José Elías (Audax) se sincera sobre qué es lo más importante de la vida: «cambiaría todo mi patrimonio»
El magnate catalán José Elías sorprende con una profunda reflexión sobre el paso del tiempo y lo que realmente considera esencial en la vida
El empresario líder de Audax y La Sirena
En un mundo dominado por cifras, logros empresariales y fortunas millonarias, pocas veces los grandes referentes del mundo de los negocios se detienen a hablar desde la emoción, lejos del balance financiero. Pero eso es precisamente lo que ha hecho José Elías, presidente de Audax Renovables, en una entrevista que ha dado mucho que hablar. Durante su participación en el podcast del emprendedor Adrián Sáenz, el empresario dejó de lado el discurso típico de éxito para abrir una ventana a su lado más humano.
«Yo cambiaría todo, todo mi patrimonio ahora por tener tu edad», declaró sin titubeos el empresario catalán de 48 años. Una frase que no solo sorprendió a su interlocutor, sino que se ha viralizado en redes por lo inesperada y directa. Elías, uno de los hombres más ricos de España, con una fortuna estimada en cientos de millones, subrayó que el tiempo es el bien más valioso que tiene una persona y que, por mucho dinero que uno acumule, no se puede comprar ni un solo minuto más de vida.
El valor del tiempo por encima de la riqueza
Lejos de hablar de inversiones o estrategias de mercado, el fundador de Audax dedicó buena parte de su intervención a reflexionar sobre cómo el tiempo —y no el dinero— es el verdadero activo de valor. Su mensaje, cargado de sinceridad y de una mirada introspectiva poco habitual en perfiles empresariales, planteó una reflexión clara: ¿Qué sentido tiene acumular riqueza si no se puede disfrutar del tiempo para vivirla?
Elías contó que ha hecho esta propuesta simbólica —la de intercambiar su edad por la de otros— en más de una ocasión. «Cuando al final lo coges y le dices: ‘Mira, chaval, yo tengo 48, tú tienes 27. Nos cambiamos cromos. Firma aquí’, el tío te dice que no», relató. Su conclusión es clara: ni los más ambiciosos estarían dispuestos a renunciar a su juventud, porque en el fondo todos entendemos que el tiempo no tiene reemplazo.
Una vida de logros… y también de aprendizajes
José Elías no es un empresario cualquiera. Se ha labrado su imperio desde abajo, con una visión arriesgada y una mentalidad de crecimiento constante. Su conglomerado energético, con presencia internacional, es hoy uno de los pilares de las energías renovables en España. Y sin embargo, este testimonio revela que ni el éxito profesional ni el dinero le han dado la satisfacción total.
Durante la entrevista, el empresario explicó que su mensaje no es una crítica a la ambición, sino una llamada de atención a quienes están empezando su camino: valorar lo que tienen cuando todavía tienen tiempo. «Muchos jóvenes están obsesionados con ganar dinero, con emprender, con llegar lejos… pero pocos se detienen a pensar en lo que están sacrificando», comentó.
Una reflexión que resuena con fuerza en la era del «hustle culture»
Las palabras de Elías llegan en un contexto donde la cultura del trabajo intensivo y la obsesión por el éxito profesional dominan la narrativa en redes sociales y medios. Cada vez son más los jóvenes que sienten la presión de “llegar lejos” rápido, sin pararse a reflexionar si ese camino tiene sentido para ellos.
En contraste, el discurso de José Elías invita a frenar y repensar las prioridades. ¿Vale la pena todo el esfuerzo si al final no queda tiempo para disfrutar de lo conseguido? ¿Y si el verdadero éxito no está en acumular riqueza, sino en aprovechar cada año, cada etapa de la vida?
El mensaje de un millonario que eligió hablar con el corazón
Con su testimonio, Elías no solo ha lanzado una reflexión profunda sobre el paso del tiempo, sino que ha humanizado la figura del empresario de éxito. A través de sus palabras, queda claro que el dinero no lo es todo, y que el verdadero capital está en los años, en las experiencias, y en cómo decidimos vivirlos.
Quizás, como él mismo sugiere, el mayor lujo que uno puede tener no es una cuenta millonaria, sino la posibilidad de mirar hacia atrás sin arrepentirse de cómo usó su tiempo. Un mensaje simple, pero demoledor.