Samarcanda y Bujará: dos joyas de Uzbekistán que debes descubrir al menos una vez en la vida

Uzbekistán cuenta con un rico patrimonio cultural, histórico, arquitectónico y un arte único, plasmado en ciudades como Samarcanda y Bujará

Vista de Samarcanda

La mítica Samarcanda. Foto: Turismo de Uzbekistán.

No es ningún secreto que Samarcanda, situada en Uzbekistán, te enamorará con tan solo aterrizar en su aeropuerto. Con más de 2.700 años de historia, la ciudad uzbeka fue el epicentro de la antigua Ruta de la Seda y es de las ciudades más antiguas no solo de Asia Central, sino también del mundo.  

Los más grandes poetas y filósofos del mundo han denominado a esta ciudad de muchas maneras: el jardín del alma, la perla de Oriente, el espejo del mundo e incluso la faz de la tierra. Y no es para menos.  

El pico de prosperidad de la ciudad cae durante el reinado del Imperio Timúrida de Amir Temur (Tamerlán). Por ello, en muchos monumentos se pueden encontrar numerosas referencias sobre él. Sin embargo, la verdadera protagonista de esta ciudad uzbeka es su belleza, esplendor y gastronomía.

Retrato de Amir Temur (Tamerlán). Foto: Raquel Navarro.

Los monumentos de la ciudad, bañados en mares de mosaicos y cúpulas turquesa y doradas, no dejan indiferente a nadie a su paso. Estos son capaces de cautivar tu atención hasta quedarte completamente enamorado de su arquitectónica, que te hará recordar al más puro estilo del Taj Mahal (India).

La joya de la corona 

Sin ninguna duda, la joya de la corona de Samarcanda es la Plaza de Registán, considerada como una de las más bonitas del mundo. La plaza está rodeada de tres grandes madrasas (Ulugbek, Sher-Dor y Tilla-Kori), y en su interior encontrarás tiendas minúsculas con todo tipo de souvenirs, prendas tradiciones del país y arteseanía uzbeka. 

Plaza de Registán, Samarcanda, Uzbekistán. Foto: Raquel Navarro.

Desde el patio interior de Tillya-Kori -la madrasa central- se accede a una mezquita bañada en dorada y azul y a una galería fotográfica que muestra como era Registán antes de su reconstrucción. En la mezquita, al considerarse un lugar sagrado, el velo es obligatorio para las mujeres.

Registán no solo es una parada obligatoria durante el día, sino que cuando cae la noche sobre la ciudad de Samarcanda se convierte en un lugar mágico en el que podrás disfrutar de un espectáculo musical y de luces de colores.

Plaza de Registán por la noche, Samarcanda, Uzbekistán. Foto: Raquel Navarro.

Frente al Registán se extiende una larga avenida repleta de restaurantes para comer los platos típicos del país, entre los que destacan el Plov, la Samsa y los Shashlik, unos pinchos de carne de cordero, ternera, pollo o hígado de ave. Precisamente, en esta avenida encontrarás un luminoso restaurante con terraza, llamado Laby G’or en el que recomiendo pedir su variado de carnes.

Muy cerca de Registán, y mediante un agradable paseo, se encuentra otro de los edificios más deslumbrantes de la ciudad, que es la Mezquita de Bibi Khanum. De acuerdo con la leyenda, el Tamerlán hizo construir la mezquita en honor a una de sus esposas, Bibi Khanum, a modo de ofrenda, al ser considerada la favorita del gobernante.

Mezquita de Bibi Khanum. Foto: Uzbekistán.

Junto a la Mezquita de Bibi Khanum, encontrarás el Siob Bazaar, un enorme mercadillo con cientos de puestos en el que podrás explorar y sumergirte en la vida cotidiana de Samarcanda. Los comerciantes ponen todo su ímpetu para venderte sus productos, entre los que encontrarás impresionantes platos de cerámica, especias de todo tipo (y miles de olores), frutas, verduras, frutos secos, dulces típicos del país -entre los que destacan la Halva y el Xajiba-, entre muchos más.

Pese al encanto del mercado y el carisma de sus vendedores, si piensas en comprar souvenirs para familia y/o amigos, mi recomendación es acudir a las tiendas que se encuentran a sus alrededores, más económicas y asequibles para el bolsillo.

