Los insultos de UGT a Mazón alientan un veto a 2,5 millones de subvención a patronal y sindicatos
Susana Camarero dice que es "incompatible" romper el diálogo social con insultos y recibir subvenciones por ello y UGT y Comisiones Obreras contestan con que "no es tolerable" que ellos sufran "amenazas"
Los insultos de UGT calificando a Mazón de «caradura» y «personaje sin dignidad» reavivaron ayer un enfrentamiento que ha convertido en seria amenaza la continuidad de la política de subvenciones que la Generalitat Valenciana otorga a la patronal CEV y a los sindicatos UGT y Comisiones Obreras.
Había 2,5 millones de euros en la previsión de las cuentas públicas para el diálogo social y las cuatro patas del diálogo social que pactan está cantidad (gobierno, patronal y dos sindicatos) no garantizan estabilidad en la negociación.
UGT mantiene oficial y públicamente los insultos y el gobierno de Carlos Mazón continúa valorando si es viable dialogar con el que le insulta y si con esa voluntad de enfrentamiento se pueden pactar políticas laborales como las que se pagan con las subvenciones programadas. La CEV guarda riguroso silencio en la confianza de que con discreción y/o tiempo se retomen las relaciones mientras Comisiones Obreras mezcla la misma actitud de la patronal con la firma de un comunicado que no cierra la polémica ya que contiene gasolina para el fuego encendido.
El enfrentamiento se produce en el momento ideal para que escale el conflicto. Este mes de febrero se conocerán los presupuestos de Mazón, que se iban a presentar el 31 de octubre. La DANA los paralizó. La solidaridad será el argumento en el balanceo presupuestario y concreción de subvenciones, que si ya habían generado polémicas antes de la catástrofe natural ahora se encuentran con una tormenta perfecta. Antes no se atrevían a hacer lo que ahora puede ocurrir. La confianza del gobierno de Mazón está creciendo.
El origen de esta crisis es el discurso de Ismael Sáez, secretario general de UGT en la Comunidad Valenciana, este sábado en el congreso del PSPV. Una fuente veterana del diálogo social emite un certero diagnóstico: «Ana (García, CCOO) se prepara las intervenciones e Ismael (Sáez, UGT) no y te puede salir por cualquier sitio como ha pasado«.
Ismael Sáez no fue dubitativo en su posición política. Logró el previsto aplauso del congreso del PSPV cuando dijo: «Cuánto te echamos de menos, Ximo Puig, y cuánto anhelamos que vuelva el Partido Socialista a la Generalitat». Hasta ahí, la única trascendencia de sus declaraciones fue la demostración, de nuevo, de la vinculación entre la UGT y el PSOE.
El problema es cuando, fuera de sede parlamentaria donde los exabruptos se han normalizado obviando cualquier viso de decoro, Ismael Sáez traspasó la línea que todos los agentes del diálogo social consideran un error.
Fuentes de las cuatro patas del diálogo social reconocen en diferentes grados y en privado (aunque no se atrevan a hacerlo en público) que no estuvo buen cuando dijo: «Tenemos al frente de nuestro gobierno a un caradura, un personaje sin dignidad que menospreció los riesgos del cambio climático y la alerta roja largo tiempo anunciada, que desoyó sus obligaciones y procrastinó porque tenía un compromiso que no se sabía si era público, privado o qué narices era. Es evidente que no estaba donde debía».
El enfado del gobierno de Mazón arrancó aquella misma tarde de sábado. Durante el domingo y el lunes se esperó tener una reacción de UGT que limara los insultos. Acabada la reunión del Consell de ayer martes, la vicepresidenta y portavoz, Susana Camarero, y sin que fuera necesario preguntas, puso en marcha la reacción.
«Nos ocupamos de atender a los trabajadores, que les ayudamos permanentemente a mejorar su situación, especialmente con los decretos que van ayudando a la situación de los trabajadores y trabajadoras afectados por la DANA», indicó como punto de partida.
