Hotel Angelats, una auténtica desconexión en medio de los Pirineos catalanes

La imponente casa que la familia Batlló construyó hace casi cien años en el Ripollés se ha transformado en un elegante hotel que invita a aislarse del mundo

El hotel emergen en medio de los valles pirenaicos. Foto Hotel Angelats

Y de repente, al girar la curva en una pronunciada pendiente del bosque, emerge como un espejismo la gigantesca casa que el empresario textil Domingo Batlló había construido hace casi un siglo atrás, y que hace tres años ha renacido como el exclusivo hotel Angelats.

Estamos en Ribes de Freser, un pueblo de la comarca gironesa del Ripollés, puerta de entrada a los Pirineos conocido por ser la estación de trasbordo a la cremallera que lleva al Santuario de Núria, uno de los enclaves de montaña turísticos más famosos de Cataluña.

Allí nos reciben Diego Álvarez y Cristina Noguera, un matrimonio de jóvenes empresarios hoteleros que pertenecen a la quinta generación familiar vinculada a la finca. No se presentan como gerentes ni nada por el estilo, sino como anfitriones, como una forma de mantener la cercanía familiar a los huéspedes que se alojan en el hotel.

Vistas con la piscina. Foto Hotel Angelats

La casa reconvertida en el hotel Angelats fue construida con avanzadas normas de sostenibilidad hace casi un siglo atrás

La historia del hotel Angelats

La centenaria casa había sido levantada por el patriarca Domingo Batlló hacia 1926 para aprovechar las propiedades curativas del cercano Torrent de Angelats.

A diferencia de las masías que se pueden ver en otras partes de Cataluña, la idea de los Batlló (sí, los mismos que la famosa casa de Gaudí en Barcelona) era imitar los cottage británicos, influencia de los continuos viajes a Inglaterra. Sin embargo, detalles como los techos de pizarra mantienen una ligazón con la arquitectura pirenaica.

Una de las alas se destinaba a los padres de la familia y la otra a los hijos y nietos; que tenían al sector central de la biblioteca y la sala noble como punto de reunión. Un ojo avizor detectará que hay una gran abundancia de formas curvas en la construcción, que se debe a las ideas que trajo Román de Asia, otro de los miembros de los Batlló, que aplicó la filosofía del feng shui en el diseño.

La iglesia que se convirtió en el restaurante La Santa. Foto Hotel Angelats

Además, el uso de techos de corcho, doble carpintería y calefacción a vapor permitía a los residentes aliviar la dureza del clima invernal de Pirineo sin atentar con el medio ambiente.

“La casa siempre fue autosuficiente. Aquí había aserradero, granja, una piscifactoría y se aprovechaba el arroyo para tener energía hidroeléctrica”, cuenta Diego mientras caminamos rumbo a La Santa, la iglesia que no se llegó a consagrar por la irrupción de la Guerra Civil y que ahora aloja al restaurante y bar donde se pueden pasar las horas mirando el paisaje del valle.

Un elegante viaje en el tiempo

Entrar al hotel Angelats es como viajar en el tiempo. Ya sea en sus salas, en la biblioteca o en sus 20 habitaciones se conservan muebles con décadas de historia, en un estilo donde la elegancia discreta esquiva la ostentación.

Una de las bibliotecas transformada en suite. Foto Hotel Angelats

Tuvimos la suerte de alojarnos en una de las suites, una confortable habitación con juego de sofá y dos televisores creada en la antigua biblioteca de los patriarcas. “Los libros, con muchos autores latinos, muestran la vinculación de la familia con América”, apunta Diego.

Solo hay dos puntos del hotel con buena señal wifi, porque la idea es que los huéspedes hagan una auténtica desconexión

En el hotel solo hay dos puntos con buena señal wifi: en la biblioteca y en la recepción. La idea, apuntan los anfitriones, es que los huéspedes hagan una auténtica desconexión, no solo de sus preocupaciones cotidianas, sino también digital.

Una de las elegantes salas del hotel. Foto Hotel Angelats

Senderismo por el bosque

¿Qué se puede hacer en el hotel Angelats? Aquí hacer turismo de naturaleza es tan válido como no hacer nada. Uno puede matar las horas leyendo o con juegos de mesa en la biblioteca central, o aliviar el calor que también aprieta en el Pirineo en verano en la pequeña piscina de la entrada.

Si no se organizan salidas de senderismo por las montañas y valles de la región, también se puede salir a caminar por el frondoso bosque de 70 hectáreas propiedad del hotel.

“La idea es dejar que la naturaleza haga su trabajo, interferir lo menos posible en el bosque”, detalla Diego. Por ello, cuando se hace la caminata de 20 minutos a una cercana cascada, se ve como la vegetación se fue apoderando del acueducto que traía agua a la casa. De a poco el murmullo va creciendo en intensidad, hasta que se llega a un salto de agua de 5 metros que al mediodía brilla cuando el sol le da de lleno.

La cascada del Torrent de Angelats. Foto Hotel Angelats

Otro paseo recomendado es realizar una ruta circular por el bosque, donde tras pasar un antiguo merendero abandonado y atravesar un claro se llega a un descomunal roble de 20 mts de altura con un tronco de 5,2 mts de diámetro, catalogado como ‘árbol monumental’ por la Generalitat de Cataluña, que según indica Diego, tendría 1.000 años de antigüedad.

La cocina de La Santa

El capítulo gastronómico mantiene el alto nivel de las instalaciones del Angelats. El restaurante La Santa ofrece una carta basada en productos de temporada, provistos por proveedores locales, a un precio medio de 40 a 45 euros (con opción de menú de mediodía de lunes a viernes a 24,50 euros).

Mientras el valle se iba oscureciendo y el cielo se tapizaba de estrellas dimos cuenta de una cena que se inició con un surtido de quesos de la región y un gazpacho de sandías y fresas con cremoso de eneldo y tomate cherry confitado.

Platos de La Santa. Foto Hotel Angelats

Le siguió una muy tierna tarrina de carrillera de cerdo marinado en especias con gnocchis de boniato y un arroz seco a la lata con magret de pato y crema de foie, para culminar con un lemon pie y un flan de mató casero con algodón de azúcar.

Otros platos entre los entrantes de La Santa son el foie micuit con peras al vino y néctar de Pedro Jiménez, las croquetas de chistorra y mozzarella o las santas bravas con alioli de ajos asados.

En el apartado de Huerto & Granja hay desde espárragos blancos con salsa de mostaza a berenjenas a la brasa, pasando por el risotto de setas o la ensalada verde con frutas de primavera.

Desayuno en el hotel. Foto Hotel Angelats

Ya en “Del Mar y la Tierra”, se ofrecen canelón de pato con bechamel trufada, bacalao al horno con alioli gratinado, steak tartar de solomillo ecológico, paletilla de cordero cocinada a baja temperatura o merluza a la plancha a la ‘beurre blanc’, entre otros.

La carta de vinos navega entre unas 50 referencias de Cataluña y otras DO de España, más algunas francesas y alemanas.

El desayuno mantiene la línea. Para evitar el despilfarro de comida en el típico buffet, en Angelats es a la carta, donde se pueden elegir embutidos del Ripollés, tostadas de queso tierno, con bacon y queso o con mermelada casera; probar diferentes opciones de huevos de granjas locales, o aplaudir la bollería o los pasteles de la semana recién salidos del horno; platos matizados con zumos naturales, cafés e infusiones.

Se dice que algunos de los zumos son detox, pero el auténtico plan detox es la escapada al Angelats, donde a pesar de una estancia de fin de semana el tiempo pasa volando.

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