Banco de Valencia muere 11 años después: Caixabank elimina el nombre de sus tarjetas

Caixabank mantuvo la marca "Banco de Valencia" en las oficinas hasta 2016, en 2017 quitó el rótulo de "Banco de Valencia" que coronaba el edificio donde ahora tiene la sede social pero aún quedaba el resquicio de las tarjetas de crédito

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Caixabank ha comunicado a los clientes que aún mantenían sus tarjetas de crédito con la denominación «Banco de Valencia» que este resquicio del pasado finalizará el próximo lunes, 27 de mayo. Aunque la mayoría de los plásticos habían perdido este nombre físicamente aún mantenían su denominación de Banco de Valencia (BDV) digitalmente manteniendo vivo el recuerdo que la semana que viene se extinguirá.

El sms que han recibido los clientes dice: «El 27 de mayo actualizaremos en CaixaBankNow el nombre de tus tarjetas procedentes de Banco de Valencia. Este cambio solo afecta al nombre de la tarjeta». Caixabank explica a Economía Digital que este mensaje se ha enviado a algunos clientes que procedían de la integración de Banco de Valencia y a los que les aparecían marcadas en la app móvil las tarjetas que tenían origen de su anterior entidad para diferenciarlas de otras que pudiera tener contratadas con CaixaBank.

En las fusiones bancarias, los tres elementos claves son cómo se llamara la nueva entidad, dónde tendrá la sede social y quién la presidirá. En la operación en la que CaixaBank adquirió por un euro Banco de Valencia no hubo dudas en la segunda y tercera incógnita ya que el FROB había intervenido el pequeño bastión financiero de los valencianos y la gestión iba a ser de Caixabank. De hecho, la entrada del FROB ya supuso la dimisión de todo el consejo de administración histórico de la entidad.

El debate de la sede social en 2012, cuando las ínsulas independentistas todavía no habían alcanzado los niveles que sobrepasaron en 2017, no admitió, a priori, discusión. Caixabank absorbía Banco de Valencia y Barcelona continuaba siendo la sede de la entidad.

Con respecto a la marca, en un principio, Caixabank decidió en 2013 tener un gesto con la de Banco de Valencia y rotuló toda su red de oficinas con ambos emblemas, en una decisión en la que sorprendió recuperando también la marca «Banco de Murcia» para región de Murcia ya que esta entidad que había sido comprada por la valenciana en 1997. La decisión duró cuatro años porque en 2016 se acabó la denominación de Caixa-Banco de Valencia que había aparecido en las oficinas y en las libretas aunque el nombre en las tarjetas se ha mantenido 11 años.

Caixabank se quedó con el banco de la burguesía valenciana y, por tanto, en la transmisión de activos recibió edificios históricos que son emblema de sus ciudades. El movimiento «Pro Banco Valencia», que fue el que surgió para defender la valencianía de la entidad con un peso máximo accionarial del 1,1% (porque el resto lo tenía el FROB), incidió precisamente en la compartiva entre el euro que pagó Caixabank y el valor del edificio «Banco de Valencia», que es el histórico monumento que preside el distrito financiero de la capital del Turia.

Junto con este movimiento empezó otra oleada de retirada de signos de Banco de Valencia siendo el más llamativo el del rótulo que corona el histórico edificio levantado por Goerlich y que hoy es la sede social de Caixabank. Entonces, la entidad bancaria presentó un escrito al Ayuntamiento de Valencia para pedir un cambio en la fachada del edificio histórico. La fundación que defiende el legado del arquitecto se opuso, cuestión por la que se interesó el entonces concejal de Ciudadanos, Manuel Camarasa.

El resultado fue que todos los grupos del Ayuntamiento de Valencia, entonces Compromís, PSOE, Valencia en Comú (Podemos), PP y Ciudadanos, acordaron una declaración institucional en la que se comprometía al consistorio a velar porque el edificio «Banco de Valencia» (que así se llama el edficio que fue sede de la entidad) se mantuviera inalterado, especialmente en lo referente a las letras de bronce que aún lucen su nombre pese a que Caixabank lleva ya siete años con su sede social alli ubicada.

Mientras todo esto ocurría, en cada junta general de accionistas de Caixabank aparecía Eduardo Mestres, fundador de Proava fallecido el septiembre pasado e histórico comerciante de vinos de origen catalán (y con enormemente acento catalán) pero que había crecido como empresario en la ciudad de Valencia (y enormemente defensor de lo valenciano). Como siempre recordaba y agredecía, su negoció cogió impulso porque cuando llegó a la ciudad se topó con un empleado de Banco de Valencia que insistió en ayudarle.

De sus enérgicos alegatos en defensa de las raíces de Banco de Valencia en cada junta general de accionistas de Caixabank, y según contaba el propio Mestres en su tienda, nació la opción de que todo cliente procedente de Banco de Valencia podía mantener dicho nombre en la tarjeta pese a la absorción por parte de Caixabank. Lo contaba porque, de hecho, era el único comercio conocido en la ciudad en la que por pagar con plástico que tuviera el nombre de Banco de Valencia se lograba un descuento.

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