Facebook admite que terceras personas escuchaban los chat de voz
La red social, que no avisó a los usuarios que terceras personas podían escuchar sus conversaciones, canceló el programa de escuchas la semana pasada
Facebook ha confirmado un programa de escuchas que transcribía los chats de audio (o llamadas) por Messenger de forma manual: personal de empresas ajenas a Facebook (subcontratas) se dedicaban a transcribir y convertir en texto fragmentos «anonimizados» de conversaciones, según información de Bloomberg.
- Igual que ha sucedido antes con las escuchas de los altavoces inteligente, el motivo es supervisar y mejorar la inteligencia artificial que en teoría se encarga de hacer las transcripciones interpretaba correctamente los mensajes.
- Según Facebook las escuchas de los mensajes por voz se limitaban a fragmentos anónimos, que no relacionan contenido con usuario.
- Facebook confirmó ayer que había detenido el programa de escuchas, «igual que han hecho Apple y Google» con las escuchas a de los altavoces inteligentes.
Las escuchas humanas de las llamadas o chat de voz por Messenger se limitaban a usuarios que tenían activada la opción para transcribir las llamadas de voz, y entre ellos se limitaba a fragmentos de conversaciones que (en teoría) la inteligencia artificial de Facebook marcaba como ininteligible para que un supervisor humano identificara qué se decía en esa parte de la conversación, explican en Bloomberg.
- Sin embargo Facebook nunca informó a esos usuarios de que sus conversaciones podían acabar en los oídos de terceras personas.
- En los últimos meses Amazon, Apple y Google, entre otras tecnológicas, han admitido haber subcontratado programas de escucha similares.
- El motivo es que los algoritmos de inteligencia artificial que se supone «entienden» a los humanos, en realidad todavía no funcionan todo lo bien que sería deseable y necesitan supervisión humana.
- Sin embargo las tecnológicas tienden a omitir que esa carencia de la inteligencia artificial se resuelve con trabajadores subcontratados.
- «El público, los políticos y los reguladores fliparían al descubrir cuánta información personal que en teoría solo ven las máquinas en realidad la ven otras personas,» dicen en The Register.