MSC alerta sobre una «ralentización de la demanda» y ajusta sus rutas entre Asia y el Mediterráneo

La principal naviera del mundo ya ha eliminado un viaje de su servicio Jade, que parte desde China y hace escala en Oriente Medio para llegar hasta puertos del Mediterráneo Occidental como Valencia y Barcelona

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La compañía ítalo-suiza MSC, la primera naviera a nivel mundial, ha advertido a sus clientes sobre que prevé una «ralentización de la demanda» y, en consecuencia, va a proceder a ajustar la capacidad de la red con la que conecta Asia y el Mediterráneo Occidental, con Valencia, Algeciras o Barcelona entre sus principales puertos en esta zona geográfica.

La naviera multinacional, con fuertes intereses en el Puerto de Valencia, como la futura terminal norte, de la que es la concesionaria, suma de esta forma una prueba más a la cada vez más palpable desaceleración económica a nivel mundial.

Este freno en la economía mundial lleva fraguándose ya muchos meses, con diversos factores presionando en esta dirección, como la inflación persistente que, aunque ha disminuido en algunos lugares, sigue siendo un problema en muchas economías, con la consecuencia de que los bancos centrales han estado subiendo las tasas de interés para combatirla, lo que a su vez puede frenar el crecimiento económico en un bucle que no parece tener fin, al menos por el momento.

Precisamente, el histórico aumento de las tasas de interés de los principales bancos centrales del mundo, como el de Estados Unidos o el europeo, que emprendieron con el objetivo de controlar la inflación, encarece los préstamos, tanto para consumidores como para empresas, lo que puede reducir el gasto y la inversión.

A esto se suman los conflictos internacionales, como en primer lugar la guerra en Ucrania, que generó una gran incertidumbre económica, interrumpió las cadenas de suministro y aumentó los precios de la energía y los alimentos, lo que ha afectado negativamente a la economía global, hasta el despliegue militar que está protagonizando Israel en la Franja de Gaza tras el atentado de Hamás de octubre y que ha llevado a una escalada militar en Oriente Medio.

Este segundo foco de conflicto ha tenido como consecuencia la interrupción de una de las principales vías de tráfico marítimo del mundo y de conexión entre Asia y Europa, el golfo de Adén y el Mar Rojo, donde los rebeldes hutíes comenzaron a atacar a buques comerciales en respuesta a las acciones militares de Israel, lo que a su vez llevó a que las principales navieras del mundo tuvieran que desviar sus rutas hacia un trayecto mucho más largo y costoso bordeando el cabo de Buena Esperanza, rodeando África.

Por si fuera poco, a estos factores se ha sumado recientemente la tensión geopolítica que parecía mantenerse en stand by entre Estados Unidos (y Europa) y China y cuyo último capítulo ha sido la imposición de aranceles a los vehículos chinos y de otras nacionalidades, pero producidos en el gigante asiático, por parte de la Comisión Europea y como recurso para salvar la situación de la industria automovilística del viejo continente.

Por último, se ha desatado en los últimos años una grave crisis energética, exacerbada por la guerra en Ucrania, que también ha afectado a los costes de producción y ha generado preocupaciones sobre la seguridad energética en muchos países.

La suma de todos estos ingredientes ha llevado a un menor crecimiento económico -se espera que el crecimiento económico mundial sea más lento en los próximos años en comparación con períodos anteriores y motores económicos como Alemania o Estados Unidos empiezan a lanzar señales preocupantes y a un aumento del desempleo.

En respuesta, el BCE ya ha iniciado la esperada bajada de tipos de interés, aunque el ritmo y la intensidad de momento son un misterio, y la Reserva Federal de Estados Unidos, aunque más tarde, también ha iniciado este camino. El dilema ahora está en si el cocktail explosivo que se ha generado a nivel mundial acabará en un aterrizaje suave de las principales economías mundiales o será tarde y la recesión es inevitable pese a los esfuerzos -puede que tardíos- de los bancos centrales.

Ante toda esta situación, un termómetro para la economía mundial es el transporte de mercancías. Sea por la aplicación de los grandes aranceles a los automóviles chinos puesta en marcha por las instituciones europeas o por la ralentización económica, la principal naviera del mundo ya advierte sobre «una ralentización prevista de la demanda» y la primera consecuencia es que tiene previsto ajustar la capacidad de su red Asia-Mediterráneo Occidental, con su correspondiente impacto sobre los puertos españoles.

En concreto, MSC ya ha eliminado un viaje de su servicio Jade, que parte desde China y hace escala en Oriente Medio para llegar hasta puertos del Mediterráneo Occidental como Valencia y Barcelona.

En concreto, desde la crisis del Mar Rojo, esta ruta comprende los siguientes puertos: Qingdao, Busan, Ningbo, Shanghái, Xiamen, Nansha, Yantian, Singapur, Valencia, Barcelona, Gioia Tauro, Tánger Med, Singapur y Yantian.

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