Felipe Benjumea se busca la vida para superar la ruina de Abengoa
Acaba de constituir la sociedad ZEO Fortuny en Madrid para ofrecer servicios de intermediación financiera y ha ampliado capital en tres millones en Ardachon, una empresa familiar de explotación agrícola
Felipe Benjumea ya sabe que se va a quedar prácticamente sin nada en Abengoa. La empresa familiar pasará a manos de sus acreedores el próximo otoño, si se cumple la hoja de ruta trazada por bancos y bonistas.
O en el peor de los casos, si todo se tuerce y el acuerdo de reestructuración financiera no se lleva a término, la multinacional sevillana entraría en concurso de acreedores. Para Benjumea y el resto de las antiguas familias que fundaron el grupo de ingeniería, tan mala es una opción como la otra. La ruina total.
Levantar el vuelo tras la caída
Por ello, el expresidente de la ingeniería ha empezado a moverse para retomar el vuelo con la puesta en marcha de otros negocios. En este sentido, el pasado 27 de abril inscribía en el Registro Mercantil la sociedad ZEO Fortuny, con sede en la oficina particular que desde hace años mantiene en el número 19 de la calle Fortuny de Madrid, junto al paseo de la Castellana.
Una consultora para intermediar en un sinfín de negocios, como se recoge en el objeto social de la ficha registral. Desde la actividad inmobiliaria a la compraventa de sociedades, pasando por el comercio al por mayor y menor de todo tipo de artículos, las actividades de hostelería, la publicidad o el patrocinio de eventos.
El negocio del hidrógeno
La única relación de ZEO Fortuny con la actividad de Abengoa se recoge en el último de los puntos del objeto social, el que alude al diseño, construcción y explotación de instalaciones y centrales generadores de energía que utilicen cualquier recurso energético.
En esa línea estarían los pasos que Felipe Benjumea está dando para impulsar el negocio del hidrógeno como combustible alternativo a la gasolina para el transporte. Una realidad que están desarrollando multinacionales asiáticas como Toyota u Honda, y por la que se han interesado países del norte de Europa.
Trata con ello de aprovecharse de una actividad que la nueva Abengoa desechará tras casi dos décadas trabajando en ella. La captación para este proyecto de Javier Brey, todavía responsable de Abengoa Hidrógeno, ha sido el primer paso de Benjumea para este nuevo proyecto.
Tres millones en una empresa familiar
También acaba de inyectar tres millones de euros en Ardachon, la empresa familiar que gestiona la explotación agrícola y forestal de la finca sevillana de Sanlúcar la Mayor. Hasta ahora, Benjumea la administraba de manera solidaria con su mujer, Blanca Porres, pero ahora lo hace como socio único.
En 2014, Ardachon cerró con unas pérdidas de 1,22 millones, casi el triple que las declaradas un año antes, debido al deterioro por enajenaciones de instrumentos financieros, que pasó de 78.229 euros en 2013 a 1,4 millones.
Junta para reconocer la hecatombe
Mientras tanto, los Benjumea y el resto de familias acudirán el próximo 23 de junio a la junta de accionistas de Inversión Corporativa. La patrimonial a través de la que todavía controlan el grupo al ser titular del 51% de los derechos políticos de la empresas y del 26% de los económicos, aunque sea por poco tiempo.
En la nueva Abengoa, proyectada por los acreedores, se quedarían inicialmente con el 1,3%. Y, en el mejor de los casos, con el 2,6% si al cabo de cinco años la ingeniería hubiera pagado toda la deuda, la nueva y la antigua que finalmente quede tras la quita. Algo que no será fácil de lograr.
Unos números provisionales que habrá que ver en qué quedan tras la reducción de la inyección de capital que, finalmente, los acreedores pondrían determinar para afrontar el rescate. En función de las nuevas cuentas echadas ya no harían falta hasta esos 1.800 millones de euros barajados hasta ahora, sino que con unos 1.000 sería suficiente.
La solución de Abengoa y el concurso de Inversión Corporativa
De la solución final que se dé a Abengoa dependerá también el desenlace del preconcurso de acreedores en el que también se halla inmersa Inversión Corporativa. En este caso, el problema estriba en un crédito de 100 millones firmado en diciembre de 2014 que debía devolverse de forma progresiva entre 2015 y 2018, y que estaba garantizado por acciones de Abengoa y por unos terrenos.
Los cuatro prestamistas –Sabadell, Unicaja, Popular y Bankia– ejecutaron a principios de 2016 parte de las acciones que tenían pignoradas a su favor, debido la imposibilidad de Inversión Corporativa de hacer frente a un vencimiento. De ese modo, el importe del préstamo quedó rebajado a unos 70 millones de euros al 4% de interés.