la crisis. Lo cierto es que los juzgados no han sido precisamente tierra amiga para los bancos.
La exención de pagar dicho impuesto es una victoria muy importante, e incluso inesperada para unas entidades que ya solo luchaban, al menos públicamente, para evitar la retroactividad, dando por hecho que les tocaría pagar de ahora en adelante. Y es que hasta ahora habían sufrido grandes derrotas como las de las participaciones preferentes y las cláusulas suelo. Ambas costaron miles de millones al sector.
Las entidades se ahorrarán unos 5.000 millones de euros de reclamaciones por las cantidades correspondientes al impuesto de los últimos cuatro años, según los cálculos del Gobierno, así como al coste de tener que pagarlo a partir de ahora. En bolsa también es de prever que recuperen lo perdido desde mediados de octubre.
Las preferentes, hasta 10.000 millones
Pero en los años largos de crisis, los bancos sufrieron varias condenas que les costaron miles de millones. La primera de ellas fue acerca de la comercialización poco transparente de participaciones preferentes.
Se concedieron desde los años 90 hasta bien entrada la crisis económica de la última década. Cuando la recesión se agravó, las participaciones se quedaron sin liquidez y los clientes descubrieron que no tenían nada. Los tribunales fallaron a favor de los clientes, al considerarlas un producto complejo que se comercializó a todo tipo de perfiles sin las explicaciones correspondientes.
Esta crisis afectó a buena parte del sector, aunque especialmente a varias cajas de ahorros, ahora desaparecidas, como Caja Madrid, que seguían vendiendo incluso ya con dicho producto financiero bajo el foco. Se calcula que ha costado a la banca cerca de 10.000 millones de euros.
Las cláusulas suelo, última gran derrota
La otra gran derrota de los bancos es la eliminación de las cláusulas suelo, esta sí con retroactividad. Dichas cláusulas se incluían en las hipotecas como un tipo mínimo que debía pagarse aunque la evolución de los tipos fuera inferior. Lo que hizo saltar la liebre fue precisamente un euríbor en negativo, que hizo ver a miles de hipotecados que nunca pagarían menos de un 2 o un 3%.
Tras varias sentencias contradictorias, la doctrina que se aplicó fue la de estudiar caso a caso, ya que lo que se consideró ilegal no fue la cláusula en sí. El problema era si formaba parte de la letra pequeña, porque la justicia consideraba que era un elemento definitorio de la hipoteca, por lo que debía estar entre las cláusulas destacadas.
El Gobierno de Mariano Rajoy creó un procedimiento extrajudicial para que los clientes pudieran reclamar las cantidades pagadas de más y los bancos tomaban la decisión de aceptarlas o no. Si la respuesta era negativa, entonces al cliente no le quedaba más remedio que ir por la vía judicial.
En su mayoría, se aceptaron las reclamaciones, y los bancos, muchos de los cuales aseguraron haberlo hecho bien, retiraron dichas cláusulas de las nuevas hipotecas. El fraude habría ascendido a unos 4.000 millones, según cálculos del Banco de España, si bien no se conoce con exactitud el dinero devuelto por el banco.
Las sentencias de las preferentes y las cláusulas suelo costaron a la banca unos 14.000 millones
Estas han sido las dos grandes vías de agua de los bancos en los últimos años, y el impuesto de actos jurídicos documentados amenazaba con ser la tercera. Pero los juzgados han puesto en cuestión también otros productos comercializados por las entidades financieras.
Por ejemplo, los swaps de entidades como el Santander, tarjetas revolving y los bonos convertibles del Popular. De hecho, del banco quebrado se cuestionó hasta la última ampliación de capital. El último caso, conocido este mismo martes, también tiene como protagonista el Supremo, que ha anulado la cláusula multidivisa de una hipoteca de CatalunyaCaixa, entidad comprada por BBVA.