Preocupados en el campo con razón
La Unión Europea viene suscribiendo acuerdos comerciales con países terceros a espaldas del sector agrario sin exigir reciprocidad y sin tomar medidas suficientes para evitar la entrada de nuevas plagas y enfermedades
El refranero valenciano dice así:
“Bon ofici la del llaurador
si tinguera bones collites,
no hagueren contribucions,
gelades, plagues ni pedregades.”
Pues bien, son tantos y tantos los problemas que acumulan los agricultores y ganaderos valencianos que el refrán se ha quedado corto y si hubiera que ir incluyendo todos los agravios, en lugar de un refrán sería una novela negra. Una de las recientes preocupaciones que el refranero no menciona es la competencia desleal que suponen las importaciones de países terceros, las cuales nos expulsan de nuestro propio mercado y hunden la rentabilidad de los agricultores y ganaderos europeos.
La Unión Europea viene suscribiendo acuerdos comerciales con países terceros a espaldas del sector agrario sin exigir reciprocidad –es decir, sin exigir las mismas condiciones de producción dentro y fuera de la Unión Europea para los alimentos que llegan a nuestros consumidores–, sin realizar un objetivo estudio de impacto y una revisión continuada de los impactos sobre el sector agrario europeo y sin tomar medidas suficientes para evitar la entrada de nuevas plagas y enfermedades.
La prueba más evidente de que estos tratados representan una traición a nuestro sector agrario es que la valenciana es la comunidad con más tierras abandonadas (171.000 hectáreas) y con la edad agraria más alta (64,4 años).
La política comercial de la UE también fracasa a la hora de frenar la entrada de nuevas plagas y enfermedades, como el Cotonet de Sudáfrica que provoca importantes daños en nuestra citricultura. Este año los cítricos sudafricanos van camino de superar su récord histórico en detecciones de mancha negra, ya que en sus primeros meses de exportaciones a Europa ya acumulan 38 interceptaciones. Una auténtica barbaridad que sitúa a la UE en una posición tan cómplice como insostenible.
Por ello, habría que fijar desde la perspectiva científica un número máximo de detecciones de cada plaga o enfermedad de cuarentena a efectos de prohibir las exportaciones de un país tercero con destino a la UE hasta que dicho país tercero sea capaz de garantizar la seguridad fitosanitaria de sus producciones, comprobada por inspectores comunitarios.
Todos queremos un medioambiente más sostenible, pero ha de ser necesariamente compatible con la actividad agraria
Y al mismo tiempo que fomenta más plagas, Bruselas pretende prohibir más medicinas de las plantas. Necesitamos potenciar la investigación agraria y el apoyo a la innovación en explotaciones y empresas agroalimentarias, evitando la prohibición de fitosanitarios mientras no hayan alternativas eficaces a disposición de los productores.
Todos queremos un medioambiente más sostenible, pero ha de ser necesariamente compatible con la actividad agraria. Así, hay que flexibilizar los plazos y las exigencias establecidas por las iniciativas legislativas incluidas dentro del Pacto Verde Europeo para que los agricultores y ganaderos europeos puedan adaptarse sin menoscabar la rentabilidad de las explotaciones.