Carlos Mazón autoriza el triple de energía solar en 15 meses que Ximo Puig en cuatro años

La central nuclear de Cofrentes genera casi la mitad de la energía que se consume en la Comunidad Valenciana

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El atasco de la energía solar fotovoltaica en la Comunidad Valenciana se ha aliviado en un poco más de un año. Desde julio de 2023, el Consell ha autorizado un total de 81 instalaciones renovables que suponen 1.281,41 MW. En la última legislatura del Botànic lograron el permiso 57 plantas que suponían 416 MW.

Según los últimos datos publicados de Red Eléctrica, en la Comunidad Valenciana hay 484 MW instalados de energía solar fotovoltaica y 1.243 MW de eólica. Desde la conselleria de Nuria Montes, que además de Innovación, Industria, Comercio y Turismo tiene la responsabilidad de la Energía, apuntan que durante las dos legislaturas del Botànic, de 2015 a 2023, sólo se instalaron 50 MW de eólica y 105 MW fotovoltaicos.

Estas cifras aumentarán en los próximos años en la medida de que los proyectos autorizados inicien su construcción y conexión al sistema, momento en el cual formarán parte realmente del mix energético de la Comunidad Valenciana. De los 1.281 MW que se han autorizado desde la llegada de Carlos Mazón a la presidencia de la Generalitat, más de la mitad iban a perder su derecho de instalación de las plantas de energía solar al cumplirse un plazo que expiraba el 25 de julio.

Manuel Argüelles (izquierda) y Nuria Mones (centro) con representantes del sector de energías renovables.

Antes de esa fecha, se autorizaron 24 instalaciones fotovoltaicas que aportarán una potencia eléctrica de 776,38 MW. Ayer durante el desayuno de Forum Europa, la consellera Nuria Montes reconoció la agilidad de Manuel Argüelles, director general de Energía, en desemarañar el embrollo que el mestizaje de PSOE y Compromís en la consellería de Industria había provocado el bloqueo de las energías renovables en la Comunitat Valenciana.

Mix energético que depende de la nuclear de Cofrentes

La central nuclear de Cofrentes produce casi la mitad de la energía que se consume en la Comunidad Valenciana. La energía hidráulica supone un 20% mientras que las centrales de ciclo combinado (gas) ronda el 15%. El resto se lo reparte en un 12% la energía eólica y un 5% la fotovoltaica.

La Comunidad Valenciana tiene una fuerte radiación solar ya que ofrece más de 2.700 horas de sol al año. Esto hay que compararlo con las 8.760 horas de producción que tiene una central nuclear. Aplicando un ratio de eficiencia de 0,8 esto lleva a una producción aproximada de unos 7,7 GWh producido por la central nuclear de Cofrentes, que tiene un capacidad instalada de 1.100 MW.

Teniendo en cuenta estos datos, y consultado con fuentes del sector, la Comunidad Valenciana debería de autorizar 3,5 veces lo que ha hecho en los últimos quince meses, que mayoritariamente ha sido desbloquear lo que entre Compromís y PSOE se vetaban, para tener en solar un equivalente de producción de energía a lo que se produce con la nuclear.

Al ritmo de concesión de renovables del Botànic, haría falta 11 legislaturas (hasta 2068) para cubrir la pérdida de energía que supone el cierre de Cofrentes en 2030

El cálculo en legislaturas del Botánic, aproximadamente, es que con unas once se podría cubrir la desparición de Cofrentes, es decir, para 2068 podría existir suficiente fotovoltaica promovida por el PSOE capaz de sustituir a la nuclear que ha decretado la ministra del PSOE, Teresa Ribera, que se cierre en 2030.

Además, aún adquiriendo dicho nivel de autorización de nuevas plantas solares aún no se incrementaría la independencia energética en la medida que la sustitución seguiría dejando al gas con el mismo peso en el mix energético, es decir, con la misma capacidad de influir en el precio que tuvo en 2022.

La nuclear y el infierno del gas

Estos precedentes son los que han propiciado la nueva bandera de Carlos Mazón a favor de que se mantenga abierta la central nuclear de Cofrentes. Los datos técnicos previos son que la compra de uranio y de todos los materiales que requiere una central nuclear se realizan con un mínimo de tres años de antelación. En términos políticos, esto significa que la fecha de cierre de Cofrentes en 2030 es una cuestión de legislatura (se decidirá en 2026 o 2027, es decir, antes de las próximas elecciones).

Por esto, el Consell quiere poner encima de la mesa el efecto que tiene que exista o no central nuclear de Cofrentes dentro del mix energético de la Comunidad Valenciana. Se teme que vuelva «el infierno del gas» con precios de la energía de 400 euros el mw/h.

También ha coincidido esta iniciativa de Mazón con el cambio de estrategia de Teresa Ribera. Como ministra de Transición Ecológica, su postura ha sido contraria a la energía nuclear. Planteó un cierre de centrales nucleares e incluso pidió informes ante las presiones de ERC sobre la seguridad y petición de cierre de la central nuclear de Cofrentes.

Pensando ya en estar fuera del ejecutivo español, Teresa Ribera, como candidata a comisaria de Competencia y vicepresidenta Ejecutiva de Transición Limpia de la UE, se ha mostrado a favor de ampliar el número de centrales nucleares que hay en Europa. Esta posición dicha en rueda de prensa es interpretada en Bruselas como una forma de acercarse a los países más pronucleares como Francia.

El informe Draghi es un factor crítico que impulsa este debate ya que la industrialización de Europa, y con ello independencia de productos y también empleo de calidad, necesita un suministro fiable y geolocalizado dentro del propio territorio, y esto coloca a la energía nuclear y la renovable en el mismo bando y enfrentada a la fósil.

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