Las razones del sector agrario para seguir en la calle

A la cruda realidad económica del campo valenciano se suman las consecuencias negativas de la reforma de la PAC y la falta de apoyo por parte de los gobiernos

GRAFCVA8389. SAN ISIDRO DE ALBATERA (ALICANTE), 16/02/2024.- Agricultores de la comarca de la Vega Baja del Segura protestan en San Isidro de Albatera en una jornada donde las movilizaciones se concentran en la provincia y Santander. EFE / Manuel Lorenzo

Agricultores de la comarca de la Vega Baja del Segura protestan en San Isidro de Albatera. EFE / Manuel Lorenzo

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

La realidad del campo valenciano es esta: más de 173.000 hectáreas de cultivo abandonadas (una de cada cinco), 64 años y medio de media de edad de los titulares de explotaciones agrarias (y eso son cifras de 2020, ahora será mayor) y únicamente el 0,3% de los perceptores de la PAC son jóvenes agricultores.

Todos estos datos proceden de documentos públicos. No son opinables. Son la fotografía fija incuestionable de la realidad agraria valenciana, y hemos llegado aquí en un proceso continuo de varias décadas.

La reforma de la PAC

Más allá de las crisis puntuales sectoriales de diversos cultivos y ganaderías, si deseamos hacer una interpretación general de lo que está sucediendo aquí y en toda Europa, creo que habría que centrarse en la reforma de la PAC.

Ha sido una reforma absolutamente nefasta que consagra el sacrificio de la agricultura europea en reducción de producción en base al Pacto Verde Europeo y un incremento brutal de la carga burocrática.

Recientemente se ha publicado un documento: “La guerra silenciosa de la agricultura” de Richard J. Schenk para el Mathias Corvinus Collegium de Bruselas, que es un foro europeo de pensamiento, que explica el proceso de deterioro de nuestra agricultura.

La era dorada de la agricultura europea

El inicio del mercado común supuso la época dorada de la agricultura europea, porque tras la Segunda Guerra Mundial había que alimentar a una Europa hambrienta.

La reforma de la PAC ha sido nefasta, que sacrifica la agricultura europea por la reducción de la producción

La reforma de Ray Macsharry del 92 (multifuncionalidad de la agricultura) significó que la agricultura se había desviado de su función principal de alimentar a la población y se equiparó la agricultura y el medioambiente en la política común europea.

En 2019 el Pacto Verde Europeo (Estrategia De la Granja a la Mesa y Estrategia Biodiversidad) dio un paso más y acabó de afianzar la subordinación de la agricultura al discurso ideológico ecologista. Dicho de otra forma, los grandes partidos políticos de la Unión Europea abandonaron definitivamente el agrarismo en pro de la ideología ecologista (no de la ciencia de la ecología).

Dos casos ejemplares

El documento de Schenk relata dos casos de éxito en Europa en esta lucha agrarista. En primer lugar, los agricultores holandeses que cuando percibieron que los grandes partidos agraristas holandeses abandonaron el agrarismo, a pesar de todo el trabajo de las organizaciones agrarias del país y la Universidad de Wageningen por reconducir la situación, crearon su propio partido con notable éxito electoral y consiguieron que los partidos clásicamente agraristas volvieran a tenerlos en cuenta.

Este caso se irradió a la zona valona de Bélgica y también lograron que los grandes partidos belgas clásicamente agraristas reconsideraran su posición.

El otro gran caso de éxito fue el de los titulares de explotaciones madereras de Finlandia, que al ser una actividad tan arraigada en el país, consiguieron el apoyo incondicional del gobierno local contra la propuesta de la Comisión Europea de “Ley de Restauración de la Naturaleza”, recientemente aprobada en el Parlamento Europeo por ecologistas, izquierda, socialdemocracia y partido popular irlandés.

En todo caso, los madereros finlandeses consiguieron el apoyo incuestionable de su gobierno.

Sin apoyo gubernamental

En el resto de Europa no fuimos capaces de recabar el apoyo esencial de nuestros gobiernos, que básicamente han abandonado el agrarismo, aunque ahora, quizás por la proximidad de elecciones europeas, vuelve a haber debate.

En España la situación es alarmante. El Ministerio de Agricultura representa el quiero y no puedo. Y el Gobierno en su conjunto y especialmente el Ministerio para la Transición Ecológica, al que habría que llamar Ministerio de Intransigencia Ecológica, sigue imponiéndonos sus dictados ideológicos ecologistas fundamentalistas.

Por tanto, hay que seguir saliendo a la calle para que el Gobierno español cambie su posición.

Las propuestas no traen la solución

La junta directiva de ASAJA concluyó el pasado viernes que los 43 puntos propuestos por el ministro Planas no solucionan el problema de la agricultura española y mucho menos el de la agricultura mediterránea, por lo que no ha firmado un acuerdo con Planas y mantiene las movilizaciones tanto en la Comunitat Valenciana como en el resto de España.

Además de lo que las administraciones regulan mal, está lo que no regulan o lo que no regulan bien. Los acuerdos comerciales con países terceros son un auténtico escándalo. Se aprobaron en su momento sin una correcta evaluación de impacto y sin posibilidad de medidas correctoras eficaces en caso de que tuvieran una evolución que acabara perjudicando a los productores europeos.

Como no hay las mismas reglas de producción para todos los productos que van al mercado europeo, ya que las exigencias a los productores europeos son infinitamente superiores a las de los países terceros, lo que está haciendo Europa (la Comisión, el Parlamento y el Consejo que son los gobiernos de los Estados miembros) es fomentar directamente la competencia desleal de los países terceros con los europeos.

Hay grandes intereses económicos no agrarios europeos en países terceros y se protegen sacrificando la agricultura con el argumento ecologista.

La Ley de Cadena

En cuanto a la Ley de Cadena, muchas son las voces interesadas que argumentan que mientras no se solucione la competencia desleal de países terceros, no tiene sentido actuar en la cadena porque al final la Ley de Cadena no afecta a los países terceros.

Siendo cierto este argumento, también es cierto que durante décadas todos los eslabones de la cadena han tenido beneficios (comercializadoras, intermediarios, distribución) excepto los productores.

Por tanto, sí tiene sentido profundizar en la Ley de Cadena para reequilibrarla de tal manera que podamos ganar todos algo y no solo algunos mucho, y ello no tiene por qué suponer un encarecimiento para el consumidor si se hacen las cosas bien: etiquetado obligatorio del origen, etiquetado con doble precio (campo y consumidor), publicación de los costes medios de referencia, inspecciones automáticas en caso de disparidad a la baja entre coste medio de referencia y precio de compra en contrato, etc.

En conclusión, tenemos una oportunidad ahora, que hay que aprovechar, presionando a los partidos políticos y a las distintas administraciones que pueden cambiar la nefasta situación actual.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Deja una respuesta

Ahora en portada