Mercado Siob Bazaar. Foto: Raquel Navarro.

Bajo el mandato de Tamerlán, se levantaron espectaculares edificios y, entre los más destacados y mejor conservados de la ciudad, se encuentra su propio mausoleo, conocido como Gur-e Amir. El gobernante uzbeko mandó a construir el mausoleo en 1404 para su nieto heredero, Mohamed Sultán, quien murió muy joven. Sin embargo, en 1405, Amir Temur murió de forma repentina en una de sus campañas militares y también fue enterrado en Gur-e Amir.

Gur-e Amir. Foto: Uzbekistán.

Un poco más alejado del centro de la ciudad, pero también considerada una parada obligatoria, se encuentra uno de los lugares más sagrados de Samarcanda, el Shah-i-Zinda, un complejo de mausoleos construidos entre los siglos XIV-XV. El nombre de Shah-i-Zinda, que significa «El Rey Viviente» en persa, está relacionado con la leyenda de que aquí está enterrado Qutham ibn Abbas, primo de Mahoma, de quien se dice que llegó a Samarcanda con la invasión árabe en el siglo VII para predicar el islam.

La necrópolis se caracteriza por intensos mosaicos de color azul, cerámica vidriada y esculpida, ladrillos vidriados, inscripciones caligráficas en árabe y persa, con diseños florales y geométricos, y, como no podía ser de otra manera, altas cúpulas. El Shah-i-Zinda es un lugar de peregrinación, por lo que el respeto es primordial durante la visita.

Interior de uno de los mausoleos. Foto: Raquel Navarro.

A principios del siglo XXI, la ciudad fue incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO con el nombre de “Samarcanda – Encrucijada de Culturas”, ya que cuenta con más de 2.700 años de historia, que pueden observarse en la arquitectura que viste la ciudad.

Bujará, la perla de Uzbekistán

Una parada obligatoria en tu viaje por Uzbekistán es la ciudad de Bujará, esta otra antigua parada de la mítica Ruta de la Seda, a la que se puede llegar en unas dos horas y media desde Samarcanda en el tren conocido en Uzbekistán como Afrosiyob, que lleva el nombre de una firma española, Talgo, que llevó en 2011 los trenes de alta velocidad a Ásia Central, conectado la capital uzbeza Taskent-Samarcanda.

Tren de alta velocidad en la estación de Samarcanda. Foto: Raquel Navarro.

La región de Bukhara debe su nombre a la ciudad más popular entre los turistas: Bukhara, que es el centro de la región y el lugar de nacimiento de destacados pensadores y predicadores del Sagrado Corán.

Esta majestuosa ciudad, según las estimaciones más conservadoras, tiene más de 2500 años y ha sido influenciada significativamente por la arquitectura persa e islámica. La decoración de los azulejos, las majestuosas cúpulas, los miravetes altos, sus antiguas mezquitas y las tumbas de santos islámicos son algunos de los elementos distintivos de esta influencia que podrás encontrar en la ciudad.

El corazón social de Bujará se encuentra en el complejo Lyaby-Hauz, que se traduce como «junto al estanque», es un lugar ideal para descansar y, a la vez, disfrutar de unas bellísimas vistas a las madrasas y al estanque que se encuentra en el centro de la plaza. Lyabi-Hauz no solo es un lugar histórico encantador, sino que también alberga varios restaurantes en los que podrás disfrutar de la gastronomía local, como el Restaurante Lyaby-Hauz, situado junto al estanque.

Complejo Lyaby-Hauz. Foto: Raquel Navarro.

Cerca del famoso complejo histórico, se encuentra la madrasa de Kukeldash. Construida en el siglo XVI, es una de las madrasas más grandes de Asia Central. Su arquitectura y detalles decorativos son magníficos. La mezcla de azulejos turquesa y marrones crea un efecto visual impresionante.

Sin lugar a dudas, uno de los lugares más emblemáticos de Bujará es el complejo Poi Kalon. Esta plaza está compuesta por la Mezquita Kalon y la Madrasa Miri-Arab, una enfrente de la otra; el miravete Kalyan entre ellas y al sur de Miri-Arab la pequeña Madrasa Amir-Allimkhan.

