De Berlín a Valencia: las protestas agrarias llegan aquí

Está en juego la autosuficiencia alimentaria en un contexto mundial plagado de incertidumbre y conflictos geopolíticos

Cientos de agricultores arrancan las protestas con una ‘hoguera del vino’ en Caudete de las Fuentes. Foto: AVA.

Cientos de agricultores arrancan las protestas con una ‘hoguera del vino’ en Caudete de las Fuentes. Foto: AVA.

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Las impresionantes imágenes de los tractores alemanes colapsando las carreteras e incluso el centro de Berlín van camino de reproducirse en otros países europeos. Aunque el comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, diga que las movilizaciones de Alemania son por culpa de las políticas del gobierno germano, la realidad es que la retirada de la bonificación al gasóleo agrícola es sólo el detonante y que detrás del enorme malestar del sector agrario alemán están las políticas comunitarias. La prueba más evidente de ello es que los agricultores de otros Estados miembro como Rumanía, Bulgaria, Polonia y Francia ya están empezando a replicar similares movilizaciones.

En España la principal organización profesional agraria, ASAJA, ha convocado un Comité Ejecutivo y una Junta Directiva el 1 de febrero donde propondré emprender un calendario de movilizaciones en todo el país que culmine con un acto de protesta unitario en Madrid. Pero los valencianos ya hemos dado ejemplo poniendo en marcha las primeras protestas por toda la Comunitat, que ha marcado el pistoletazo de salida el 26 de enero en una de las comarcas donde la situación de los sectores agropecuarios se ha vuelto más dramática, Utiel-Requena.

Ante un presente oscuro en el que crece sin frenos el abandono de tierras por la crisis de rentabilidad y la descapitalización del sector, Caudete de las Fuentes ha sido la localidad desde donde agricultores y ganaderos empiezan a levantar la voz frente al silencio de las administraciones.

El sector ha protestado ante la falta de ayudas directas a los productores de uva y olivar, así como a los insuficientes apoyos a los de almendra, cereales y ganadería, la necesidad de aprobar la vendimia verde, la destilación de crisis y las ayudas al abandono definitivo de viñedos, la ampliación del seguro por sequía hasta el 70% del coste de la subvención, la agilización de los pagos de la PAC, así como una simplificación de los trámites administrativos de las instalaciones agropecuarias.

Una protesta de agricultores en Berlín. FE/EPA/Filip Singer

Pero hay preocupaciones comunes que atienden a toda España y a otros tantos cultivos a causa de la baja rentabilidad. Es por ello que instamos a que el sector salga y llene carreteras y calles, pidiendo reciprocidad a las importaciones de terceros países, una evaluación rigurosa de los impactos sobre el sector agrario europeo de los acuerdos comerciales, una PAC más mediterránea y un Pacto Verde Europeo con plazos y exigencias flexibles que podamos cumplir y no repercutan en una pérdida de la sostenibilidad económica.

Es evidente que nuestros enemigos están en Bruselas y tienen un plan preconcebido para matar a los agricultores y ganaderos europeos y ser sustituidos por importaciones procedentes de países terceros, las cuales entran con los mismos derechos que cualquier Estado miembro, es decir, con arancel cero, pero sin las mismas obligaciones que se exigen en Europa, ya sean laborales, fiscales, fitosanitarias o medioambientales.

El problema es que estas políticas agrarias están saliendo muy caras tanto para los productores como para los consumidores. Cada vez tenemos más tierras baldías y cada vez pagamos los alimentos más caros. Está en juego la autosuficiencia alimentaria en un contexto mundial plagado de incertidumbre y conflictos geopolíticos. Está en juego el Mediterráneo verde que es la mejor garantía de mantener verde el corazón de Europa.

Y está en juego la lucha contra el cambio climático, ya que los agricultores y ganaderos somos los primeros ecologistas que cuidamos el suelo, cultivamos el bosque verde que no se quema, frenamos la desertificación y prevenimos los incendios forestales. Si no garantizan precios justos en toda la cadena y una estabilidad a la actividad agraria, todos los europeos saldremos perdiendo.

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