«Parece incompatible esta forma de trabajar del Consell con lo que estamos viviendo y lo que hemos visto de los insultos recibidos por el Presidente, al que le han tachado de caradura», argumentó.
«Nosotros entendemos que los secretarios generales de los sindicatos tanto de UGT como de Comisiones Obreras estén algunos de salida y otros en elecciones internas pero esta barbaridad de declaraciones no les legitima«, afirmó urgando en la situación personal de Ismael Sáez y Ana García.
Y la munición fue creciendo: «Algunos buscan inestabilidad en el Gobierno sin ningún tipo de justificación, probablemente porque están más cómodos como gobiernos anteriores como el del Botánico o con Gobiernos como el de Sánchez, que ha multiplicado las subvenciones por cuatro«.
Susana Camarero después de meter el dedo en el ojo, lo giró: «Yo quiero recordar qué hace tan solo un par de semanas aprobamos 21 nuevos liberados sindicales. Yo tengo que recordar que los sindicatos cuentan con casi 800 liberados sindicales más los 500 de Sanidad».
La conclusión fue: «Parece que algunos quieren dinamitar los puentes de diálogo social solo por hacer política no vale todo por hacer política y es preocupante que algunos quieran inhabilitar estos puentes que hemos puesto en marcha este Gobierno con los sindicatos».
Las declaraciones encendieron las alarmas entre los empresarios. Varias fuentes trasladaron a Economía Digital su preocupación por este cruce de declaraciones que aún tenía un tercer capítulo: la respuesta de los sindicatos.
De ella, hay varias aspectos relevantes. Una fue la velocidad de respuesta. Llegó a las cinco horas de las declaraciones de Camarero, lo que para un comunicado pactado entre dos sindicatos denota celeridad e interés. Aunque en esta dimensión los sindicatos no alcanzaron las capacidades de la Delegada del Gobierno, Pilar Bernabé. Consiguió mandar una nota de prensa durante la rueda de prensa y que una de las preguntas fuera sobre la reacción de Pilar Bernabé a lo dicho por Susana Camarero.
La fundamental del comunicado sindical es que no se retiran ni matizan los insultos, que es lo que Camarero puso como causa de su replanteamiento de subvencionar el diálogo social a quien dinamita los puentes de encuentro. Un comunicado de respuesta que no responde a lo que lo provoca no cierra polémicas.
Incluso puede alimentarlas cuando, como es el caso, en vez de limar se aumenta la crítica: «Los sindicatos recuerdan que la crítica política es consustancial a la democracia, lo que no es tolerable son las amenazas hacia quienes han contribuido precisamente a forjar las libertades y los derechos en este país».
Vista la frase, Economía Digital preguntó a ambos sindicatos: «¿Son tolerables los insultos, tales como «caradura, un personaje sin dignidad» desde el ámbito sindical al político?». No hubo respuesta ni valoración.
Después el comunicado de los sindicatos navega por argumentarios que comparten las cuatro patas del diálogo social. «UGT PV y CCOO PV han participado, y lo seguirán haciendo, en todas las comisiones y reuniones a las que han sido convocados por las diferentes administraciones para la reconstrucción. En esos espacios han trasladado la necesidad de mejorar la coordinación entre gobiernos, para que las medidas resulten realmente de utilidad para la ciudadanía», aseguran.
La intención colaboradora de los sindicatos (lo firman los dos) sólo chirría por el insulto no comentado ya que al no abordar el conflicto generado se normaliza un ataque mientras se afirma que «no es tolerable» recibir ataques.
Con el comunicado emitido por UGT y Comisiones Obreras, el conflicto sigue abierto, los presupuestos no están cerrados y la patronal tiene ante sí la necesidad de que las cuatro patas del diálogo social se sienten antes de que el reparto de subvenciones a patronales (CEV, sectoriales, por provincias…) abra otro punto de fricción. La otra opción sería provocar una «grave ofensa» a los sindicatos al estilo de lo hecho por Yolanda Díaz, es decir, un modelo en el que un gobierno sólo negocia con una parte de los miembros del diálogo social y con el que impone el resultado a la parte no consultada.