Primero Ford y ahora Mercedes: El coche eléctrico suma otra renuncia
El fabricante alemán renuncia a la plataforma eléctrica con la que iba a lanzar una nueva serie S con 1.000 kilómetros de autonomía
Mercedes ha copiado en Alemania el cambio de dirección que Ford anunció en Almussafes. La marca alemana ha cancelado una plataforma de vehículos eléctricos al considerar que no existe demanda suficiente en Europa para asumir los coches con hasta 1.000 kilómetros de autonomía que tenía previsto fabricar.
La plataforma sacrificada es la MB.EA-Large, es decir, donde se iba a ensamblar la serie S eléctrica de Mercedes. Por su parte, la plataforma que Ford ha paralizado es la que se denominó GE-2, que era la evolución de la GE-1, que actualmente en México ensambla el Mustang Mach-e.
En la industria de la automoción, las plataformas son la base sobre las que se construyen los coches. Constan de todos los raíles portacoches que trasladan los vehículos por la factoría mientras se va ensamblando cada pieza. La dimensión y estructura de la misma es la que permite optimizar la fabricación de coches según el tamaño que tienen. El hecho de que el coche eléctrico tenga muchas menos piezas supone una remodelación muy relevante de las plataformas.
Tal y como desveló el prestigioso periódico alemán Handelsblatt, «el director general Källenius calculó mal» ya que los costes de fabricar los vehículos eléctricos de la gama más alta de Mercedes serían «demasiado elevados». La inversión en la implantación de una nueva plataforma sobrepasa en casi todos los casos los 1.000 millones de euros de inversión, por lo que para rentabilizar dicho desembolso es necesario fabricar millones de unidades durante los aproximadamente 8 años que suele tener de vida útil un modelo de coche.
La lenta evolución del coche eléctrico ha hecho paralizar los planes de estas nuevas plataformas que a su vez se habían acelerado hace un par de años por la confirmación de que en Europa no se iba a poder vender a partir de 2035 ningún coche que emita CO2 vía un motor de combustión.
Alemania, donde el peso de la industria automotriz tiene un peso muy relevante, había sido hasta la fecha uno de los países más críticos con esta limitación mientras se ha abogado por el desarrollo de los biocombustibles como alternativa a la electrificación. Ahi la Comunidad Valenciana tiene también un papel crítico, ya que BP ha elegido la refinería de Castellón como punta de lanza en la reconversión hacia la fabricación de biocombustibles, tal y como recientemente incidió Andrés Guevara, presidente de BP España.
En medio de este debate, que tiene opciones de reavivarse tras las elecciones europeas del próximo 9 de junio, la primera marca que anulado una adjudicación de electrificación ha sido Ford, que para Almussafes había reservado la plataforma GE-2 y finalmente ha decidido renunciar a las ayudas del Perte para la electrificación para mantenerse con un modelo denominado «multienergía» del que se conoce que tendrá motor de combustión.
Los pasos de Ford en Almussafes los ha seguido Mercedes anulando también su plataforma de electrificación. Con estas decisiones, el portfolio de vehículos que será ofrecido al europeo al final de esta década se tiñe de incertidumbre.
Antes de estas decisiones, se daba por descontado que además de Tesla se iba a producir un desembarco de vehículos eléctricos chinos. Esta premisa, de momento, se mantiene inalterada.
La reacción que estaban teniendo todos los fabricantes de coches en Europa era de preparación de sus fábricas para esa competencia plagada de motores eléctricos en el que la combustión iba siendo progresivamente denostada. Ahora vivimos un proceso a la inversa en el que son ya dos marcas las que han cambiado el rumbo y han visto en la tecnología de combustión la opción correcta para el medio plazo.
Hay que tener en cuenta que las decisiones sobre plataformas tomadas hoy marcan cómo serán los coches que debutarán dentro de tres años. Ford Almussafes prevé sacar su nuevo modelo multienergía a mediados de 2027. Además, el ciclo habitual en la automoción es que un vehículo dure ocho años, por lo que la decisión sobre plataformas en 2024 vincula los coches que se pueden vender hasta 2035. Esta es la fecha que, oficialmente, el mercado tendría que pasar a ser eléctrico o de hidrógeno.
Teniendo en cuenta el previsible aumento de oferta de coches eléctricos fabricados fuera de Europa, la producción dentro de Europa tiene ahora que calcular si tendrá mayor beneficio manteniéndose en la combustión, como pensó Ford. O si se debe sumar a este cambio de tendencia, como ha hecho Mercedes. Y si aún queda margen de futuros compradores de combustión para que más fabricantes hagan este cambio de rumbo.
A su vez, cada fabricante que se vuelve a la combustión deja a los que sigan apostando por el eléctrico con menos competidores, una situación que todavía se podría acrecentar si se aplicaran medidas proteccionistas que frenaran con aranceles la llegada de coches eléctricos chinos.