CentOnze, la esperada renovación de un oasis gastro en Las Ramblas

Entre tanto restaurante que solo piensa en el turismo el CentOnze destaca como una opción de calidad que cambia su carta para recibir al verano

Bocado de meloso de ternera. Foto CentOnze

Con una elegante resistencia frente a la avanzada de locales de paellas precocinadas, tapas olvidables y sangrías infames de Las Ramblas, el restaurante CentOnze mantiene la bandera de la gastronomía de calidad ante una calle que tiene una preocupante deriva al turismo de masas.

Por eso la califico como un oasis gastro, ya que el restaurante del hotel Le Méridien (Ramblas 111) conserva ese aire sofisticado y renueva su propuesta con una carta que tiene varios guiños a la cocina latina.

La carta de verano

Con una decoración abundante en plantas, y unas estratégicas ventanas que lo convierten en un balcón de Las Ramblas, CentOnze y su chef Carlos Novo lanzan la carta de verano donde la tradición catalana marida con las preparaciones que están descollando en América Latina, con Perú y México a la cabeza.

Tataki. Foto CentOnze

La carta de verano combina la tradición catalana con las preparaciones que son tendencia en Latinoamérica

Así lo vimos mientras hacíamos tiempo con las patatas bravas CentOnze, que presentadas en ocho cubos en una baldosa hidráulica, homenajean a un plato de toda la vida con un recuerdo de las casas modernistas de Barcelona.

Esta muestra de fusión de dos tierras la probamos en el tiradito de corvina con crema de pimiento amarillo y maíz crujiente, un plato nuevo que llegó con una excelente torrija salada de pulled pork con encurtido de col lombarda y rabanito; acompañados de un chardonnay Jan Blanc, DO Costers del Segre.

Otros entrantes

Entre entrantes y platillos para compartir, también destacan el steak tartar en lingote de polenta y helado de ajo negro, el velo de remolacha relleno de requesón de anacardos, la crema de guisantes al estilo guacamole, la coca de vidrio con caballa marinada, el carpaccio de langostinos y maracuyá con pico de gallo y aguacate o el pulpo a la brasa con salsa romesco y esponjoso de pimentón.

Carlos Novo, chef del CentOnze. Foto CentOnze

Como se ve, cada plato tiene no menos de tres o cuatro ingredientes, muchas veces con diferentes preparaciones.

Los principales

Y cuando pasamos a los principales, esa tónica se mantiene con platos que -atenti- pueden ser abundantes, algo que no suele suceder en la cocina más elaborada.

Así lo comprobamos con la espaldita de cordero confitado en su jugo con ensalada templada, donde ni hacía falta usar el cuchillo de lo tierna que estaba.

O con el solomillo de ternera a la parrilla con puré de patata a la trufa blanca, que aquí llegó de la mano del tinto Celeste de Familia Torres (DO Ribera del Duero); una buena elección entre la treintena de referencias de España, Francia, Alemania o Italia.

Lubina. Foto CentOnze

En este apartado, también podríamos haber elegido la lubina a la plancha con maki de puerro confitado, el medallón de merluza glaseada en pasto miso, el rodaballo con mantequilla de alcaparras y tomates secos, el bocado de meloso de ternera con yuca crocante, el picantón a baja temperatura con verduras escabechadas o el potente chuletón de vaca con pimientos de Padrón.

Arroces, pastas y postres

Pero si uno es más de arroces y pastas, hay una media docena de platos, casi todos para un mínimo de dos personas, como las paellas de mariscos, la de mar y montaña (con pulpo y pato confitado) o la de verduras ahumadas; a los que se suman el tagliatelle al pesto de pistacho, patata y burrata, o el risotto de calabaza y texturas.

Pan con chocolate. Foto CentOnze

Ya para cerrar, tras el impacto cárnico preferimos bajar un cambio para ir con la piña colada con panna cotta de coco; pero tampoco hay que perder de vista a la versión de CentOnze de la esponja de pan con chocolate, aceite de oliva y sal; la tarta de maracuyá, el cheese cake de pistacho y té matcha o el banana Split 111.

CentOnze tiene un precio medio de 40 €, y además de sus platos, también es una buena escala para un cóctel en su pequeña barra cuando uno sale a caminar por Las Ramblas y quiere evitar esos sitios sin gracia pensados solo para el turista de paso.

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