No todo es como lo cuentan: Bill Gates estuvo a punto de ser expulsado de Harvard

El magnate empresarial y co-fundador de Microsoft cuenta en su libro de memorias cómo pudo haber sido expulsado de la Universidad de Harvard

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Antes de convertirse en el cofundador de Microsoft y una de las figuras más influyentes en la industria tecnológica, Bill Gates vivió un episodio poco conocido durante su etapa universitaria que casi le cuesta su permanencia en la prestigiosa Universidad de Harvard, en lo que muchos han entendido como una prueba de la que absolutamente nadie, ni siquiera un hombre que acabaría convirtiéndose en una de las mayores fortunas del mundo, está exento de problamas.

Este incidente, que él mismo relata en su reciente libro de memorias «Source Code«, ofrece una visión reveladora de los desafíos que enfrentó en sus años formativos, durante su estancia en una de las universidades más prestigiosas del mundo, en la que cuenta cómo sus grandes metas profesionales estuvieron a punto de costarle la carrera.

El malentendido que estuvo cerca de impedir una de las carreras más importantes del ámbito tecnológico

Todo se remonta a su segundo año en Harvard, Gates dedicaba una cantidad significativa de tiempo al Laboratorio de Computación Aiken, una instalación financiada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Su entusiasmo por la programación lo llevó a registrar un total de 711 horas de uso en el laboratorio, una cifra que no pasó desapercibida para las autoridades universitarias.

No obstante, más allá de este enorme registro de horas, además de su propio uso intensivo, Gates permitió el acceso al laboratorio a dos individuos no autorizados, uno de los cuales era Paul Allen, quien más tarde se convertiría en su socio en la fundación de Microsoft. Juntos, trabajaban en un proyecto comercial relacionado con la computación, lo que agravó la situación al involucrar recursos universitarios en actividades lucrativas sin la debida autorización.

Tal y como cuenta el propio Gates, en medio de la preparación para los exámenes finales de primavera, Gates recibió una llamada inesperada de un funcionario de la universidad, citándolo a una reunión al día siguiente. Consciente de que el motivo estaba relacionado con su uso del laboratorio, Gates anticipó posibles consecuencias disciplinarias.

Durante la misma, se le informó a Gates sobre la magnitud de su uso del laboratorio y la presencia de personas no autorizadas. Como resultado, se le solicitó que entregara la llave del centro de computación y se le notificó que su caso sería remitido a la Junta Administrativa de la universidad, órgano encargado de evaluar y sancionar las conductas inapropiadas de los estudiantes.

Una carta de arrepentimiento evitó su expulsión de Harcard

La gravedad de la situación se hizo evidente cuando su tutor le explicó que, en el peor de los casos, la junta podría decidir expulsarlo de Harvard e incluso eliminar su expediente académico, una medida que borraría cualquier registro de su paso por la institución. Esta perspectiva llevó a Gates a reflexionar profundamente sobre sus acciones y las posibles repercusiones en su futuro.

Ante la inminente decisión de la junta, Gates redactó una carta en la que combinaba una defensa de sus acciones, argumentando la falta de supervisión en el laboratorio y destacando el potencial de las microcomputadoras, con una expresión de arrepentimiento por no haber seguido los procedimientos adecuados, de la mano de una dualidad en su enfoque con la que buscaba mostrar tanto su pasión por la tecnología como su reconocimiento de los errores cometidos.

Por suerte para él, tras una semana de deliberaciones, la Junta Administrativa decidió amonestar a Gates por el uso indebido y no autorizado del laboratorio, pero sin imponer sanciones adicionales. Esta resolución le permitió continuar con sus estudios sin mayores impedimentos, aunque el incidente quedó como una lección significativa en su trayectoria.

Un perdón que marcó el devenir de una carrera brillante

Poco tiempo después de este incidente, Gates tomó la decisión de abandonar Harvard para dedicarse de lleno a la creación de Microsoft, una empresa que revolucionaría la industria del software y lo convertiría en uno de los empresarios más influyentes del mundo. Este episodio en Harvard, lejos de ser un obstáculo, tal y como lo define el propio Gates, pudo haber reforzado su determinación y visión para el futuro.

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