Sostenibilidad y homenajes al Mediterráneo: entramos en el nuevo hotel de Rafa Nadal en la Costa Brava

El segundo hotel de la marca Zel, cerca de Tossa de Mar, refuerza la alianza entre Nadal y la cadena Meliá

Vista aérea del hotel. Foto Meliá

“La Costa Brava es un entorno increíble. Y sentíamos la obligación de mostrar al mundo la esencia de la casa mediterránea”. Quien habla es Rafael Nadal, el mejor tenista español de la historia (y uno de los grandes del mundo) pero ataviado con su traje de empresario hotelero, una faceta que inició con la apertura del Zel Mallorca el año pasado con la cadena Meliá, donde ahora repite la aventura empresarial con el segundo establecimiento de la cadena. Y parece que se vienen más.

Nadal habla junto a Gabriel Escarrer (CEO de Meliá Hotels International) y Javier Arús (representante de Azora, propietario del hotel) en un pequeño escenario de telas azules en Cala Giverola, un rincón de aguas turquesas y arenas finas custodiado por rocosos acantilados a 11 kilómetros de Tossa del Mar.

El lobby recuerda al patio de una casa mediterránea. Foto Meliá

Cómo es el Zel Costa Brava

Zel Costa Brava hereda la infraestructura de un innovador alojamiento construido en los años ’80, que se ha renovado bajo importantes innovaciones sostenibles, como la plantación de vegetación autóctona o la mejora de una estación depuradora de agua.

Las 214 habitaciones, de categorías Suites, Junior Suites, Casa ZEL y Dúplex, cuentan con vistas al mar, la montaña o los jardines y se han actualizado bajo “los estándares y atributos de los hoteles Zel”, precisa un comunicado de la compañía, que consiste en crear ambientes relajados inspirados en las culturas que poblaron el Mediterráneo, como la griega, la italiana o la marroquí.

Las 214 habitaciones cuentan con vistas al Mediterráneo, la montaña o los jardines

Esta estética se replica en los espacios interiores, donde imperan los tonos que homenajean al mar y la tierra, y en las que se han usado maderas naturales para los muebles y detalles de decoración, mientras que piedras naturales como el mármol o la caliza se encuentran en las barras.

Vista de la Suite Junior. Foto Meliá

El lobby se aleja de la idea clásica de una recepción de hotel: allí hay una sala con barra central rodeada de mesas y sillones que se expande al exterior. La idea es replicar el sentido del patio de las casas mediterráneas, donde familias y vecinos se juntaban a socializar, y en que el check in se hace desde discretos kioscos o a través de códigos QR colocados en las mesas.

En funicular a la playa

En este espacio está la tienda Café Finca para probar el café de especialidad, junto a un pequeño mercadillo con recuerdos que escapan de lo convencional.

Para dirigirse a la playa se puede andar un buen tramo por las rampas y escaleras, o bien tener la divertida experiencia de viajar un minuto en un funicular que comunica la cala con el hotel.

Las panorámicas son uno de sus valores añadidos. Foto Meliá

En primera línea de esta costa oculta al aluvión turístico hay uno de los tres espacios gastronómicos que ofrece el Zel, con platos basados -como cabe esperar- en la tradición mediterránea.

Rafa Nadal y Gabriel Escarrer. Foto Meliá

En este sitio uno puede dejar que las horas transcurran en la tumbona tomando sol, leyendo o hablando trivialidades; o también puede participar de las numerosas actividades físicas que hacen que el Zel parezca un polideportivo: desde tenis, baloncesto, hockey, ping-pong o waterpolo hasta bicicleta, crossfit, running o caminatas nórdicas, sin olvidar programas de bienestar para el cuerpo y la mente como yoga, danza, pilates o jiu-jitsu.

Pero no todo es deportes, también hay un espacio para actividades lúdicas, como las clases de pintura y cocina creativas, o las verbenas que recuerdan a las fiestas populares de los pueblos catalanes; otros de los tantos homenajes a la forma de vida mediterránea que tiene este nuevo hotel.

Comenta el artículo

Deja una respuesta

a.
Ahora en portada