La capital tecnológica de EE UU prohíbe el reconocimiento facial
San Francisco veta el uso de los sistemas de reconocimiento facial por parte de los cuerpos policiales y agencias de seguridad locales
San Francisco –junto con la cercana Silicon Valley considerada la capital tecnológica de Estados Unidos– ha cerrado el grifo a la aplicación de la tecnología de reconocimiento facial. Ni los cuerpos policiales ni otras agencias de seguridad o inteligencia podrán hacer uso de estos sistemas en la ciudad californiana, que se planta así ante el potencial uso abusivo de este software.
El reconocimiento facial es, en definitiva, uno de los avances tecnológicos que evocan temores augurados en la distopía artística de obras como 1984 de George Orwell («El Gran Hermano nos observa»). Aunque su uso ha sido loable en algunas ocasiones, los grupos de libertades públicas han criticado el software por miedo a que EE UU se convierta en un estado opresivo de vigilancia.
Una de las referencias más inmediatas de los impulsores de esta regulación en San Francisco es China, donde estos sistemas se utilizan para mantener un control sobre minorías étnicas y religiosas. En el país asiático también se está levantando un sistema nacional de vigilancia con aproximadamente 200 millones de cámaras integradas al reconocimiento facial.
Con ocho de los nueve votos de la junta de supervisores de San Francisco, el veto a esta tecnología convierte a la ciudad en la primera de EE UU que bloquea la herramienta, cada vez más consultada por la policía para todo tipo (y tamaño) de crímenes. El reconocimiento facial ayudó a los agentes a identificar al autor de un tiroteo masivo, por ejemplo, hace menos de un año.
Críticas en San Francisco por el veto al reconocimiento facial
El supervisor de la ciudad que presentó el proyecto de ley, Aaron Peskin, dijo a The New York Times que este veto al reconocimiento facial envía un mensaje al resto del país, dado que es una decisión tomada en un lugar que ha sido transformado por la tecnología. Ser un centro tecnológico «también acarrea una responsabilidad para los legisladores locales», comentó.
«Tenemos la gran responsabilidad de regular los excesos de la tecnología precisamente porque tienen su sede aquí», agregó. La medida no está exenta de críticas; expertos en derecho y en seguridad dicen que es «ridículo» negar el valor tecnológico de estos sistemas en aeropuertos y fronteras, y avisan del «valor para la seguridad pública» que supone este software.
El rotativo neoyorquino matiza que esta legislación es meramente teórica, pues el departamento policial actualmente no utiliza la tecnología. El reconocimiento facial sí se usa en el aeropuerto internacional y en los puertos, pero estos operan con jurisdicción federal por lo que no se verán afectados por la medida. Las agencias policiales locales sí que tendrán prohibida su aplicación.
Falta un segundo voto para aprobar la ley, pero es una formalidad. La Asociación de Oficiales de la Policía de San Francisco ya se posiciona en contra, advirtiendo de que la regulación obstaculizará los esfuerzos de sus oficiales para investigar crímenes. «Creo que la tecnología ha tenido éxito al menos proporcionando pistas a investigadores criminales», dijo el líder del grupo, Tony Montoya.