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Los proveedores de Mercadona y Consum alertan del riesgo de reducir el plástico en los envases
Leonor Saiz (Familia Martínez): "Hay que decirle a la administración que tiene que ser más realista en los tiempos y en los objetivos. No se pueden hacer brindis al sol"
La industria agroalimentaria valenciana, es decir, los proveedores de alimentos elaborados y/o transformados para supermercados como Mercadona o Consum marcaron ayer un orden de prioridades. Primero está la seguridad alimentaria y después, y en la medida de lo posible, la reducción del uso del plástico. El mensaje a la administración fue directo: «Hay que ser más realista en los tiempos».
En el contexto de una jornada organizada por Fedacova, organización que agrupa a las industrias agroalimentarias de la Comunidad Valenciana, titulada «El papel de la cadena agroalimentaria en la sostenibilidad global», Leonor Saiz, miembro de la junta directiva de Fedacova y directora de relaciones institucionales y externas de Familia Martínez, uno de los grandes grupos cárnicos de la Comunidad Valenciana, afirmó: «Hay que decirle a la administración que tiene que ser más realista en los tiempos. No se pueden hacer brindis al sol. Yo pediría un poco más de racionalidad a la hora de marcar los plazos del marco regulatorio».
La propuesta la hizo teniendo delante a Cristina Vicent, subdirectora general del Cambio Climático de la Dirección General de Calidad y Educación Ambiental de la Conselleria de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio. La contestación de Cristina Vicent fue: «Tomo nota por la observación que hacéis. El cambio tiene que ser posibilista. Trasladaré el mensaje«. Y acto seguido recuperó el discurso del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, del trabajo en mejorar los procesos y la simplificación administrativa.
La cuestión principal para la industria agroalimentaria es que el uso del plástico responde a la necesidad de tener envases en los que transportar los alimentos en óptima y segura conservación cuando el consumidor los adquiere en los supermercados. El ejemplo más evidente lo puso Rafael Muñoz Martínez, de Gruppo Acqua Minerale San Benedetto, cuando aseveró que no se podía «volver a vender a granel con en los 70», es decir, sin envasar. Y mucho menos el agua natural.
Leonor Sainz, Familia Martínez, sentenció que la «seguridad alimentaria es irrenunciable» mientras desde el Gruppo Acqua Minerale San Benedetto se apuntó la imposibilidad de cumplir en los próximos años con el porcentaje exigible de uso de plástico recicable por la falta de esta materia prima.
En concreto, se especificó que existe falta de plástico recicable de calidad. Lo que exige la industria y no encuentra, según se expuso en la jornada, es que falta plástico reciclado que garantice la seguridad alimentaria que ahora se aplica para aumentar la durabilidad y seguridad alimentaria de los productos que comen los clientes de los supermercados.
El círculo se cerró, por parte de los supermercados, al razonar la relación directa que hay entre el uso de plásticos, la duración de los alimentos y el precio de la cesta de la compra. Pedro Reig, director de Asucova, patronal que agrupa a Mercadona, Consum y Masymas, entre otras, aportó un dato crítico para entender el asunto: «La distribución es el responsable del 5% del desperdicio alimentario».
Los ajustados márgenes de los supermercados hacen que las pérdidas ligadas a la caducidad de los productos se tengan que limitar notablemente. Un alto desperdicio lleva a pérdidas a las empresas, por lo que es crítico garantizar el alto estandard de calidad en cuestiones de seguridad alimentaria y sabor que pide el cliente. «Por este motivo, los almacenes de los supermercados son muy pequeños y el objetivo es el desperdicio cero. Es un tema de dinero que requiere un sistema de excelencia en la gestión de los pedidos», aclaró Reig.
Acabada la jornada, desde el sector añadieron el factor precio. El razonamiento es que si se retiran los plásticos o se cambian por otros soportes que reduzcan el tiempo útil y la seguridad alimentaria de los alimentos, la generación de desperdicios aumentaría. Esto provocaría un aumento de precios que tendrían que cubrir el coste de no vender los productos que se caducarían antes.
Mismo argumento que los agricultores: Cuidado con la llegada de terceros países
Sin necesidad de nombrar ni a la naranja ni a Sudáfrica, el presidente de Fedacova y de Vicky Foods, Rafa Juan, reflexionó al inicio de la jornada sobre el impacto que tendrá en la alimentación y la sostenibilidad la llegada de alimentos de terceros países, es decir, de zonas en las que no se cumpla la legislación europea. La sintonía entre agricultores y productores con la industria agroalimentaria en este aspecto es notable.
Rafa Juan se planteó si la Unión Europea es autosuficiente desde la perspectiva alimentaria. Los datos que expuso dicen que el «grado de autosuficiencia energética alimentaria de UE 27 es de un 105%, en la forma de consumo actual». El presidente de Fedacova incidió que se trata de un «resultado que roza el punto de equilibrio».
«Ello tiene implicaciones en la estrategia del Pacto Verde Europeo que, tal vez, podría derivar en una producción agraria que convierta el reducido superávit actual de autosuficiencia energética alimentaria en la UE, en un déficit que podría por tanto, aumentar la necesidad de importar alimentos de terceros países, que podrían o no guiarse por los mismos principios que determina la UE en dicho Pacto Verde, es decir, que las nuevas políticas sostenibles comporten el riesgo de importaciones insostenibles, y por otro lado, se podrían incluso llegar a cuestionar algunas exportaciones», apuntó Rafa Juan.
El temor visto desde Europa es precisamente la oportunidad que, desde países como Sudáfrica, ven en Europa. Tal y como publicó Economía Digital, Paul Hardman, director de asuntos industriales de CGA (la agrupación de productores de cítricos de Sudáfrica, la visión que tienen de Europa es que “los agricultores europeos van a tener menos opciones. Hay un aumento en la demanda de productos orgánicos porque hay nuevas expectativas que se ha construido con la estrategia de la granja a la mesa”. E inciden en que “el 25% de la producción en Europa para 2030 debe ser producida orgánicamente”.
Pese a reconocer esta apuesta, apuntan que “sentimos que los estados miembros comienzan a desfragmentarse y sus requisitos se están diversificando. Creo que los minoristas van a intervenir y simplemente serán firmes en términos de lo que creen que el mercado quiere”. O, dicho de otra forma: «Europa se va a convertir en un enorme importador neto de alimentos». El dato: Europa va a necesitar duplicar o triplicar los alimentos que va a tener que importar, piensan en Sudáfrica (y por ello aumentan su producción de naranja).
Las ideas de Rafa Juan están en sintonía con la petición de reciprocidad que piden agricultores y comercios de la naranja valenciana. En el fondo radica que las exigencias medioambientales que se aplican para garantizar la seguridad alimentaria suponen un coste creciente en la medida que las dudas sobre la autosuficiencia alimentaria de Europa lleva a abrir las puertas a alimentos que no están obligados actualmente a cumplir con la legislación europea.