Benjumea tendrá que ofrecer su patrimonio para avalar 70 millones
El valor de las acciones de Abengoa, la garantía con la que los bancos le daban crédito, resulta muy inferior a la deuda que atesora, y los bancos no permitirán que su participación en la futura empresa, tras la conversión de deuda en capital, resulte suficiente como aval
Felipe Benjumea, el expresidente de Abengoa, ya da por hecho de que su participación en la futura empresa va a quedar muy diluida, a casi nada después de la conversión de deuda en capital, pero, al menos, pretende salvar su patrimonio personal.
Lo va tener más que crudo. En el tira y afloja de la negociación que la empresa –todavía controlada por los Benjumea y el resto de familias históricas de la ingeniería sevillana–, los bancos acreedores y bonistas, que van a tener que apechugar con una pérdida significativa de los 9.000 millones invertidos en la compañía, no van a permitir que Inversión Corporativa ostente, ni de lejos, el 15% que pretende en la futura compañía ni que, por tanto, tampoco los Benjumea aglutinen cerca del 10%.
Vivir a crédito
Hasta ahora, la práctica de los Benjumea y el resto de partícipes en la empresa patrimonial, de acudir a los bancos para que les facilitaran la financiación con la que seguir manteniendo el control de Abengoa, les fue dando resultado.
Lo pedían y las entidades se lo daban, teniendo como garantías el valor de las acciones de la multinacional sevillana, sobre todo las de tipo A.
Los bancos dicen basta
Pero, esa estrategia se acabó. Hoy esas acciones ya apenas valen nada, con lo que para hacer frente a los casi 70 millones que deben, y que vencen en diciembre de 2018, tendrán que tirar de su propio pecunio personal.
Tierras, viviendas u otros bienes que todavía no hayan sido embargados por el juez. Porque el intento de mantener ese 15% en la nueva Abengoa será imposible. Los bancos ya le han dicho a Benjumea que nones.
Más garantías ante la caída de Abengoa
Que las entidades financieras ya se habían cansado, lo pudo comprobar Benjumea el pasado mes de diciembre, cuando vio cómo, tras el impago, por parte de una filial de Inversión Corporativa, de 7 millones de un préstamo de 94, la patrimonial –a través de Ibisa, una de sus filiales– respondió a este agujero entregando a los bancos 118 millones de acciones de Abengoa de tipo B, que tienen derechos económicos plenos pero apenas derechos políticos para hacer frente a la cantidad impagada.
De esa manera, los más de 90 millones que adeudaba se quedaron en esos cerca de 70 que ahora debe devolver. El problema es que, hasta entonces, el crédito estaba avalado por acciones que valían 52 millones, pero hoy ya valen poco más de 20, y quedarán en casi nada en el momento que se produzca la conversión de deuda en capital.