La lección de Botín a Goirigolzarri y Oliu: menos es más
El complejo contexto de tipos de interés de 2019 ha dejado obsoletos varios planes estratégicos de los bancos españoles, pero no el de Santander
El cierre de la temporada de resultados de la banca ha confirmado que la evolución de las entidades españolas está siendo peor de lo que ellas mismas esperaban hace ahora dos años. En mayor o en menor medida, los bancos españoles con planes estratégicos en marcha se han visto obligados a retocar a la baja algún objetivo anual (Caixabank) o a revisarlos más profundamente, como en el caso de Banco Sabadell y Bankia, ante el cambio de escenario en los tipos de interés.
El que ha salido mejor parado ha sido Banco Santander. La entidad, cuando presentó su plan estratégico en abril, supo darse bastante margen para cumplir sus objetivos, al optar por fijar horquillas. Esa flexibilidad después le ha permitido dar un mensaje de fortaleza, al despedir 2019 en la parte alta de su objetivo de solvencia. Entonces, ha aprovechado para comprometerse a que el beneficio ordinario crecería a un ritmo de dígito único, pero alto, durante los tres próximos años.
El pasado abril, el Santander avanzó que durante la vigencia de su plan estratégico su ratio de solvencia más representativo (el CET 1 Fully Loaded) se mantendría entre el 11-12%, dejando algunas incógnitas entre los analistas. También se dio espacio en cuanto a los objetivos de rentabilidad al fijar una horquilla para el ROTE (rentabilidad sobre el capital tangible) de entre el 13 y el 15% y al establecer una tasa de reparto de dividendo comprendida entre el 40-50% del resultado.
Otro banco español con objetivos financieros comprometidos a medio plazo y hasta ahora confirmados, como es Caixabank, fue más concreta cuando presentó su hoja de ruta en noviembre de 2018, al avanzar una solvencia por encima del 12% y una rentabilidad, también en términos ROTE, de al menos el 12%. Respecto al dividendo, su guía fue que superaría el nivel del 50% del beneficio en efectivo. El banco que lidera Gonzalo Gortázar defiende estos objetivos (su plan se prolonga hasta diciembre de 2021), aunque tras el cambio en el escenario de tipos de interés de la privamera-verano pasada, se vio obligado a revisar algunos objetivos de ingresos, y a acelerar la reducción de costes. Un proceso que se va a prolongar en 2020.
Preguntada por la razón que había llevado al banco a retrasar casi un año el dar unos objetivos más claros de crecimiento, Ana Botín lo relacionó con la necesidad de dar visbilidad a los analistas para que pudieran realizar sus modelos.
No obstante, esta jugada, el Banco Santander tampoco escapa a algunas revisiones a peor. Concretamente, ha retrasado la aportación positiva de resultados de Popular al grupo, y también renunció al compromiso anunciado en la junta de accionistas de 2018 de pagar todos los dividendos en efectivo. El Santander, de hecho, es el único que por ahora ha retomado la modalidad de pago de dividendo con opción scrip.
El efecto positivo del no fichaje de Andrea Orcel
El tiempo ha corrido a favor del Santander. El retraso en la presentación su plan estratégico, porque esperaba la incorporación como consejero delegado de Andrea Orcel, ya permitió al banco adaptar sus expectativas a un escenario de tipos de interés negativos más prolongados, que se comenzó a anticipar en 2019. El resto de bancos del IBEX con estrategias en marcha, especialmente Bankia y Banco Sabadell que los dieron a conocer en febrero de 2018, realizaron sus estimaciones sobre la expectativa de que los tipos de interés iban a subir; algo que les ha ido presionando a lo largo de los últimos doce meses.
Ese escenario incumplido, en el que el banco presidido por José Ignacio Goirigolzarri esperaba ganar 1.300 millones de euros, ha dejado a Bankia esperando a que el Banco Central Europeo dé el visto bueno a sus modelos de ponderación interna de riesgos para liberar capital. El banco ha confirmado que continúa estando comprometido en devolver 2.500 millones vía dividendos en tres años y, sin el empujón de la subida del euríbor, confía su suerte al supervisor y al IRPH.
En el caso del Sabadell, además del brusco giro en los tipos de interés, los problemas en la migración tecnológica de TSB han trastocado los objetivos presentados en febrero de 2018. En un entorno complicado de tipos de interés para la banca de la zona euro, la baza del Sabadell ahora es implementar el plan estratégico de su banco británico, que se presentó el pasado mes de noviembre. En este contexto, el Sabadell se ha concentrado en impulsar su solvencia, que era algo que estaba pidiendo el mercado, y que, gracias a la venta de su gestora a Amundi, ya superará el nivel de 12% este año; un nivel que el propio Jaime Guardiola, consejero delegado de Banco Sabadell, consideraba el new normal que exige el mercado y que -se intuye- gusta al BCE.
Para conseguirlo, el banco que preside Josep Oliu ha tenido que realizar numerosas operaciones en los últimos meses, pero, necesita que el TSB comience a mejorar para impulsar su rentabilidad. El banco, no obstante, se ha comprometido a mantener el pago del dividendo en efectivo, en una horquilla comprendida entre el 40 y el 50% de su beneficio ordinario.
Algunos analistas no descartan que la mala experiencia de la banca con los planes estratégico trianuales y objetivos muy cerrados les hagan variar un poco su estrategia a la hora de presentar sus hojas de ruta, siguiendo al Santander, aunque ambién existen otros modelos. BBVA, por ejemplo, solo da objetivos anuales, lo que también otorga al banco más flexibilidad para ir adaptando objetivos más pegados a la situación económica a corto plazo.
La tercera alternativa es pecar de «conservador». Esto es lo que desde algunos frentes del mercado le reprochan a Unicaja, que acaba de presentar su nueva hoja de ruta. El banco, tal vez recordando los problemas que han causado a sus competidores los tipos de interés, ha preferido apostar por los dividendos y dejar que posibles sorpresas positivas en el precio del dinero (para los bancos es que suban) tiren de su rentabilidad sin prometer mejoras significativas hasta entonces.