La Mezquita Kalon es una de las más grandes de Asia Central y su enorme patio puede albergar a miles de fieles. Este lugar de rezo fue construida en el siglo XVI y es un ejemplo impresionante de la arquitectura islámica en la región. La mezquita presenta una arquitectura islámica clásica con una gran cúpula principal bañada en turquesa y una gran fachada decorada con detalles geométricos y caligráficos.

Mezquita Kalon. Foto: Turismo de Uzbekistán.

Frente a la mezquita, se encuentra la madrasa Mir-i-Arab, que al largo de los siglos ha sido un importante centro educativo para el estudio del Corán. Actualmente, también es una institución religiosa activa y un sitio cultural. Además, alberga la valiosa Biblioteca de Manuscritos, en los que puedes encontrar textos antiguos y documentos históricos.

Desde lejos, el minarete de Kalon ya cautiva la atención de los que pasean por las calles de Bujará. Construido en el siglo XII, tiene unos 47 metros de altura y es uno de los más antiguos y mejor conservados de Asia Central.

A diferencia de Samarcanda, Bujará conserva un casco antiguo definido y lleno de encanto, conocido como Ichon-Qala, por el que perderse por sus callejuelas será la mejor opción para disfrutar de su esencia y conocer las mezquitas, madrasas y bazares de la ciudad.

Arquitectura en Bujará. Foto: Raquel Navarro.

De hecho, la antigua ciudad amurallada de Bujará ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, destacando su importancia cultural y arquitectónica.

Mercados y bazares imprescindibles

Si eres amante de la artesanía local, es imprescindible recorrer los mercados y bazares que se encuentran en el centro de la ciudad para sumergirte en la cultura local, vivir la auténtica vida comercial de la ciudad y llevarte algunos recuerdos de Bujará.

Parada de alfombras en un mercadillo de Bujará. Foto: Raquel Navarro.

Los bazares de Bujará son especialmente conocidos por su ambiente animado y su colorido. En ellos, podrás comprar productos tradicionales uzbekos como alfombras, cerámica, figuritas de madera, joyas, trajes uzbekos, especias y más.

La cúpula de comercio Taqi-Zargaron; el Bazar de Bukhara; el Bazar Lyabi-Hauz y el Bazar Kolkhoz no pueden faltar en tu ruta turística por Bujará si deseas explorar la historia comercial y cultural de Bujará.

Mercado en Bujará. Foto: Raquel Navarro.

Desde siglos atrás, los mercados han tenido una gran importancia en la historia de Bujará, dado que es el punto intermedio de la Ruta de la Seda y a ella llegaban grandes caravanas cargadas de seda, joyas o especias, procedentes de todos los rincones del mundo, especialmente, de la China e India.

Otro de los lugares históricos y más importantes en Bujará es la antigua fortaleza ubicada en el corazón de la ciudad. Esta fue construida en el siglo V y, a lo largo de los siglos, ha servido como un centro del poder político y administrativo de la ciudad, así un lugar de residencia de los gobernantes y emires de Bujará.

La fortaleza está rodeada por murallas defensivas imponentes (y con barriga) que fueron diseñadas para proteger a la ciudad de invasiones y ataques. Actualmente, la muralla está parcialmente reconstruida, aunque en una parte de ella aún es posible apreciar su esencia original.

Entrada a la fortaleza de Bujará. Foto: Raquel Navarro.

En su interior, alberga salones de audiencia decorados y un museo que exhibe artefactos históricos, armas, trajes y otros objetos que proporcionan una visión profunda de la historia de Bujará.

Además, desde su punto más alto se puede obtener una increíble panorámica de Bujará y contemplar los puntos estratégicos e históricos de la ciudad.

Pegada a la fortaleza se encuentra una de las mezquitas más singulares de Bujará: la Mezquita Bolo-Khauz. Construida a principios del siglo XVII, la mezquita presenta una arquitectura distinta a las demás con un iwan (una especie de porche) y unas elegantes columnas de madera con elementos decorativos florales y geométricos.

Mezquita Bolo-Khauz. Foto: Raquel Navarro.

Dos destinos que no pueden faltar en tu lista de viajes

Samarcanda y Bujará son destinos pocos comunes y más bien desconocidos. Sin embargo, tras pasar una semana visitando ambas ciudades, puedo afirmar que son dos destinos que merece visitar al menos una vez en la vida, especialmente, en primavera y otoño, con la llegada del buen tiempo.

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